12 cartas a la muerte

12. Malos pensamientos

No siempre se puede ser feliz, aunque tengas todos los ingredientes siempre un humano sabe estropear todo a su paso, así sea inventándolo en su mente con una grotesca mentira con gustillo a verdad. Algunas veces me ha pasado incluso con los mas cercanos, aquellos que mas los quieres como mi alma, esto te anega de pensamientos negativos, discordantes a lo que realmente sientes pero que de alguna forma se encargan de hacerte sentir lo mas miserable posible, estos malos pensamientos te llenan de vacíos, tristeza, melancolía y soledad mental hasta el punto extremo de querer limpiarte todo esto de cualquier modo posible, sea con ayuda externa o incluso quitándote la vida para poder tener descanso de ellos.

En depresión abismal me acostaba mirando al cielo indagando mas razones para permanecer aferrado a ti, pero siento extasiado hacia las lóbregas tierras de la tristeza sempiterna, embelesado por promesas de eterno descanso y un fin a mis triste y patética vida que se sostenía de un hilo de frágil que dependía de mi escaso valor, este que irónicamente me mantenía en vida. Pero no por mucho porque ya antes había sido manipulado por este, tan inútil era yo que ni pude sellar el trato final. A pesar de tenerte ¡Oh alma mía!, estos malos pensamientos me hacia dudar hasta en el ultimo aspecto de ti, tan fuerte son estos malditos que me hacían creer que solo era una carga para tu ocurrencia y que solo debía ir a por ellos para darte toda libertad de vida a ser feliz, dándome la denominación de ser tu carga y la obligación de deshacerme de mi mismo para tu gloria.

Ahí entraste tu con tu sabia luz e iluminaste mis andares, mis pensamientos se tornaron de nuevo a un color de esperanza y gracias a ti mi alma evite volver a caer en las fauces de la vía fácil hacia la muerte falsa, aquella que evitaría mi vida junto a ti, y así morir para ti de una mejor manera.

Aunque me hayas salvado de mis demonios, una herida en mi corazón sigue abierta, invitándome a firmar siempre que pueda, entregándome malos pensamientos siempre que mi conexión a ti sea débil, siempre que la tristeza comience a verter su liquido melancólico en mi ser, y queme en una hoguera mis ganas de existir instigándome a saltar, instigándome a volar, instigándome a cortar aquellas cuerdas que me retienen a la vida dentro de mí, para poder ser libre de esta pesadez.

—Que sucede, desalmado autor… ¿Te has quedado sin sangre? — me pregunta el caído.

—Este llegara hasta aquí, necesito tiempo para pensar.

—Tiempo tienes, aunque a la vez no.




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