12 lobos

Capítulo 2. Editado,

 

Ambos avanzaron a paso lento por el pasillo hacia la cocina, el pequeño trayecto lo hicieron en silencio, pero ambos se sentían cómodos. Con lo poco que conocía a ese chico se estaba dando cuenta de su particularidad, no sonreía demasiado, en su rostro pálido podía verse lo inexpresivo que este era. Apenas puso un pie en la puerta sintió un ligero mareo.

El olor a húmedo era mucho más intenso que en otros lugares de la casa, además estaba mucho más sucia y cubierta de musgo, esta era exageradamente espaciosa, grande y poco iluminada como el resto de la casa y era obvio que nadie le había dado uso en un buen tiempo. De hecho, no entendía la razón de esa habitación, el que los legítimos dueños no fueran humanos hacia innecesaria una cocina de ese tamaño tan descomunal. Aunque pensándolo bien podría ser simplemente una fachada para cubrir lo que realmente eran ellos, unos monstruos.

 

Las   paredes de color oscuro de un tono algo verde petróleo, piso de madera algo apolillado y destruido en varias partes de este, sobre una encimera algunos trastes ya inservibles, sobre una vieja cocina de metal algunas ollas oxidadas, dentro de esa habitación solamente había basura. Un lavado con algunas cosas que parecían frutas podridas, ni siquiera quería saber lo que era todo eso. En el suelo había manchas de algo que parecía ser sangre, era difícil distinguirlo con la cantidad de basura que inundaba el lugar y lo más notorio, un olor algo desagradable, putrefacto que comenzaba a volverse nauseabundo.

La chica observo con algo de asco el lugar y tapo su nariz al sentirse asqueada por los olores combinados. Se dirigió hacia una vieja alacena en donde esperaba encontrar algo para limpiar, aunque lo dudaba, era solo una pérdida de tiempo intentar encontrar algo en ese lugar. Apenas la abrió dejo salir un fuerte grito. Algunos animales muertos, que seguramente habían perecido hace poco. No entendía como estos habían llegado hasta ahí.

Su estómago se revolvió y las malditas ganas de vomitar se hicieron presentes, cubrió su boca con una de sus manos para evitar que todo el contenido de su estómago saliera, su cuerpo no aguantaba algo tan podrido y sin más salió corriendo del lugar hacia el exterior de la casa, con algo de dificultad logro salir del lugar. Se arrodillo dejando salir todo lo que en su boca tenía, apoyo las palmas de su mano en su piernas, estaba a nada de perder la poca cordura que le quedaba. Estaba consternada por lo que acababa de presenciar.

El joven de cabellos rosados apareció frente a ella con un pañuelo de seda, se lo ofreció y esta lo recibió para poder limpiar sus labios. Claro, avergonzada por ser vista en aquella incómoda situación. Ahora entendía con claridad por qué ninguno de los anteriores dueños no había aguantado tanto tiempo. Ese lugar estaba diseñado para hacer enloquecer a cualquier persona.

  • ¿Qué demonios era eso?
  • Lamento que hayas visto tan espantosa escena. Pero en mi defensa, nuestro hogar ha estado abandonado por mucho tiempo. – Comento este mientras la ayudaba a ponerse de pie. —  hablaré con André, posiblemente tendremos que buscar gente para que limpie la casa y este en óptimas condiciones para ti.
  • Gracias, ah… debí haberme ido a esa casa en la playa. Que maldita locura.
  • No digas eso, si no hubieras llegado ¿Quién nos despertaría? Y si no hubiera despertado, no hubiera conocido a mi nueva amiga ¿Puedo llamarte así?
  • ¿Amiga? ¿No me odias? – Alzo las cejas en una clara muestra de confusión.
  • No te odio, no siento emoción alguna, a diferencia de mis hermanos yo no poseo sentimientos ni emociones, soy un tanto diferente. Pero has logrado comprenderme, algo que mis tercos y salvajes hermanos jamás han hecho durante siglos y tu una simple humana lo hizo en menos de una hora. Estoy agradecido por eso.
  • ¿No tienes emociones? – Negó para sí misma. Todo se volvía más confuso con el pasar de los minutos. –  

Aquel chico le dedico una sonrisa dejando ver unos pequeños hoyuelos a los costados de sus labios. Aunque el sonreír era solo imitación, sus sonrisas no demostraban demasiado. Luego de ese incidente ambos ingresaron a la casa, las pertenencias de la chica permanecían en la entrada aun en sus cajas. Abrió una de las mismas sacando algunas barras de cereal, no era lo más nutritivo, pero sería un buen inicio. El cocinar no era una opción por el momento, no volvería a poner un pie en esa cocina. No hasta que estuviera en condiciones de ser usada o dejara de oler a muerte.

Retiro su envoltura entregando una a su nuevo amigo. El mismo le dio una mordida, al principió rechazo pues eran sabores nuevos y desconocidos para él. Las cosas que había probado eran diferentes, frutos silvestres que podía encontrar en el bosque. Aun así, continuó comiendo aquella comida sin mayor problema, poco a poco su organismo estaba aceptando aquel sustituto.

  • Esto no es lo más rico, pero de seguro podré acostumbrarme con el paso de los días, gracias.
  • Creo que matar no es necesario y bueno no vas a estar tan débil.
  • De verdad gracias, llevo siglos sin comer algo que no sean fruta o semillas. Odio cazar, creo que soy vegetariano o algo así.

Ambos tomaron asiento, nuevamente en esos empolvados sillones, los que pronto reemplazaría por muebles nuevos. Iba a deshacerse de la mayoría de los muebles en ese lugar. Amelie sacó su cámara digital y así poder enseñarle sus tiempos modernos, distintas partes del país y otros lugares que había visitado París, Australia y algunas islas del caribe que eran de sus favoritas.




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