12 lobos

Capítulo 3. Editado.

 

Una vez que estuvo lista empaco algunas cosas en un bolso pequeño, lo necesario como para una excursión o un día de campo, opciones igual de válidas. Llevaría sus cosas de diseño, su libreta y materiales para comenzar a crear algunos diseños. Por ahora su objetivo era estar lo más lejos posible de esa casa, ahora cualquier lugar era mejor que ese infierno.

Avanzó a paso lento hacia la salida de la morada afuera se topó con uno de los hermanos cuyo nombre no recordaba del todo, la forma en como este le veía fue extraña, se quedaron viendo por un momento, intentaba recordar su nombre, pero era bastante difícil, solo recordaba que era el menor de los hermanos.   Era el más joven y por lo que Anton le había contado, él no era muy expresivo, no hablaba demasiado, por lo que no tendría que preocuparse por recibir insultos de su parte.

 

Observo por última vez a ese extraño chico, sus ojos estaban al rojo vivo, en su mirada dejaba en claro que quería acabar con ella, pero no le sorprendía después de todo en esas cuatro paredes todos a excepción de Anton querían matarla. Iba a lanzarse sobre ella y en ese preciso momento Anton apareció tomando a su hermano por el brazo para llevárselo a duras penas, pues su fuerza no era suficiente para controlar al furioso chico.

El chico se erguía con una presencia imponente, su carácter fuerte delineaba cada gesto y movimiento. Sus ojos, profundos y penetrantes, parecían traspasar las barreras de cualquier conversación. Sin embargo, detrás de esa mirada desafiante, se escondía un torbellino de emociones incontrolables. Taylor era esa clase de chico complejo e inestable.

A menudo, luchaba por mantener a raya su ira, pero era como contener un volcán en erupción. Su temperamento agresivo y violento emergía sin previo aviso, como una bestia que se liberaba de su jaula. Sus palabras cortaban como cuchillos afilados y sus acciones reflejaban una furia incontenible.

A pesar de sus esfuerzos por controlarse, la rabia siempre parecía encontrar una grieta por donde escapar. Se convertía en un ciclón destructor, dejando a su paso una estela de caos y dolor. Era como si estuviera constantemente en guerra consigo mismo, luchando contra sus propios demonios internos.

Estaba asustada, sus piernas estaban temblorosas, los pequeños vellos de sus brazos estaban erizados, intento calmarse para continuar con su camino, no quería estar más tiempo en ese lugar, necesitaba estar a solas e intentar recuperar la cordura. Todo lo que estaba pasando, seguía pareciendo una película de terror de cuarta.  Apretó sus propios puños intentando calmarse, estaba alterado y a punto de gritar y maldecir a quien se cruzara en su camino.

Caminaba en soledad por un marcado sendero en medio del bosque que por toda su extensión estaba repleta de flores de todos los colores y tamaños imaginables, las mismas adornaban el lugar, dándole una apariencia pacífica los aromas llegaban desde todas direcciones y claro iluminando la tétrica apariencia de su nuevo hogar, totalmente lúgubre y sin vida, era todo lo contrario a lo que estaba tras ella, aquel territorio era mucho más grato que esa maldita mansión.

Amelie giró un momento para contemplar la casa detrás de ella. A pesar de las personas con las que ahora compartía ese espacio, no podía negar la belleza del lugar. El entorno era simplemente encantador: un oasis de naturaleza en medio del bullicio del mundo. El bosque se extendía majestuoso a su alrededor, con árboles que parecían tocar el cielo y una calma que solo se interrumpía por el suave murmullo del arroyo cercano.

El pequeño arroyo, con su agua cristalina y fresca, fluía serenamente al lado de la casa, añadiendo un toque de paz al ambiente. Algunos animales curiosos merodeaban por la zona, añadiendo vida y movimiento al paisaje. Pacifico, era todo lo que podía pensar en ese momento.

A pesar de la tranquilidad y la belleza del lugar, la chica no podía evitar sentir un peso en el corazón. Sabía que, aunque el entorno fuera perfecto, las personas con las que ahora compartía ese espacio complicaban las cosas. La convivencia no siempre era fácil, y había momentos en los que desearía estar sola en medio de la naturaleza, lejos de las complicaciones y conflictos humanos.

Sin embargo, también comprendía que debía aceptar esa nueva realidad y adaptarse a ella. No podía cambiar las circunstancias, pero podía cambiar la forma en que las enfrentaba. Respiró hondo, dejando que la serenidad del entorno calmara su espíritu agitado. Aunque las cosas no fueran perfectas, sabía que podía encontrar paz y consuelo en la belleza que la rodeaba.

Volvió a girar sobre sus propios pasos adentrándose un poco más en el bosque, aunque de cierta forma ese paraje le resultaba familiar, un bendito deja vu de su sueño pasado. Aquel que la había despertado con un susto. Esperaba que la mala suerte de ese sueño no se cumpliera y que solo se tratara de un mal sueño. Saco su cámara fotográfica, para poder capturar los hermosos paisajes que le rodeaban, aquel lugar le serviría de inspiración para sus futuros diseños.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo, un mal presentimiento le invadió haciéndole sentir nerviosa. Giro al sentir una presencia, sabía que nada bueno pasaría tal como en su sueño, todo había pasado de ser lindo, a volverse extraño e incómodo. Tal vez era su imaginación, pero juraba que la temperatura había disminuido drásticamente, la piel de los brazos se le estaba congelando.

A sus espaldas se encontraba uno de los doce hermanos de pie, apoyado contra un árbol viéndola de forma intimidante, aquel idiota que había jurado matarla al estar a solas ¿Había llegado su momento? Ese sueño, había sido un presagio de lo que le esperaba, su destino marcado solo por un tonto sueño. Trago saliva mientras retrocedía algunos pasos. El chico frente a ella sería el responsable de acabar con su existencia. Quería moverse y huir de él, pero estaba paralizada por él miedo, además sería inútil intentar correr, solo sería una pérdida de tiempo, él le alcanzaría al instante. Correr, solo sería gastar aliento y energía. Sus ojos se encontraron, estaba aterrada, era más que obvio, pero también sentía curiosidad por la persona que se relamía los labios mientras la veía.

  • ¿Q…qué quieres? – Cuestiono finalmente esta, la voz apenas si había salido de su boca.
  • No debes andar sola por estos bosques, algo malo podría pasarte.
  • ¿Me harás daño?
  • No, al menos no hoy. — Dio un paso hacia ella, viendo en todo momento hacia arriba. —  No lo digo por mí, no somos los únicos monstruos que viven en estas tierras. Deberíamos haberte dado esa advertencia antes. Mis disculpas. – Amelie se confundió un momento por esa disculpa, la que sonaba realmente sincera.
  • ¿De qué hablas?
  • De eso. — El moreno apunto con su índice y la chica por inercia volteó, arriba entre las ramas de un árbol, alguien se mantenía oculto entre las ramas apenas visibles por las sombras que le rodeaban, un chico de tez pálida, cejas gruesas y algo pobladas, ojos rojos y algo pequeños y una cabellera de color negro con un peinado bastante moderno, este observaba a ambos manteniendo una sonrisa en sus finos labios color carmesí. —  Lucas, no deberías estar en nuestro territorio, lo tienes claro ¿Cierto?
  • Muy claro, pero mh… es que joder Caleb, un delicioso aroma está en el aire, hace mucho no sentía una fragancia como esa, tu acompañante huele realmente bien. Su aroma llega más allá de tus terrenos.
  • Es una pena porque esta chica es de mi propiedad. — Giro el rostro guiñando uno de sus ojos a la chica, la que al instante entendió el mensaje, se dio la media vuelta para ocultarse tras un árbol, aun sabiendo que tal cosa no serviría de mucho. Sabía bien que las cosas se iban a salir de control, estar en medio de esos dos monstruos no era buena señal, había visto suficientes películas como para saber que estar entre dos seres sobrenaturales era una pésima idea, alguien siempre resultaba lastimado y en ese caso ella era quien tenía mayores posibilidades de terminar con el cuello roto. —  Así que será mejor que te vayas a cazar a otra parte, ahora tú… vámonos a casa.
  • No será fácil irte, quiero a esa chica.
  • Deberás pasar sobre mi cadáver. No vas a tocarla.
  • Será un placer entonces Caleb, espero que tus hermanos no tarden mucho en encontrar tu cadáver. Aunque no me molestaría dejarlo tirado en la entrada.
  • No cantes victoria antes de tiempo. No sería la primera vez que mato a uno de los tuyos.




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