Durante varios días todo estuvo en total calma, aunque en el interior las cosas se mantenían bastante tensas, los nervios aumentaban con el pasar de las horas y el estar entre esas cuatro paredes con un montón de lobos ansiosos no era nada agradable.
El moreno apenas si se acercaba a la joven doncella, pues en todo momento Dante se mantenía a una distancia prudente, desde las sombras o a su lado cuidando de su preciosa chica, contándole historias de la antigüedad, de cómo eran las cosas en su época, las cosas que hacían para divertirse, pero claro omitiendo detalles algo sangrientos, las aventuras de los hermanos no eran algo agradable de contar, más porque algunos de ellos solían ser bastante desquiciados y sádicos. En especial Taylor.
Por lo mismo el moreno prefería mantener las distancias, no quería ser golpeado otra vez, menos por su hermano, que, a pesar de su apariencia débil, era uno de los más fuertes del clan. Era alguien de sumo cuidado. Sobre todo, por las habilidades que poseía, aunque claro la rubia no tenía conocimiento de esto. Sus dones eran un completo misterio, incluso para sus hermanos, pues estos a pesar de conocerlo de toda la vida, desconocían como funcionaban los dones de su hermano. Tan solo tenían claro algo, su poder de control mental era fuerte, incluso algunos aseguraban que era más poderoso que el poder de convencimiento de André. Pero claro eso solo eran suposiciones, pues André estaba a un nivel superior de todos ellos, tanto en fuera física como en fuerza mental, razón por la que era el alfa.
Ambos se quedaron sentados ahí junto a la terraza que tenía vista hacia las montañas, él le cantaba bellas melodías, en un idioma desconocido, siendo sincera, no entendía ni una de las palabras que salían de su boca. Pero aquello poco importaba, la voz de ese hombre era tan hermosa que podía pasar la vida entera escuchándola, Dante poseía una voz única y angelical, cautivadora, demasiado hipnotizante. Su bello amante le hacía sentir más tranquila, calmada y sin deseo alguno de moverse ni de separarse ni por un solo minuto de aquel joven muchacho que comenzaba a robar su corazón. Estar entre sus brazos le hacía sentir reconfortada.
¿Había sido conquistada? ¿Se trataba de su primer amor? Al parecer si ya que, con cada detalle nuevo que este le brindaba, con cada pequeña caricia aquel nuevo sentimiento comenzaba a florecer en su interior, su corazón se revoloteaba y ese cosquilleo en su vientre le hacía sentir extraña.
¿Amor? Esa pregunta estaba viniendo a su mente una y otra vez, no conocía muy bien el significado del amor, nunca lo había experimentado del todo. Pero esto se estaba volviendo un deseo incontrolable de estar cerca de Dante, como si su vida dependiera de estar a su lado, le aterraba la idea de depender emocionalmente de alguien, pero era una sensación que le agradaba. Una sensación imposible de controlar. Pero aun así en su interior, existía un leve toque de desconfianza, su sexto sentido se mantenía alerta, era demasiado bueno para ser del todo real.
Un fuerte estruendo termino por interrumpir toda esa paz y tranquilidad. Gritos comenzaron a escucharse a las afueras de la mansión, el enfrentamiento estaba a punto de comenzar, más rápido de lo esperado. No era el momento para una lucha, no estaban del todo preparados, más porque no habían cazado en días y estaba sin las fuerzas suficientes para combatir a esas insaciables bestias, tendrían que improvisar, un nuevo plan que les sirviera de ayuda o al menos para ganar algo de tiempo.