Capítulo 8. Editado.

El joven de rubios cabellos se sentó en una de las pocas sillas de madera, se acomodó de mejor forma a un lado de la rubia, con sus manos apoyadas sobre sus muslos y una mirada serena, sus ojos color marrón brillaban con la tenue luz del sol que se filtraba por la ventana. Mantuvo una expresión de tranquilidad. Aclaro la garganta carraspeando repetidas veces antes de comenzar a hablar.

Dio ligeros golpecillos en su cabeza intentando recordar esa vieja historia, habían pasado años y habían sido obligados a olvidarla, era algo de lo que nadie podía hablar, demasiado sus vidas como para hacer mención alguna al respecto, pero ya no tenían muchas opciones, pues los detalles de esta no eran gratos, pero como era de esperarse ninguno de ellos borro en totalidad aquel recuerdo de su mente.

Se mantenía vivo en sus memorias, claro algo difuso por el pasar del tiempo. Pero Lucius era diferente, él era especial. Tal como había dicho su hermano, el poseía una memoria privilegiada. Podía recordar con exactitud cualquier fecha y hora. Almacenaba mucha información en su cabeza.

• Bueno, por donde empiezo.
• Por el principio idiota.
• Cállate, Logan…—  Su hermano solo rodo los ojos ante la molesta interrupción por parte de su hermano. —  Bueno como ya lo has notado la fotografía es del año 1765. En esa fecha las cosas no eran del todo tranquilas, era una época complicada para todos nosotros, había guerras por todo el mundo, batallas por toda Asia, tanto peleas de los humanos, como de nuestra especie, las nuestras eran por defender nuestros territorios y otras especies más que creo no hace falta mencionar. Nuestro clan estaba luchando contra un clan del norte que habían ingresado a nuestro territorio y estaban causando algunos estragos por la zona, eso nos estaba trayendo algunos problemas, no eran tan poderosos, además los superábamos en número. Y claro nuestros dones nos daban una gran ventaja. – Comento con una sonrisa de orgullo. —  Eran peligrosos para nosotros, con todo el caos que estaban provocando, los habitantes de algunas aldeas comenzaban a tener sospechas acerca de lo que éramos realmente. Pero bueno logramos vencerlos sin mayor problema. Caleb junto a Philiph comenzaron a buscar entre los escombros a algunos sobrevivientes en las aldeas cercanas que habían sido masacradas durante la guerra y los ataques de ese clan, hubo inocentes que pagaron con su vida nuestros actos. — Hizo una pequeña pausa para recuperar el aliento. —  Caleb encontró a Stella, ese es el nombre de ella. — Apunto a la chica del cuadro. —  La encontró mal herida casi al borde de la muerte y lo único que se le ocurrió fue llevarla junto con la hechicera, una vieja loca y desquiciada. –La rubia comenzó a jugar con sus dedos al escuchar aquello, después de todo había pasado algo similar con ella misma. Aunque omitiendo la parte de la hechicera, pues ella no tenía recuerdo de esta. —  En fin, Caleb y Stella comenzaron a enamorarse, algo que jamás le había pasado a ninguno de nosotros. El cuidaba de ella, para él no importaba nada más que estar junto a Stella. Fue tanto el amor que sentía hacia esa chica que olvido por completo que nosotros estábamos ahí, nuestro hermano estaba cegado por esa chica. El y ella hacían prácticamente todo juntos se la pasaban todo el día de allá para acá, cada día algo nuevo, eran la pareja perfecta, si creo que es la mejor descripción para ambos. Caleb estaba idiotizado, solo tenía ojos para ella y siendo sinceros era insoportable y algo desagradable sus constantes cursilerías llegaron a ser cansadoras y nauseabundas. — Un suspiro se le escapó de la boca sonriendo luego ante la concentración de la rubia. —   En ese entonces Taylor solía descontrolarse con bastante facilidad, siguió a Stella por el bosque, estaba sediento de sangre y bueno intento atacarla, su hambre era tanta que no se percató de la presencia de Caleb, ambos comenzaron una lucha, realizaron su metamorfosis frente a Stella, quien claro quedo espantada, pues no tenía idea de lo que sucedía con nuestra familia. Si había escuchado rumores, pero siempre se negó a creerlos. Nuestra naturaleza había sido revelada. Para ella, solo éramos una familia adinerada y con buen estatus económico. Nobles de alto rango. No sé muy bien que paso en ese instante, pero Caleb por alguna razón que hasta el día de hoy desconocemos, perdió el control de su cuerpo, su mente estaba nublada a causa de la ira. No reconoció a su amada y bueno la asesino, no tuvo piedad alguna con ella la destrozo como si de una almohada de plumas se tratará. Una vez que volvió en sí y al darse cuenta de lo que había hecho se fue, no supimos absolutamente nada de él, solo volvió a casa al pasar treinta años. Nosotros nos encargamos de sepultar el cuerpo de Stella, al menos lo que quedo de ella. Perdió lo que más valoraba y amaba, tú eres el reflejo vivo de Stella. Creo que esa es la razón por la cual se ha enamorado de ti, tú le recuerdas a ella, a la única persona en el mundo que ha sacado el lado bueno de ese idiota. Supongo que también es la razón de su absurdo comportamiento hacia ti en un inicio, el hacerte sentir mal fue para mantenerte alejada de él y evitar que se repita la historia.
• Ya veo. — Comento Amelie quien estaba algo anonadada por la historia relatada, paso sus manos por su cabello peinando este hacia atrás. —  pero bueno él sabe bien que yo estoy con su hermano, no cambiare lo que siento hacia Dante.
• Lo sabemos. — Dijo Sam.—  ¿Creen que la historia se esté repitiendo? Pero esta vez con Dante.
• Puede ser, lo malo de todo esto sería que nuestro Taylor enloqueciera de nuevo, no querrás verlo descontrolado. Créeme no sería nada bonito de ver. Nuestro hermano es incontrolable cuando está en un estado de frenesí, ni siquiera nuestros dones son capaces de controlarlo. De todas formas, esta vez estaremos cerca para evitar que se repita todo de nuevo. Porque a diferencia de Caleb, Dante no tendría piedad alguna en matar a Taylor. Conociendo a nuestro hermano, estoy seguro de que mataría a cualquiera que se atreviera a lastimarte. En cambio, Caleb respeta demasiado la palabra familia.