12 lobos

Capítulo 12. Editado.

 

Tal como había dicho, ellos hicieron la guardia nocturna con la intención de que los demás pudieran recuperar las fuerzas pérdidas durante aquella batalla y ese cobarde ataque por parte de esos asquerosos chupa sangre. Caleb quería matarlos por lastimar a Amelie. La mañana inició, un nuevo día, el clima comenzaba a cambiar de a poco y a diferencia de otros días, ese era más frio que los demás, la temperatura había bajado considerablemente, era más obvio por el manto de nieve que cubría todo el valle y la entrada de la caverna en donde la chica se mantenía abrazada por Dante a pesar de lo ocurrido la noche anterior. Estaba disfrutando del calor que emanaba del cuerpo ajeno. Pero aun así no se sentía del todo a gusto. Aprovechando la soledad de ambos este abrió la boca para poder hablar. Y aclarar ese “mal entendido de la noche anterior”.

  • ¿Qué fue eso de ayer?
  • ¿Qué cosa?
  • El que llamaras a Caleb en vez de a mí.
  • ¿Eso hice? No lo recuerdo ¿Qué hice?
  • Estabas medio dormida, lo llamaste y lo tocaste. No querías que se fuera de tu lado.
  • Quizás estaba alucinando. Lo siento.
  • ¿Te gusta?
  • No, claro que no. Como crees eso.
  • Solo pregunto, si llegas a quererlo no te odiaré, solo a él.
  • No va a pasar eso.

Beso los labios del pálido chico, suspirando un poco al recordar el beso que se había dado con el moreno hace ya dos noches, cuyo simple roce provoco que se le erizará la piel de los nervios. En cambio, con él era como besar a cualquier persona, no estaba provocándole nada en su cuerpo, ni esa sensación de ser poseída. Ese agradable cosquilleo que había sentido con Caleb no existía con Dante. Era un beso más.

Se separó dedicándole una leve sonrisa antes de ponerse de pie avanzando al exterior en donde se topó con el moreno de espaldas sobre la nieve, trayendo algunos maderos con él, el mismo giro y fue inevitable sonreír. Ambos tenían una gran sonrisa en el rostro. Poco a poco esa inevitable conexión se estaba haciendo más fuerte. El destino de ambos era estar juntos a pesar de todas las adversidades, ellos estaban hechos para estar unidos. Era tiempo de hablar, aquella farsa no podía continuar más, los sentimientos que creía tener por Dante no eran reales, tan solo era atracción y ya.  No había pizca de amor. Nuevamente ingreso a la caverna para poder hablar. Estaba decidida a terminar todo eso de una buena vez.

  • Lo siento. No puedo más con esto, bese a Caleb hace unos días y me encanto, lo lamento Dante, pero no podemos continuar esto. Yo estoy muy confundida. Yo…
  • Lo sé. Mis sentimientos hacia ti tampoco son del todo reales, te deseo sí, pero ¿amarte?  Jamás podría amar a una humana tan corriente como tú. — Una risa de burla se le escapó de la boca, una que llegaba a ser desagradable. —  Eres solo una humana, te manipulé, jugué con tus sentimientos, es mi don. La manipulación. Pero creo que con ese beso que te diste con mi hermano, mi truco llego a su fin.
  • ¿Ah? ¿Has estado jugando conmigo todo este tiempo?
  • Diría que lo siento, pero no. – Sus ojos nuevamente se tornaron rojos. —  ah estoy tan molesto, no pude acostarme contigo. Que lastima, de verdad es una lástima porque era lo único que quería hacer contigo. — En un rápido movimiento se puso de pie para poder sostener a la chica del cuello apegando a esta contra la pared robándole por unos segundos el aliento. —  Aunque nada me impide hacerlo en este momento, estas débil y sería fácil hacerte mi mujer. No tardaría mucho en tenerte bajo mi cuerpo en total sumisión. No podrías hacer nada al respecto.
  • Suéltame. No deseo que me pongas un dedo encima. Vete. Ya no quiero que vayas junto a mí. No quiero que alguien tan cruel como tu este mas a mi lado.
  • Sh, calla. — Se inclinó a posar sus labios sobre la blanca piel de su cuello comenzando a besar aquella zona, dejando pequeñas marcas rojizas a lo largo de su cuello, mientras sus manos lentamente se deslizaban por su cuerpo hacia la entrepierna de la chica donde comenzó a tocar sin tapujos.
  • No me toques. — Grito lo suficientemente alto como para que escuchara su grito de auxilio. —  
  • Calla. No empeores las cosas. — Continuo con sus acciones, que en el mundo de los humanos podría considerarse una violación. Dante estaba dispuesto a ultrajar a la rubia. Con fuerza tomo su ropa rompiendo esta hasta dejar su parte superior completamente descubierta.
  • ¡Que la sueltes! —  El moreno sostuvo a su hermano del cabello jalando a este al exterior de la caverna para arrojarlo un par de metros lejos de ella. —  Vete. — De inmediato apareció Mauro y los tres vampiros que quedaban con vida bloqueando la entrada de la caverna. —  
  • Bien, me iré. – Alzo las manos en señal de rendición. —  No haremos un conflicto por una humana ¿O sí? Hermanos…
  • Lárgate, Dante. – Pidió esta vez Mauro al ver los enfermos pensamientos de su hermano.

Dicho eso desapareció a toda velocidad luego de hacer su metamorfosis. No paso mucho hasta que le perdieron de vista en las profundidades del bosque.  Amelie relato con detalle todo lo que este le había dicho, los dos hermanos se quedaron viendo, ambos estaban en blanco pues ninguno de los dos había sospechado que Dante estaba usando sus dones para manipular las emociones y sentimientos de aquella chica. Ni siquiera Mauro que era capaz de leer los pensamientos, aunque posiblemente los hubiera estado manipulando a ambos o había aprendido a ocultar muy bien sus pensamientos.

  • Tenemos que movernos, ellos ya saben que estamos aquí, además ahora solo somos 5, no podríamos vencerlos a todos, aunque quisiéramos. Lograron matar a Dion y Pete, eran peleadores de Elite. – Un suspiro escapo de su boca al recordar a sus compañeros caídos. —  tenemos que movernos. — Ordeno Marcus antes de moverse. —
  • Aún estoy muy débil para caminar. Y no tengo ropa. – Menciono Amelie mientras intentaba cubrirse tras Caleb.
  • Raphael, ve a la aldea más cercana. Consigue algo de ropa para ella.
  • Te llevare en mis brazos, este chupa sangre tiene razón, estar aquí no es seguro para ninguno de los seis.
  • Esperaremos a que Raphael regrese.
  • ¿Cuánto tardará? – Cuestiono Caleb mientras giraba para apretar a la rubia entre sus brazos. —  Ven.
  • No mucho, es el más rápido de nosotros.




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