Capítulo 14. Editado,
Dos días han pasado desde la llegada a aquella villa y ya se encontraban tan solo a unos metros de distancia de la entrada principal del palacio de la joven, un hermoso lugar rodeado de árboles frutales, otros blancos con flores color azul claro casi celeste, murallas de mármol blanco, tan altas como un edificio moderno, aquel lugar estaba más fortificado que el palacio de la reina Isabel, en su mente rondaba una pregunta ¿Cómo es que nadie encontró este lugar antes? Un lugar así no podía pasar de ser percibido, mantuvo la mirada fija en las altas murallas que reflejaban el sol.
Quedo maravillada ante lo bello de ese paraje, sus ojos reflejaban felicidad instantánea. En su interior se sentía en casa. Poco a poco comenzaba a creer que todo eso era real. Al llegar a la entrada dos soldados de blanca armadura bloquearon el paso impidiéndoles continuar, el rostro de ambos soldados estaba cubierto dejando tan solo sus ojos a la vista. Ambos eran intimidantes, provocaban escalofríos y algo de respeto.
- Ya estamos aquí. – Menciono Marcus con tono autoritario. — la reina Anna querrá ver a su hija menor. — Dijo Marcus poniéndose de pie frente a ambos, con actitud dominante. El semblante de ambos soldados cambio de inmediato.
- Ella es…— Uno de los soldados se quedó boquiabierto antes de ponerse de rodillas en señal de respeto hacia la chica. De igual forma el otro imito la acción de su compañero. Ambos la estaban reverenciando, por primera vez en su vida Amelie estaba siendo respetada de esa forma, ya no malos tratos, no más gritos ni palabras de desprecio para ella. — Perdón su majestad, no conocíamos su rostro. Lamentamos nuestra imprudencia. Esperamos nos disculpe por nuestra falla.
- Oh, yo. No hay problema. — Movió las manos negando a las palabras ajenas. No sabía cómo reaccionar ante lo que estaba presenciando. — ¿Pueden ponerse de pie? Por favor… Es algo incómodo lo que están haciendo.
Dejaron el paso libre para aquel grupo quien avanzo por el largo camino de piedra blanca hacia la puerta principal en donde estaba el salón de trono y en su interior los reyes de Kerstorm. Los guardias se quedaron viendo con algo de recelo a los lobos, no era difícil reconocer a los de su especie. El color de los ojos era algo distintivo. No era para menos, ambos lobos llevaban ya mucho sin cazar y sus ojos nuevamente tenían esos llamativos colores, además de sus prendas y claros sus largas cabelleras, no era difícil reconocer a ese par de hermanos. Ambos observaban hacia todos lados, las miradas de todos estaban puestas sobre ellos.
Sus padres y como había dicho el vampiro, la hermana mayor de la joven se encontraba de pie a un lado de sus padres. Quedo sorprendida, pues el parecido entre ambas era mucho. Sintió algo de nervios al ver a aquellas personas desconocidas, aunque encontró un leve parecido con quien supuestamente era su hermana, mismos ojos claros y cabello del mismo tono, al igual que el rubio de sus padres. Un suspiro salió de sus labios, finalmente había creído todo lo que le habían contado.
- ¿Ella es? — Cuestiono la reina Anna quien se puso de pie caminando a toda prisa en dirección hacia la chica demostrando clara emoción al reencontrarse con su hija. — Si eres tú, reconocería tu rostro en cualquier lado, veintitrés años hemos estado esperando por ti y tu regreso mi querida niña. Estas realmente muy hermosa. Ciertamente has heredado la belleza de tu padre. Y por cierto soy Anna, el. — Sosteniendo la mano del hombre que se posicionaba a su lado. — Tu padre Eric y tu hermana Arianne.
- Un placer conocerlos a todos, estoy emocionada. Creo. Es difícil explicar cómo me siento en este momento. – Comento con cierto nerviosismo, sus manos no dejaban de temblar.
- Ellos ¿Quiénes son? –Cuestiono la reina con cierta confusión sin quitarle la vista de encima a ambos hermanos.
- Él es Caleb y Mauro. Son mis amigos. Mi familia. — Miro a ambos dedicándoles una sonrisa, pues después de tanto tiempo y tantas peleas, finalmente se veían como una familia, debían protegerse entre todos.
- Son hombres lobo majestad. — Respondió uno de los vampiros que se mantenía atrás, siendo fulminado por Marcus quien solo atino a darle un fuerte golpe en uno de sus hombros ante lo desatinado de su comentario, no era algo que debía saberse tan pronto.
- ¿H…Hombres lobo? Son bestias peligrosas, ¡guardias! — Ordeno el rey quien retrocedió algunos pasos cubriendo sin demora a su familia.
- ¡No! — Alzo la voz Amelie para que no ocurriera nada, no soportaría perder a ninguno de los dos. — Son mi gente, ellos salvaron mi vida en muchas ocasiones, si les hacen algo a ellos, tendrán que pasar sobre mí. — Sostuvo la mano del moreno con fuerza viendo fijo sus ojos, pues no permitiría que le hicieran daño, a ninguno de los dos. —
- Está bien, si es así ellos van a ser nuestros huéspedes. — Comento el rey antes de poner ambas manos sobre los hombros de su hija para poder dejar un beso sobre su frente. — Bienvenida a casa, tu hermana te mostrara tus aposentos. Y dormitorios para tus acompañantes. –La mirada de la reina y Mauro se encontraron por un instante, lo que provocó una extraña sensación en él. Mauro no podía leer sus pensamientos, había algo que evitaba que este pudiese descubrir cualquier cosa, en el fondo sabía que algo estaba mal, su lobo interior le advertía del constante peligro, no iba a bajar la guardia y se mantendría atento a cualquier cosa fuera de lo normal. —
- Ven. — La joven rubia, un poco más baja que Amelie sostuvo la mano de su hermana para poder guiarla hacia los dormitorios seguida de Caleb y Mauro. Quienes se mantenían alertas en todo momento, sobre todo Mauro, quien ahora desconfiaba, por alguna razón ese lugar no le daba buen vibra. En su interior sentía que nada estaba correcto.