Capitulo 11
Termine de comer, y me levante para ir hacia el gran comedor. Deje que Na Hee descansará, de seguro, apenas ha dormido durante estos días. Mis piernas estaban pesadas, como si tuviera dos grandes pesas atadas en mis pies, me siento bastante débil. El silencio en casa es incomodo, demasiado incomodo para mi gusto. Al llegar a la sala la reacción que esperaba por parte de mi padre fue la acertada. Una bofetada contra rostro, haciéndome voltear hacia un costado, de mi labio inferior un hilo de tibia sangre bajo hasta mi mentón y de mis ojos algunas lagrimas que lograron erizarme la piel. Esperaba su enojo, pero que me golpeará, jamás. Es la primera vez que me pone una mano encima.
No podía continuar en ese lugar. Me di la media vuelta, comencé a correr cambiando mi forma mientras lo hacia. No tengo idea de donde iré, solo se que no deseo estar en casa en ese momento. Continué corriendo por horas, sin darme cuenta, llegue hasta un barranco, cerca del mar, podía sentir la brisa marina contra mi rostro, y ese fuerte olor a sal inundando mis fosas nasales. Cambie mi forma quedando sentado en aquel lugar, viendo como el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, ese lado humado que mantenía siempre oculto, en ese momento estaba saliendo a flote haciéndome sentir débil e indefenso.
Aun me cuesta creer que estuve muerto, que perdí la vida ¿Pero que recibí a cambio? Un simple gracias bastaba. A lo lejos percibí un aroma desconocido, aunque similar al de los lobos. Tal vez otra manada. Gire, y tras de mi una pareja de lobos, quienes cambiaron a su forma humana, dos chicas, de cabellos platinados, pálidas, con un rostro angelical, pero intimidante.
Me puse de pie comenzando a caminar tras ellas, quienes en todo momento se mantenían de la mano. Creo que el lazo entre ambas es bastante fuerte. Pasado un rato llegamos a una enorme cabaña, logre sentir al menos unos veinte lobos mas por todo el lugar. Apenas puse un pie en el lugar las miradas sobre mi no tardaron en hacerse presentes.
El ambiente era de fiesta, tal vez una celebración, o quizás siempre son así en este lugar. Camine por la sala principal, tomando asiento en un sofá algo alejado, con mi cabeza apoyada contra la pared, pensando en todo momento en las palabras que mi padre decía, y en ese golpe. Los decepcioné. Mi madre, ella, no puedo ni imaginar como reacciono, ah ¿De verdad estuve muerto? Aun me cuesta creerlo, además los recuerdos de aquel día solo llegan hasta el momento en que me desplomé, después de eso, solo me dormí.