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CAPITULO 2 EL CHICO DEL ASIENTO DE AL LADO

CAPITULO  2

EL CHICO DEL ASIENTO DE AL LADO

 

Él estaba caminando por entre los asientos, quizás los lentes negros que llevaba sobre mis ojos podían disimular un poco el hecho de que lo estaba siguiendo en cada unos de sus movimientos, era un chico alto, de piel apiñonada, vestía una chamarra negra y bajo de ella una camisa a cuadros de color gris y blanco, el pantalón negro era la prenda final para a completar su conjunto que usaba hoy. Me sentía aún más inquieta porque la barba que llevaba consigo hacia un perfecto juego con su melena de cabezo quebrado que salía levemente por de bajo del perfil de su cabeza, y cubría ligeramente su frente hasta alcanzar el arco de sus ojos, ya había dejado de engañarme, él me gustaba mucho, de alguna manera su cabello tenía para mí un encanto adicional, ya en una ocasión se había sentado en un asiento delante de mí, y había tenido la oportunidad de perderme en su cabello, si pudiera explicar lo mucho que me gustaba verlo caer por debajo de su cabeza, hasta alcanzar su cuello, parecería que se convertía en un fetiche verlo, siempre lo llevaba aun húmedo, quizás sea porque también terminaba de salir de una buena regadera,  una pequeña cascada de cabello semi-rizado, perfectamente alineado, que se mantenía fresco y húmedo, era muy tentador pasar mis manos por encima de él y acariciarlo, era una tentación, muy bien controlada por mi persona, pero no por eso ignorada a mi vista.

Él se había sentado en los asientos de la fila al lado de la mía, últimamente lo había notado que se sentaba bastante cerca de donde yo me encontraba, o ¿acaso era mi imaginación?, el permanecía en silencio y con la vista hacia el frente, ¿acaso estaba nervioso? O ¿eran ideas mías?, me sentía un poco nerviosa al parecer observarlo de manera desvergonzada por debajo de mis lentes, de vez en cuanto hacia girar mi cabeza como si quisiera ver por ambos lados de las ventanas del camión, la realidad era que buscaba tener una imagen más panorámica que pudiera disimular mi pretenciosa intensión.

Era una sensación dulce poder verlo antes de comenzar mi día, era como un pequeño postre antes de comer. Sin embargo, muy en el fondo tenía pequeñas punzadas que reprimía y me hacían sentir avergonzada de mí misma. Es como si de repente algo en mi cabeza me dijera “¿cuántos años tienes, quince?, en cuanto sentí ese pensamiento pasar por mi cabeza, giré mi cabeza hacia mi ventana como queriendo escapar, y de un momento a otro, en mi cabeza comenzaron a pasear bastantes ideas como si fueran voces que reprendían aquellos sentimientos que me embargaban en este momento.

Estaba por bajar del camión y de mi bolsa tome mi cartera, saque un billete de 20, mientras con me acomoda para caminar entre los pasillos, sujetándome de las agarraderas para no caerme, en ningún momento se me ocurrió mirar atrás, no quería imaginar la posibilidad de que el me estuviera mirando, de alguna manera me hacía sentir nerviosa, y al mismo tiempo recordaba ese tipo de nerviosismo, ese nerviosismo de pensar que podrías hacer una tontería en cualquier momento y él lo vería; una caída quizás, o se podrían caer mis bolsas, o el chofer podría frenar de golpe y con la fuerza de aquel freno, verme estampada casi contra su parabrisas, y cuando eso sucediera él podría estar mirándome y vería mi rostro sonrojado por la vergüenza.

No, no, no, no quería pensar en todo eso, no quería pensar en las posibilidades absurdas, nada de eso podría pasar, y aun mas porque con esos temores ansiosos, mi cuerpo por conducta propia ya ha prevenido cualquiera de esas fallas, he afianzado mis pies y mis manos con fuerza y firmeza, no me caeré, me he levantado de mi asiento un poco antes de lo necesario, para decirle al chofer que bajare con más anticipación, de esta forma, él no tendría por qué frenar de golpe. Me vuelvo una histérica en mi interior, solo para poder parecer que soy un intento de perfección. Solo por unos cuantos minutos, solo de aquí en lo que desaparezco de su vista. Solo me permito intentar se perfecta, mientras aun estoy en el autobús, este al fin se ha detenido, con mi mano tomo mi cabello y lo coloco todo sobre mi hombro izquierdo, y es entonces que entrego el pago al chofer y este me regresa el cambio, agradezco al mismo tiempo que recibo el dinero y con ello encamino mis pasos de forma ligera y grácil para bajar por las escaleras.

El autobús arranca y veo que se aleja lentamente, entonces suelto el aire:

- Porque haces que me comporte como una estúpida adolescente –

Siento mi cuerpo destensarse, mi cabello permanece recargado en mi hombro izquierdo, es entonces que escucho el timbre de mi teléfono.

- Si, no te preocupes, ya voy llegando, espérame diez minutos estoy en la parada, no te desesperes- me sonrió- trajiste las galletas porque yo ya tengo el café- comienzo a caminar – ya te dije que no seas ridículo, aun me debes un favor, está bien ahorita te veo-

Había colgado la llamada, los pendientes no se hacían esperar y yo aun estaba pensando en aquella dulce sensación de haberle visto de nuevo.




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