CAPITULO 4
LENGUAS FLOJAS
Por las mañanas era cuando mayor ajetreo había en la bodega, se tenían que tener bastante cuidado de haber dejado el día anterior el orden correo de los paquetes a entregar, es decir dentro de mis labores, como encargada del área tenia que generar la logística y la distribución para que cada encargo llegará con su respetivo solicitante y para ello se tenia ya diseñada una ruta de entrega por cada uno de los operadores.
Todas las mañanas muy temprano los cargadores y choferes preparaban cada unidad con los paquetes conforme al reporte de logística, esto con la finalidad de que la ruta fuera la mejor establecida posible, donde se ahorrará tiempo y por supuesto combustible, eran 30 rutas disponibles para poder cubrir toda la ciudad, en el tiempo establecido de su turno completo.
- Pero Lucy, que gusto de volverte a ver
- Buen día Manuel.
Como parte de mi trabajo también era revisar la salida de la tripulación con el material completo del día, esto con la finalidad de evitar algún a incidencia o queja de los clientes, al mismo tiempo verificar que la flotilla de trabajadores este completa, además de solucionar posibles inconvenientes que surjan antes de iniciar la ruta. Era un trabajo que ya conocía bastante bien y con el cual estaba mas que familiarizada con realizar.
Manuel es un hombre adulto de unos treinta y cinco años, con cuatro hijos, sabía que recientemente ha tenido problemas con su pareja y actualmente no vivía con su familia, esto directamente lo sabía por él mismo con quién ya había tenido oportunidad de platicar ya sea antes de iniciar ruta o al terminar, parecía ser un hombre tranquilo, pero a veces solía hacer comentarios inapropiados del personal.
- Y entonces Lucy, ¿Cuándo me vas a dejar invitarte un café? O ¿prefieres una cerveza?, tu dime.
- Muchas gracias Manuel, pero sabes que no te puedo aceptar la oferta.
- ¿Por qué no?, nada mas vamos a tomar algo, y nos regresamos, ¿Cómo ves?
- Te agradezco mucho, en verdad, pero no puedo aceptarlo.
- Lucy, Lucy, Lucy, eso de ser tan seria te va a hacer daño.
- Creo que puedo vivir con eso – me sonreí – ándale apúrate que ya son las diez y media. Necesitas estar en tu primera entrega a las once.
- Yo llego, no te preocupes, nos vemos en la tarde. -
Manuel subió al camión que ya llevaba algunos minutos encendidos y se arrancó, poco a poco aquel lugar comenzó a vaciarse de unidades y con ellas se fueron también el ruido de los motores, y las voces fuertes y graves de los choferes que hace unos instantes inundaban por completo la bodega entera.
Ana había estado apoyando en el otro extremo en caso de que se requiriera algo o para aclarar dudas de la ruta, esta vez llevaba un pantalón de mezclilla y una camisa a cuadros, traía un chaleco azul y unos lentes junto con unos zapatos de seguridad que se veían demasiado bruscos para su delgado cuerpo. Cuando todos se habían ido y el lugar quedó vació y en calma, la chica regreso para donde me encontraba, parecía caminar con paso veloz hasta alcanzarme y colocarse junto a mí.
- Lucy, ¿Manuel te estaba molestando?
- Realmente no, solo estaba jugando.
- A mi ese señor se me hace tan odioso, que bueno que casi no tengo que tratarlo – rara vez había escuchado a Ana expresarse mal de alguien, normalmente era una chica muy dulce y un poco atolondrada, pero parecía llevarse muy bien con la mayoría de las personas con las que tratábamos –
- ¿Y por qué?
- Porque cuando habla siempre siento que está buscando otra cosa. ¿No te molesta eso?, aquí trabajamos con bastantes hombres, el poco tiempo que he estado aquí, ha habido muchos que me han invitado a salir. Me imagino que a ti en algún momento también te estuvieron insistiendo –
Ella tenía razón llevaba en la empresa mas tiempo de lo que quisiera aceptar, a veces me veía en ella como la misma chiquilla que hace unos años había llegado buscando una oportunidad, y en este lugar me la habían dado, en este trabajo logré muchas cosas, y ahora me daba cuenta que tras los años que llevaba aquí no solo tuve un crecimiento laboral, yo misma había cambiado. Llegue cuando tan solo tenía dieciocho años y ahora han pasado casi diez, recién he cumplido veintiocho, el cuerpo que ahora tengo ya no es el mismo, he subido de peso, mi cabello lo he cortado incontables veces, y hoy nuevamente vuelve a estar largo, mi forma de vestir a cambiado, antes podía vestirme más casual como Ana, pero ahora, mi ropa es mas formal, recordaba que cuando recién comenzaba a trabajar traía un morral hecho con tela artesanal, ahora llevo un bolso y una lonchera que compre por catálogo, solía usar constantemente tenis y ahora uso botas, recordaba que tenía un piercing en el estómago, otro en el labio y uno mas en la lengua, todos ellos me los había retirado conforme iba avanzando en el puesto y me sentía con mayores responsabilidades.
- Recuerdo que cuando recién llegué a trabajar, tuve bastantes propuestas, a veces me llegaban mensajes a mi teléfono de números que no conocía precisamente invitándome a salir.
- ¿Y no te sentías molesta?, a veces creo que nada más están viendo quien les dice que si para presumir entre ellos.