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CAPITULO 7 TODO ESTA EN MI CABEZA

CAPITULO 7

TODO ESTA EN MI CABEZA

 

Domingo de descanso, llevo toda la mañana en casa, no rego la más mínima intensión de salir, son de esos días en que quedarse en casa era más que suficiente para recuperar un poco física y mentalmente. Leer un rato, ver una película, escuchar música e incluso poner un poco en orden la casa, ordenar nuestro espacio personal, nos abre la pauta de poner en orden incluso también nuestra propia cabeza.

Me suele servir, mientras limpio y acomodo, las ideas en mi cabeza también van tomando forma, limpiar los muebles, me ayuda a poner en claro ciertos acontecimientos, barrer, trapear, lavar trastes, es una actividad que realizó de manera automática, lo importante es lo que dentro de mis pensamientos está sucediendo.

Al final de día el tomar un baño repara mi cuerpo cansado de ir de aquí para allá, de subir y bajar y por supuesto la parte más creativa de mi cerebro de activa y esta alerta.

Estar limpia en un lugar limpio me llega de regocijo y satisfacción.

Paseo mi cuerpo desnudo y recién salido del baño por el espejo de mi habitación y veo a aquel cuerpo que ha permanecido dándome asilo durante toda mi vida, veo las cicatrices que le he ocasionado, veo las estrías producto de mi cambio de niña a mujer, veo mis pechos, que aun que pequeños, siguen siendo firmes, veo mi rostro aun juvenil y lleno de vida, veo mi vientre un poco descuidado a causa del estrés y mi ansiedad. Durante mis últimos dos años de universidad a causas de toda la carga de sobrellevar un trabajo, practicas y una escuela, me quedaba escaso tiempo que usaba para dormir mas que nada y a causa de esa pequeña fatiga comencé a comer de más, a destiempo y comida en su mayoría llena de carbohidratos y grasa, hoy mi cuerpo reflejado en una forma algo robusta y ya no tan firme como hace algunos años. Creo que es uno de mis mayores pesares, a pesar de que me lo he propuesto, no he logrado recuperar mi peso.

No es como que tenga la misma digestión que cuando tenía veinte, pero tampoco he logrado establecer una agenda para llevar mi vida sedentaria a un poco de actividad. Se que sigo siendo atractiva para mas de uno, pero incluso yo misma a veces me siento pesada.

Veo mi cuerpo frente a mi y añoro verlo con la forma de algunos ayeres atrás. Estoy esperando poder comprar mis muñequeras y coderas y poder salir a patinar una vez más, estoy segura que eso me ayudaría bastante.

Estoy tendida en mi casa, con mi cuerpo aun desnudo sobre las sabanas limpias y perfumadas, sentir el tacto de mi piel sobre la ligera tela, me hace entrar en un momento de relajación extrema, me siento cansada del ajetreo del día y ahora me tomo unos minutos para tranquilizar mi alma.

Mis pensamientos vuelven a él.

Había algo que me detenía a acercarme mas aún, y era básicamente mi propia inseguridad. La inseguridad de haberme descuidado, la inseguridad de no pensarme suficiente.

Me avergonzaba admitirlo, pero en el fondo mas lejano de mi consciente, la pequeña voz que, hacia un eco, como aquel fantasma que pena en la oscura penumbra de nuestro interior, donde incluso nosotros hacemos oídos sordos a nuestra propia voz, aquel pequeño ente seguía susurrando con firmeza, unas palabras que mi mente quería evadir.

“Tu no podrías ser tan bonita como para que él se fijara en ti”.

La lucha de mi razón contra mi inseguridad se acentuaba al ver a mujeres que a mis ojos eran mas hermosas, mas perfectas, mas agradables, e incluso más interesantes.

Pasar por la etapa de ir de los veintes a los treintas me estaba costando pequeños retos de una batalla interna que estaba en apogeo.

Por un lado, verme caminar por aquel sendero sin ansiar formar una familia, por el otro la idea provocativa de sentirme amada una vez más. La lucha contante de una familia conservadora que esta acostumbrada a que sus mujeres a mi edad ya estén casadas, establecidas con un hombre y sean madres, por el otro la tentativa de verme como aquella oveja negra que ambicionó más allá de ser la mujer que es el pilar de algún hogar.

Las derrotas y los placeres.

El dulce placer de saberme independiente, luchar para mí y por mí, la libertad de hacer lo que me convenga sin la idea de que mis decisiones dependan de alguien más. La dulce ilusión de encontrar a alguien con quien pasar compartir lo bueno y lo malo, llegando a envejecer juntos.

Coloque la bata sobre mi pecho y mi entrepierna, la perspectiva de sentirme deseada por alguien llegó a mi cabeza. Estar en la cama desnuda cubierta únicamente por esa prenda, podría elevar la libido en cualquier pareja.

La situación no era algo lejano a mi imaginación. Durante los últimos años un amigo de la infancia se estaba volviendo un poco insistente en ese aspecto. Años atrás me había hecho insinuaciones en ese aspecto, pero hace poco quiso hablarme de todas las veces que quiso ir más allá conmigo. Aún ahora lo veo con la intensión de estar conmigo.

Mensajes de texto, llamadas nocturnas, visitas constantes, todo parece indicar ir hacia un solo interés, silencioso pero constante.

En algún momento llegue a considerarlo, por el simple hecho de tener un poco de entretenimiento sin compromiso, pero decidí permanecer a raya, ya que tiene un pequeño defecto, él ya está casado.




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