Masen es un reino en una pequeña isla entre América y Europa que se divide en cinco ciudades, condados o distritos (todo el mundo las denomina diferente), nombrados bajo el apellido de quienes gobernaron cada ciudad después de la re-organización del siglo XV: Ross, Kostova, Steeves, Moonrose; y el Distrito Masen, la capital.
Ross es ‘‘la parte alta’’, donde viven las clases altas: empresarios, políticos, y algunas mafias (aunque ellos nieguen su existencia). En Ross todo son mansiones, jardines espectaculares y formales reuniones. Un ambiente controlado y una sociedad cerrada y exclusiva.
Steeves es todo lo contrario, los barrios bajos. Los pobres, los delincuentes y los adictos viven en sus calles y allanan sus casas. Fábricas abandonadas desde la Revolución Industrial y almacenes llenos de contrabando decoran las avenidas lúgubres y sucias. Está en la costa, los muelles por los que entraba el comercio marítimo más importante en los viejos tiempos están ahí, destruidos. Es un ‘‘sitio olvidado por los ángeles’’, diría mi abuelo.
Kostova son los suburbios, el distrito más pequeño no únicamente en tamaño, sino en población. Ahí hay sólo dos escuelas y puros comercios pequeños. Los habitantes se conoce desde antes de nacer, prácticamente, y las casas son todas básicamente iguales. En Kostova hacen las más divertidas y locas fiestas que pueden existir (nótese que estoy rodando los ojos ante la ironía).
En la capital todo es modernidad. Tienen el más bonito transporte público, rascacielos, monumentos y edificios artísticos; además, su gente siempre anda corriendo aquí y allá. En Masen viven los trabajadores de las empresas que los habitantes de Ross tienen instaladas, oficinas y oficinas de las élites trabajadas por sus habitantes. Las universidades más importantes están ahí, mientras que las más exclusivas pues… en Ross.
Moonrose es lo contrario, es mi ciudad natal. Todo es de lo menos moderno aquí, y tenemos el castillo donde viven el rey y la reina de Masen, y, por decreto real, Moonrose es sumamente conservadora. Es una ciudad como sacada de cuento de hadas. Aunque no, no es aburrida en lo absoluto. Es única y sumamente especial.
Mientras crecía en el lado este de Masen, ahí donde se alza la luna, nunca pensé en lo que mi vida significaría. Amé, sufrí, gané y perdí; así es la vida. Pero la vida en Masen… bueno, eso es otra historia.
Una historia muy larga, a decir verdad. Por eso me tomé el tiempo de reunirla. No precisamente en el orden de los hechos, sino en el orden en que pude ir recolectando las historias completas. No sólo la mía, sino la de todos aquellos que han hecho algo por la ciudad, o por mis amigos. Bueno, malo… ya lo verán ustedes.
Me llamo Karla Moonrose, y esta es la historia de mi reino.