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A partir de aquella tarde, Gulf esperaba a Mew en la fuente cada puesta de sol. Al principio, la timidez de éste no le permitía hablar mucho. Gulf lo conocía entonces solo lo observaba, miraban el cielo, veían a la gente pasar, contemplaban la caída del sol, pero ninguno de los dos decía demasiado...

Pero unas cuantas tardes después, Gulf ya no lo soportó más y aprovechó el silencio de Mew para contarle cosas que nunca antes se había animado a contarle:

- La primera vez que te vi en preescolar quedé tan atontado que me eché encima todo el tarro de pintura azul. La maestra me castigó el resto de la tarde. Pero a mí no me importó. Mi madre no entendía por qué de repente yo deseaba ir todos los días al jardín y no perderme ninguna clase. Debe ser que tiene una noviecita, escuché a mi padre decir en la cena. Que sea rubia, de ojos azules, hijo, me susurró mi madre. ¡Morochita, no! Tenemos que aclarar la raza...
Justo el día que cumplí dieciséis años, estaba decidido a contarle a mis padres que te amaba pero ya con toda la familia reunida a la mesa, escuché a mi madre contarle a una de mis tías el último chisme del barrio. Ese joven Mew, el que vive allí enfrente, hijo de una madre soltera y que seguramente no sabe ni quién es el padre, ¡ es gay! Parece que el mismo Mew lo confesó hoy en el colegio. Por supuesto, yo como presidenta de la asociación de padres ya comencé a juntar firmas para su expulsión. Desde pequeña nuestros padres nos enseñaron moral y ética y el verdadero significado de familia y amor... Esa noche acabada la cena, me escabullí cuando nadie me veía y me paré debajo de tu ventana,¿te acuerdas?

Mew asintió levemente. Gulf continuó:

- Esa noche me sentí un cobarde con mi propia familia y decidí no serlo contigo, por eso te fui a buscar. Estaba decidido a confesarte que te amo.

Mew tenía el rostro empapado en lágrimas.

-Cuando me viste en medio de la calle, -siguió diciendo Gulf con apenas un hilo de voz-tirando piedritas hacia tu ventana, gritaste. Pero como yo no te hice caso, saliste corriendo de la casa hacia mí.

-Pero no llegué a tiempo...

- Eso fue lo último que yo pensé cuando vi las luces del automóvil frente a nosotros, que ya no había tiempo... Pero me equivoqué. Aquí estamos, tú y yo, mirando el cielo del Crepúsculo, contando estrellas con todo el tiempo del mundo... ¡Te amo, Mew!

Mew iba a responder pero una voz dulce les llegó a ambos desde la pequeña casita de techo a dos aguas:

-¡ A cenar!

- Abuela, ¿puede cenar Mew con nosotros?

-¡ Por supuesto, corazón! Si tú no lo invitabas, lo iba a invitar yo.

Gulf limpió las lágrimas del rostro de Mew y lo tomó de la mano. Antes de entrar en el pequeño umbral de la casa de solo una habitación, Mew se acercó al oído de Gulf y le susurró
- Yo también te amo...- y lo besó con dulzura.

-Gracias por no hacerme esperar hasta la próxima vida...

Y entraron a la casita riendo a carcajadas.

Un suave viento del sur que se levantaba en ese momento transportó el sonido de esas risas hasta un camino de piedra lateral. Una mujer seria, de rostro fruncido, sintió que la sangre se le helaba en las venas al oír lo que le parecieron risas. Miró hacia los costados pero no vio a nadie.

- ¡Vámonos de este lugar!

-¿Qué sucede?- le preguntó el marido de muy mala gana.

- Nada...

- Pero...,¿y las flores? ¿No dijiste que tu psicóloga te sugirió que le pusieras flores a la tumba del muchacho también cuando viniéramos? El muchacho intentó salvar a nuestro hijo...

- ¡Exacto! Lo sugirió, como bien dices, y lo intentó...pero no lo logró...- repitió la mujer- No logró salvarlo y además él no está ni esa tumba ,ni en el Cielo con nuestro hijo. ¡Está en el Infierno! Porque al Infierno es a dónde van todos los gays...

Y a paso presuroso, atravesó el portón principal del viejo cementerio '13 HOPE', palideciendo ante lo que le pareció una nueva carcajada que el viento sur le volvía a traer golpeándole el rostro como si fuera una gélida bofetada...