Todo lo que hay en tu interior son sentimientos encontrados. Como la mayoría de las cosas en la vida, no hay un blanco o un negro, todo se trata de matices, de variedad y dicotomías. Es uno de esos casos en los que sabes que tu situación no es completamente buena, y de la misma manera, tienes la certeza de que no es completamente mala.
Hablemos primero del dolor, sabiendo que muchas de las decisiones que tomamos en nuestra vida conllevan tristezas, miedos y decepciones dentro de sí mismas. El sentimiento más inminente en ti es el miedo, que aunque ha menguado, sus punzadas siguen presentes en tu vida, y sus ataques llegan en los momentos menos esperados. Aún queda un camino largo por delante, y las lágrimas son pan de cada día en cualquier momento; Desde sentir que tienes que hacer cosas todo el tiempo para evitar sentirte culpable, hasta simplemente no saber cómo debes actuar frente a las diferentes situaciones y en frente de las diferentes personas.
Pero aquí tienes tu lado bello, has tenido tanto miedo, has llorado tanto y has callado tanto, que en este momento apenas puedes creer que te estás abriendo ante todos, que por fin estás saliendo de esa cárcel personal en la que, sin darte cuenta te has encerrado. Aquí es donde comienzas a sentir liberación, aquí es donde sabes que aunque todo sigue muy oscuro, va a llegar ese momento de luz tan anhelado en el que te vas a refugiar, solo debes tener paciencia.
También tu perspectiva cambia, y al ver como las cosas ya no son las mismas que hace un tiempo atrás, en los días de positivismo y esperanza incluso llegas a imaginar que todo lo que vives es un vaso de agua en el que tú misma te quieres ahogar. Y en el fondo de tu corazón tienes la certeza de que este tipo de días se van a hacer cada vez más frecuentes y cada vez van a ser mucho más realistas.
En tus apenas dieciocho años sabes que el camino es largo, que lo que ahora sufres no durará mucho más, que algún día tendrás la edad y sabiduría que tienen esas personas llenas de gracia a las que llamas abuelos, y en ese momento podrás sonreír, dándote cuenta de que las cosas eran más fáciles de lo que pensabas, pero que al mismo tiempo eran situaciones y experiencias por las que tenías que pasar para formar tu carácter.
Y bueno, yo por mi parte me permitiré contar esta historia, manteniendo el firme deseo y la esperanza de que a alguien le pueda interesar, y ¿Por qué no? Tal vez alguno de los que estén leyendo esto pueda encontrar refugio en las palabras, como muchos lo hemos hecho durante nuestra vida.
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Editado: 02.07.2019