14 días para decirte que te amo

Capítulo Cuatro: 02/02 - Valdivina.

Narra Valdivina.

 

Jueves, 02 de febrero de 2023.

 

 Cómo odio los días en que me paro con jaqueca –como hoy–. No bebi tanto como pararme así, por lo que sin duda debe deberse a qué me drogue ayer por primera vez en mi vida. Malditas sean las tipas esas.

 

 ¿Qué me habrían hecho si Paulo no hubiera llegado?

 

 Mejor no saber la respuesta a eso.

 

 Todos estos años regañando a Renata porque nunca dice que no a los favores que le piden y yo no le dije que no a drogarme, que es aún peor.

 

 Me incorporo en la cama. Necesito algo para la cabeza, pero al ponerme en pie se me va toda jaqueca automáticamente.

 

 Estoy. Desnuda.

 

 Y.

 

 Hay. Un. cuerpo. En. Mi. Cama.

 

 —¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! —exclamo, negando repetidamente.

 

Caigo de rodillas.

 

 Díganme que no me acosté con un desconocido, por favor.

 

 ¿Quién diablos es el imbécil que irrumpió mi norma de no traer nadie a mi casa, de no follar, ni ensuciar mi cama? ¡¿Quién?! 

 

 No. Debo conocer la identidad del maldito.

 

 Poniéndome de pie, camino de cuclillas y deslizó un poco la cobija para conocer con quién me acosté –si lo conozco–.

 

 Me retractó.

 

 Quiero a un desconocido en mi cama. Es una mejor opción.

 

 Vuelvo a caer de rodillas.

 

 Me he acostado con mi mejor amigo.

 

 Me llevo las manos a la cabeza.

 

 ¿Es posible que lo que más me disguste es que no lo recuerdo?

 

 Aunque mi cuerpo sí, porque una ola de placer está presente en cada fibra de él.

 

De nuevo en pie –ya parezco un disco rallado. De rodillas. De pie. De rodillas. De pie– y deslizó un poco más la sábana. Debo saber que me hizo gozar tanto, ¿no?

 

Golosa ante todo.

 

 Por desgracia, Paulo se remueve en ese momento y solo logro ver unos arañazos en su espalda.

 

 Caigo de rodillas.

 

 Tonta, Valdivina, tonta. 

 

 ¿Cómo piensas en esas cosas cuando no sabes cómo afectará esto en su amistad?

 

 Ay, no, no, no, no, seguramente Paulo no quiera saber más de mí.

 

 —Li... 

 

 Siento la mano de Paulo en mi mejilla y mi cuerpo se estremece. Okey, definitivamente yo no lo recuerdo, pero a de haber sido muy bueno como para que mi cuerpo reaccione así.

 

 Paulo se incorpora en la cama, arrugó mi cara en una mueca de disgusto al ver que lleva unos boxers. Yo estoy desnuda. Yo quiero ver quien me dió como para que mi cuerpo aún sienta el placer recorrerlo. Yo estoy muy disgustada con estar desnuda y él ahí tapándose el paquete.

 

 Resoplo y desvió mi rostro. No quiero que vea mi clara molestia.

 

 Escucho a Paulo reír. Claramente no he sido muy disimulada con mi disgusto y a él le causa gracia. Me volteo hacia él.

 

 —Lo lamento, Paulo, yo... —antes de que pueda decir algo más él me abraza, interrumpiendo cualquier cosa que puedo decir.

 

 Mis pezones se ponen duros al sentir el contacto directo con su pecho.

 

—¿Qué tan bueno habrá estado como para que mi cuerpo reaccione así por primera vez con una persona sin la necesidad de que me toquen lascivamente?

 

 Antes de que pueda controlar mi boca ya he pronunciado estás palabras.

 

 La risa de Paulo se escucha por toda la habitación.

 

 ¿Él que me dice doña risitas por reírme mucho ahora se ha reído en varias ocasiones en unos minutos?

 

 —Yo... —busco una excusa rápida cuando nos separamos —No recuerdo nada...

 

 Paulo asiente.

 

 Sin embargo captó algo de decepción en su mirada.

 

 —Escucha... —trato de arreglarlo, pero Paulo me interrumpe.

 

 —¿Quieres que me vaya? —se lleva una mano en la nuca.

 

 Quiero que me hagas recordar la follada que me diste.

 

 —¿Nosotros..? —no termino de formular la pregunta cuando él ya me da una afirmativa —Vaya, por lo menos ahora sí confías en mí como para decirme esto 

 

 Lo hago intencional, pero me refugio en mi molestia para escapar de la situación de que nuestra amistad peligra.

 

 Sin esperar que diga una palabra más Paulo recoge su ropa y se viste.

 

 —Espero que puedas perdonarme... —dice con tristeza antes de salir de mi habitación.

 

 Extiendo mi mano hacia la puerta como si eso lo fuera a regresar.

 

 Tonta, Valdivina, mil veces tonta.

 

🥊🥊🥊

 

 Después de 2 horas meditando en la soledad de mi habitación salgo de casa en mi coche con Tom en mis brazos, viendo por su seguridad, y termino en casa de Manuel.

 

 Saludo al papá de Manuel preguntando por Elizabete, él me hace saber que está en su habitación.

 

 Entro sin tocar, pongo a Tom en el piso y me tiró en la cama.

 

 —Folle con Paulo 

 

 Ella se voltea en automático de la silla de su computadora para verme.

 

 —¡¿Qué?! —exclama y se tira a mi lado —¡Detalles! 

 

 —Ahí está el puto problema, no hay detalles porque... —suspiro antes de explicarle, resumidamente —Ayer me enteré de algo, me moleste con Paulo, me drogue y no recuerdo nada... Puta vida.

 

 —Puta vida —asiente Elizabete —Pero ¿Qué harás ahora? ¿Le dirás lo que sientes? 

 

 La miro, una mueca reflejada en mi rostro.

 

 —¿Te has vuelto loca? —le espeto —¿Cómo piensas que le diré algo si ni siquiera se ha salido de mi cuerpo la sensación de placer? 

 

 Ella sonríe.

 

 —Carajo, Elizabete, es que tuvo que haber estado fascinante como para que mi cuerpo recuerde, siga con las caricias impregnadas y ¿Yo? Yo no recuerdo ni pío. Solo... 



#11089 en Novela romántica
#2191 en Chick lit
#6173 en Otros
#1012 en Humor

En el texto hay: boxeo, piano, amigos amor celos

Editado: 22.02.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.