15 dias en Nueva York

Capítulo 1

 

Miércoles 30 de septiembre de 2020

Apenas me acuerdo de ayer. Como cada domingo había quedado con las chicas en mi casa. El salón estaba totalmente desordenado, aunque bueno, ellas ya me conocen. La primera en llegar fue Isa que me ayudó a poner algo de picar mientras que Laura venía. Ésta llegó media hora tarde, como siempre. Llevaba un sobre blanco cerrado en la mano, y sin importar lo que hubiera en el sofá tiró su bolso encima y se dirigió hacia la nevera.

- Chicas, tengo entradas para esta noche para el concierto del chico este amigo tuyo… el “cantante” que vive por aquí… - dice rompiendo una de las esquinas del sobre y sacando dos papeletas de su interior. Por suerte éstas no se han roto.

- ¿Daniel?

- ¡Exacto!… venís, ¿no?

Isa asiente en silencio sin apartar sus ojos en la pantalla de móvil viendo un perfil de algún chico en Instagram.

- Lo siento chicas, yo tengo que acabar un artículo.

- Sandra, eso no es una excusa. – dice Laura interrumpiéndome – Vamos, hay que comprarnos algo para esta noche.

Pasamos toda la tarde en el centro comercial, ya no noto las piernas. Las horas iban pasando las seis, las siete, las ocho… al final acabaremos a las diez y no podremos ir al dichoso concierto Volvemos a casa para cambiarnos. Al final me he comprado un vestido azul marino con escote en la espalda.  

Llegamos a la discoteca, el portero va revisando las entradas una por una hasta que nos toca a nosotras. Empiezo a ponerme un poco nerviosa al ver que tarda más de la cuenta. Nos miraba y volvía la vista a las papeletas.

- ¿Pasa algo con las entradas? – pregunta Laura mirándole fijamente.

Ella es la más lanzada del grupo. Me gusta su carácter, dice lo piensa, sin remordimiento ni vergüenza. Es verdad que a veces según lo que te diga puede herir un poco, pero más vale la honestidad que el engaño. Isa, en cambio, es más tímida, necesita poder confiar mucho en una persona. Es cierto que al principio no habla mucho, pero en cuanto se suelta, no para de hablar en un buen rato. Las tres nos conocemos desde el colegio y ahora trabajamos en la misma revista, aunque en distintos departamentos. Carla y Frank también estaban en el grupo. Los dos hermanos fueron a nuestro colegio, pero hace unos años se fueron a vivir a Nueva York. Carla se fue primero. Durante el intercambio de la universidad, uno de los profesores se fijó en ella y le propuso hacer las practicas allí. Frank, en cambio, trabajaba en Barcelona, pero justo antes de que la empresa quebrara lo enviaron a la cuidad para trabajar desde allí. Allí también llego la quiebra así que tuvo que trasladarse de ciudad y de trabajo. Ahora está en Chicago con un nuevo proyecto, junto a su socio.

Finalmente entramos. La música me impide oír bien a las chicas. Subimos a la planta de arriba para sentarnos en las mesas, justo detrás hay un cristal del que podemos ver el concierto. También hay un bar y una pequeña pista de baile donde varias parejas aprovechan para bailar. Nos sentamos en una de las mesas y comenzamos a hablar. A Isa le han mandado un proyecto con uno de sus compañeros y está muy ilusionada; a Laura le han dado un aumento y a partir de ahora trabajara en el mismo departamento que yo, y a mí… bueno, yo sigo igual, estancada en el mismo artículo desde hace una semana. Se supone que tendría que haber salido la revista d la semana pasada, pero con suerte saldrá en la de mañana.

- Vamos a pedir otra ronda. ¡Por nosotras! – grita Laura alzando la cerveza.

- ¡Por nosotras! – decimos al unísono Isa y yo.

Dicho esto, nos llevamos la botella a la boca y pegamos un último trago, antes de pedir otra.

- Chicas, soy yo o el chico de la barra nos está mirando.

- No, Sandra, el chico de la barra te está mirando a ti – hace una pausa para luego continuar – y se está acercando.

- Buenas noches, me preguntaba si querías bajar a escuchar mejor el concierto. – iba a decir algo, pero Laura me interrumpió.

- Claro, llévatela. Necesita bailar y despejarse, su novio la ha dejado, y es mejor que piense en otra cosa.

- ¡Laura!

No me puedo creer lo que acaba de decir, y encima delante de un desconocido. El chico espera de pie extendiendo al mano, mientras que mis amigas me empujan hacia él. Me levando y le doy la mano para no hacer el feo. Antes de que las pierda de vista, giro la cabeza hacia ellas y las veo sonriendo.

Bajamos abajo y me llevó hasta la pista de baile, íbamos avanzando poco a poco, esquivando a la gente que bailaba. Cuando la canción dejo de sonar el chico se presentó.

- Soy Manu, encantado.

- Sandra, igualmente.

- ¿Quieres alguna cosa? – no me había dado tiempo de coger aquella cerveza con las chicas, así que asentí.

Continuamos hablando un buen rato. Me quería ir ya. El chico era majo, pero llevaba ya tres copas, y no creo que pudiera aguantar más tiempo de pie.

De repente me empecé a marear un poco, me cogí de su brazo para no caerme. El mundo daba vueltas sobre mí cada vez más rápido, hasta que noté el duro suelo contra mi cabeza.

 

Muchas gracias por leer la historia.




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