15 dias en Nueva York

Capítulo 9

 

Lunes 5 de octubre de 2020

Estos dos días me ha dado mucho en que pensar. Por una parte, no he parado de dar vueltas a aquella regla. Entiendo que lo hayas pasado mal, y que tengas algo de rabia, pero no tanto como para prohibirlo. Según Dylan, es la norma más estricta de la compañía, así que supongo que aquella relación con Margaret fue a peor cuando su padre la desaprobó.

Son las risas desde la cocina las que me despiertan del sueño. Lo último que recuerdo es quedarme dormida en el sofá después de que Carla se diera por vencida en su búsqueda a Adam. Finalmente se detuvo a llamarle para saber que estaba con Bruno en su casa. De momento ahí sigo, con la manta casi en el suelo y el frio de octubre rozando mi piel.

Durante unos segundos estoy en trance, me olvido de la hora, el día y el trabajo, hasta que caigo en cuenta que es lunes y que son las ocho y cuarenta. Apenas me quedan minutos para estar en la oficina. No puedo llegar tarde el primer día de trabajo, bueno, el segundo si contamos el viernes pasado. El Sr. Collins me va a coger manía, y no es un buen momento para tener problemas en la nueva revista. Espero dar una buena impresión a pesar de todo.

A regañadientes me levanto del sofá. La luz del sol me deslumbra al momento hasta que poco a poco la retina se va adaptando a la claridad de la habitación. Subo las escaleras lo más rápido que puedo hasta el armario de mi habitación para vestirme con algo decente y salir apresuradamente de la vivienda.

- Dos minutos Milan.

El chico de recepción me recuerda el tiempo que tengo para llegar a la oficina. Parece mucho, y más habiendo llegado al edificio, pero el ascensor es bastante lento y no llegaría a tiempo, así que decido ir por las escaleras, será más rápido.

- Hola Modelo. ¿Cómo llevas el día? – la voz de Bruno suena desde la pueta del estudio. Medito mi respuesta en un espacio de un segundo y decido contestarle con una mirada fulminante – Ya… Bueno, mira la parte positiva, los lunes salimos a las tres.

- ¿Qué? ¿cómo?

- Como lo oyes. Además, si te fijas es mucho mejor. Estamos acostumbrados a que el lunes es el peor día de la semana, pero no tiene que ser así. Este horario hace que miremos el inicio de la semana de una forma diferente.

Continuamos hablando durante unos minutos hasta que el rostro de Rick Collins aparece por la puerta para darnos un pequeño toque de atención. Ambos nos disculpamos para centrarnos cada uno en su trabajo. El montón de revistas que tenía el viernes siguen allí, en la mesa continua a mi escritorio. Ésta es algo más pequeña, pero hace su función. No he tenido mucho tiempo para organizarme el despacho, pero por el momento tengo claro el lugar de ciertos elementos del estudio.

Llevo más de dos horas leyendo y revisando artículos. Las letras vuelan en mi cabeza y empiezan a no tener sentido las palabras que pronunció en mi mente. Necesito salir de la oficina. Estoy a punto de abrir la puerta, cuando el olor de colonia masculina me invade al instante. Indirectamente levanto la cabeza para descubrir de quien es la fragancia. La camiseta que lleva no me llama mucho la atención, aunque lo que identifico rápidamente son el reloj y la pulsera roja que lleva en el brazo izquierdo: Bruno. Efectivamente es él. Está de pie, sosteniendo un vaso de cartón del Starbucks.

- Creo que necesitas un café. ¿Me equivoco?

- Gracias. Lo que me urge enseguida es salir de aquí. Mínimo cinco minutos.

- Yo me tengo que ir, pero puedes coger el ascensor hasta la última planta: la terraza. Tomar un poco de aire te vendrá bien.

Me dirijo hacia el ascensor tras volverle a agradecer por la bebida, es lo que realmente necesitaba, un buen café con leche. Subo hasta el último piso. Las paredes del elevador son trasparentes y se puede divisar los altos edificios de la ciudad. Me relaja ver el paisaje y la claridad del cielo.

El sonido del timbre del ascensor me distrae por un momento. El aire exterior sopla en mi rostro de repente algo que agradezco. Durante unos minutos, los artículos siguen en mi cabeza, pero poco a poco se van desvaneciendo a medida que pasan los minutos. Los pitidos de los coches despejan mi mente y el ruido de la calle a ayuda a cambiar de tema.

Al cabo de unos minutos me siento más aireada y decido volver al trabajo. Al llegar a la oficina de nuevo, encuentro un pequeño papel doblado encima del escritorio:

“Rick te espera en su despacho. Espero que te encuentres mejor” – Bruno.

En la esquina de la hoja hay algo que no pasa desapercibido por mi cabeza. La palabra “Posdata” seguida de una flecha indicando el reverso del papel.

P. D.  «Nunca ames a alguien te haga sentir ordinario» – Oscar Wilde.

Espérame en la cafetería a las tres en punto. Empieza el tour personalizado por Nueva York”.

Inevitablemente me sonrojo al leer aquella frase. Por algún motivo no me imaginaba a Bruno escribiendo la oración. Los segundos van pasando sin darme cuenta. Salgo del despacho para dirigirme a la oficina del gerente.

- Adelante – dice al escuchar los golpes en la puerta.

- ¿Quería verme señor?




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