15 dias en Nueva York

Capítulo 12 - Bruno

 

Martes 6 de octubre de 2020

Seguramente os preguntareis porque le regalé el teléfono, y alguno pensará que es porque quiero algo con ella o porque la chica me daba pena, pero de todo eso, en lo único que tenéis razón es que me gusta pasar tiempo con ella. Es una chica fuerte y con carácter, no creo que lo que quiera es dar lástima. Al principio no creía que fuera para tanto, una chica más que se incorpora a la revista. Una chica con la que, en un primer instante, nos chocamos impregnándola de café por toda la ropa. Después, se presenta en ascensor y me persigue por toda la planta hasta llegar al despacho del director alegando que trabajará allí en las próximas semanas. Y no solo eso, sino que también se sienta en el despacho que tengo enfrente, haciendo imposible no admirarla cada cinco minutos. La chica a la que en principio no le caí muy bien y que me puso muy difícil intercambiar cualquier palabra. A la que tuve que convencer para hacer el tour solamente para pasar tiempo con ella y hacer nuestra de relación de odio un poco más amena.

No sé qué me pasa, no es para tanto, ¿no? Ella es la única persona del grupo que no sabe quién soy realmente y no sé si quiero que lo sepa. Tampoco sé cómo se lo tomaría al decirle que soy el hijo del señor al que tiene que entrevistar para el artículo.

Lo único que sé es que al principio solo era una chica más de la oficina, pero ahora cada vez que la miro, cada vez que la pienso no paro de sentir algo en el abdomen y me quedo en babia mirando sus ojos verdes. Solo le regalé el móvil porque me sentía mal, y no quería que se llevase una mal impresión de mí y volviéramos como al principio.

- Sabes que eso tiene un nombre, ¿no? – asume Lisa que se ha quedado en uno de los bancos del parque, donde ha quedado con Dani, mi hermano, durante unos minutos antes de volver a la oficina.

- Amor – éste aparece por detrás, dándome un pequeño golpe en la espalda y acto seguido se sienta junto a la chica tras darle un beso en la mejilla.

No sé si os ha pasado alguna vez que cuando dos amigos tuyos se están besando te sientes un poco incómodo, pensando en otra cosa totalmente diferente o en que te quieres ir de ese momento, pues esa es mi situación actual. Del beso en la mejilla han pasado a sus labios e inevitablemente agacho la cabeza, centrándome en una de las piedras del parque y pensando en alguna solución para mi “problema”.

- Bruno, por mucho que intentes evitarlo, el amor no se controla, y el destino hará todo lo que quiera para que estéis juntos – interviene la chica.

-¿Y si el destino no nos quiere juntos?

- En ese caso, que no creo que sea ese, hará lo posible para solucionarlo y que ambos estéis con quien debáis estar.

- Quizás es con Ethan con quien debe estar – susurro evitando la mirada de la pareja y esperando que no me hayan oído

- ¿Ethan? Sandra me ha contado todo, pero, sinceramente, no creo que haya nada entre ellos dos. Ella se merece más, se merece a alguien como tú, que la cuide y la mime como a nadie. Lo que pasa es que habéis empezado con mal pie, y aun no conoce como eres por dentro. Por cierto, ¿sabe lo de tu padre?

- No… y por favor, no se lo digáis. Me gustaría decírselo yo mismo cuando sea el momento.

- ¿Quieres un consejo? Díselo cuanto antes; cuanto más tarde, más se enfadará.

- El viernes. – digo de repente – El viernes, hace el último concierto en la ciudad, allí se lo diré.

- ¿Pretendes subir al escenario y gritar a los cuatro vientos que John White es tu padre? – esta vez es Dani quien responde – Y qué más, ¿decirle que la amas, que llevas enamorado de ella desde que le tiraste el café encima? No ha pasado ni una semana, seguro que hay otro momento más adecuado para decirle lo que piensas.

- Esa segunda parte no se la voy a decir, de momento. Y, no. No tengo todo el tiempo del mundo, Sandra se va en dos semanas, quiero pasar la mayor parte del tiempo a su lado.

Algo en Dani es cierto, temo que sea demasiado precipitado y que se asuste. Apenas han pasado cinco días y han sido los mejores de toda mi vida. Esa chica se mete en mis sueños y no sale hasta que me despierto. Ella es la única razón por la que me levanto cada mañana con ganas de ir al trabajo. Suspiro cerrando los ojos y sintiendo cada instante de tranquilidad que encuentro en ese momento.

Quizás os preguntéis como es que le cuento estas cosas a Lisa y no a Marta o Lucia. La razón es muy sencilla: confianza, y no es que en Lu o Marta no tenga, sino que es distinto. Conozco a Lisa desde que tengo uso de razón y siempre nos hemos contado todo: las relaciones que hemos tenido, pensamientos sobre otra persona… somos muy cotillas.

Nuestros padres se conoces de la escuela, así que solíamos coincidir. Lo peor fue cuando llegó la universidad, entonces yo tenía plaza en California, y a ella ya le habían admitido en Nueva York, por primera vez en años nos separábamos. Pasados los años, volví a mi ciudad natal, donde me la encontré de nuevo, como si no hubieran pasado los cuatro años de carrera y volviésemos a aquel verano, con dieciocho años, y con toda la vida por delante y una única decisión que teníamos que tomar: la carrera.

Fue entonces cuando nuestra relación se forjo más que nunca, e incluso llegamos a salir juntos durante algunos meses, pero era extraño, nunca había visto a Lisa de esa manera, siempre había sido mi mejor amiga, y no dejaría de verla así. Finalmente, ambos decidimos romper lo nuestro, pero nunca dejamos de hablarnos, todo volvió a ser como antes de empezar el idilio de aquellos meses.




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