A quienes me enseñaron que incluso en la oscuridad más profunda, el eco de sus voces me recuerda quién soy.
A los que partieron demasiado pronto, pero dejaron su sombra custodiando mi camino.
A ti, que quizá nunca leas estas palabras, pero fuiste el incendio silencioso que me empujó a escribirlas.
Para los que leen buscando respuestas y sólo encuentran más preguntas.
Para los errantes que caminan por mundos que nadie más ve, cargando cicatrices que el tiempo se niega a curar.
A ti, que sin saberlo, formas parte de esta historia; porque todo lector es un ladrón de destinos y un portador de antiguas promesas.
Sólo recuerden esto de mí:
«¿Quién dice que nuestros sueños deben permanecer sólo en sueños?»