¡Hola! Antes de que nada dejame presentarme. Yo soy Brook Cooper, tengo diecisiete años y soy alta de piel moreno claro. Mi cabello es lacio de color negro y mis ojos son de un color semejante a la miel. Voy en último año de secundaria, soy capitana del equipo de porristas y tengo un novio que se llama Jack; el cual es capitán del equipo de fútbol americano de la escuela. Vivo en una gran casa; ya que mis adorados papás son grandes empresarios.
Lo sé, demasiado cliché para mí gusto y más si le sumamos el hecho de que el trabajo de ellos les impide pasar mas tiempo conmigo y así mantener una buena relación de padres e hija, puesto que gracias a su grandioso y espléndido trabajo la mayoría del tiempo están viajando a distintos países.
Aunque la verdad a mí eso me da igual; ya que la mayoría de veces que ellos se van, yo me quedo sola en casa en compañía de mí mejor amiga Sam, con quien por cierto, organizo las mejores fiestas que te podrás imaginar. Las cuales empiezan la noche de un viernes y terminan hasta el domingo por la mañana o en su defecto, hasta que tu cuerpo aguante, no obstante, esta vez no podrá ser así.
¿Por qué?
Fácil, tendré a alguien que me vigile tres veces por semana o bueno eso era antes, porque ahora tendré. ¡Un bendito niñero! Sí, así como escucharon o mejor dicho leyeron, un estúpido niñero vendrá a "cuidarme".
Enserio que todavía no entiendo porque es que hicieron tanto drama, total, solo fue una inocente fiesta. ¿O no?
Flashback
—Sam, ¿ya está listo todo? —pregunto mientras guardo las últimas cajas llenas de adornos en el despacho para evitar que alguien las pueda romper.
— ¿Sabes Brook?, no creo que debamos hacer está última fiesta. —comenta un tanto pensativa Sam.
—¿Qué? ¿Por qué? —inquiero confundida ya que ella nunca dice que no a una fiesta.
—¿Estás segura de que tus papás no llegarán hoy? —vuelve a preguntar, pero, ahora un poco más nerviosa.
—Claro que estoy segura. —respondo frunciendo el ceño.
—Pero.... —la interrumpo.
—Mira, en la ciudad donde se quedaron se presentó una tormenta muy fuerte que prohíbe la entrada y salida de los aviones, por lo que los vuelos se cancelaron y ellos no podrán viajar. —sentenció— así que tú por eso no te preocupes —digo guiñándole un ojo.
—¿Cuándo regresarán entonces? —pregunta un poco más relajada Sam.
—Mmm, sacando cuentas.... —susurro pensativa— estarán aquí el domingo alrededor de las diez de la mañana.
Suspira —Está bien vamos a hacer esto.
—Bien ¡Así se habla! —exclamó— ahora ¿Ya mandaste la invitación por mensaje?
—Sí, en una hora todo esto estará lleno de adolescentes hormonales.
—Perfecto. Entonces a cambiarnos.
(......)
Después de dos horas la casa ya estaba llena con cientos de chicos hormonales tal y como lo habíamos predicho.
La cocina de mamá se había convertido en una barra improvisada donde había alcohol y shots, la sala en una mini pista de baile, la piscina en cancha de voleibol mientras que la segunda planta de la casa se había convertido en un grandioso motel, notase mi sarcasmo.
Todo estaba tan bien, hasta que de repente todo quedó en silencio y los chicos se quedaron quietos con cara de espanto.
Debo decir que hubiera preferido que hubiera llegado la policía para llevarnos a todos por hacer mucho escándalo a altas horas de la noche ya que mi tío es ocho mayor que yo y bueno.... Digamos que él siempre me ayuda cuando estoy en problemas, pero, lamentablemente no creo que él me pueda ayudar en estos momentos.
¿Por qué?
Pues, digamos que los que están parados en la puerta de la casa son nada más ni nada menos que mis queridos ¡Padres!
Y bueno, si se preguntan ¿Por qué toda la casa se quedó en total silencio con un montón de adolescentes con cara de querer ir al baño?, la respuesta es que mis papás son muy reconocidos y todos y cuando digo todos, me refiero a absolutamente TODOS sin excepción alguna, en algún momento de su vida quieren trabajar con o para ellos, por lo que si haces algo mal en presencia de mis padres olvídate de un buen trabajo y grandioso sueldo, eh ahí el porqué de sus caras.
[Debiste escuchar a Sam]
Ahora no, por favor.
—Quiero a todo el mundo fuera de mi casa... ¡AHORA! —exclama papá muy furioso y debo decir que nunca lo había visto así, ni siquiera cuando se enteró que falte a clases por todo un mes.
Fin Flashback
Aunque si lo pienso bien ahora, no los culpo, pues no debe ser nada lindo ver tu casa llena de adolescentes; que bien puede ser la escuela completa, consumiendo alcohol, besándose o bajando de la segunda planta con la ropa media puesta y los cabellos alborotados.
Pero ni modo, que le vamos a hacer.