CAPÍTULO 1: Nia

Nia

Estaba en el baño preparándome para ir al instituto, había quedado con Allison y Sophie a las ocho para ir juntas a clase. Mientras esperaba a que sonase la alarma del móvil me puse a pensar en lo rápido que pasaba el tiempo, parece mentira que fuese hace nueve años cuando vi a Ali por primera vez en clase de Ballet, habían pasado tantas cosas; me reí sola al recordar cuando casi nos ahogamos en el mar en uno de los muchos viajes que hicimos juntas Ali y yo. La primera vez que la vi jamás se me había podido ocurrir todo lo que pasaría después, recuerdo pensar que solo sería otra compañera de clase, pero no lo fue, y me alegro de que no lo fuese. También recuerdo cuando la presenté en un parque a Sophie y me dijeron que ya se conocían y de cuando presentamos a nuestros padres y al igual que nosotras se volvieron buenos amigos. De verdad que espero que esta amistad no acabe nunca.

Estaba tan absorta en mis pensamientos que cuando mi móvil empezó a sonar de repente, me sobresaltó, sacándome de ellos.

—¡PERO DÓNDE ESTÁS!

—Pues, arreglandome.

—¡ESTÁS LOCA!

—¿Pero qué te pasa Ali, por qué me gritas?

—¿Qué, qué me pasa? ¡Me pasa que ya son las ocho y vamos a llegar tarde por TU culpa!

—Mier...coles

Colgué la llamada. Allison tenía razón, miré la hora, las ocho y uno. Maldita alarma ¿porque no ha sonado? No tenía tiempo para averiguarlo, aunque en realidad lo sabía, mi móvil lleva bastante tiempo funcionando mal, ¿por qué me habré confiado de que funcionase bien esta vez? Cogí la chaqueta y la mochila y salí corriendo del piso, bajé corriendo por las escaleras de dos en dos, no me daba tiempo de tomar el ascensor. Cuando llegué abajo Sophie y Ali me esperaban fuera con cara criticona.

—Lo siento, mi móvil va fatal, no me ha funcionado la alarma.

—Te dije que te compraras otro.

—¿Y me lo pagarías tú Sophie? No fastidia— resoplé, después de la carrera que me había dado no estaba para consejos—.Porque puede que tú sí, pero que yo sepa yo no soy rica.

—Bueno venga que al final vamos a llegar tarde— interrumpió Ali, ella detestaba llegar tarde, era una de sus manías— . Como nos pongan retraso por vuestra culpa se lo explicaréis vosotras a mis padres.

—Si si, yo se lo explico, pero después tu a los míos—respondió Sophie.

—No te lo crees ni tú. Suficiente tengo con estar castigada ahora. Respondió Ali, ya malhumorada.

—Pues entonces yo no explico nada.

Mientras Sophie y Ali discutían por quién le decía no sé qué a los padres, yo guardé el móvil en la mochila junto a las llaves con un llavero de corazón que me regaló Sophie por mi cumpleaños. Ya casi habíamos llegado al instituto y si un profesor me veía con el móvil me lo confiscaría, y a mis padres no les haría mucha gracia tener que ir a recogerlo.

Entramos al edificio y mientras nos acercabamos a la clase de Inglés; que madre mía, inglés a primera, ¿a quién en el mundo se le ocurre eso? Ya me costaba hablar en español por las mañanas, imagínate como estaba a las ocho con el inglés,aunque el inglés siempre ha sido uno de mis puntos fuertes no me apetecía nada estar hablando tan temprano. Se escuchaban comentarios de los demás de clase, que estaban delante de la puerta esperando a que alguien la abriera, todos los comentarios eran sobre el mismo tema.

—"¿Cómo será la sustituta?"

—"Espero que sea maja"

—"Espero que no mande muchos deberes"...

Para poneros en contexto,nuestra profesora de inglés está de baja maternal, lo que significa que ha tenido un hijo, lo que en mi opinión me parece una bastante buena estrategia para no venir a trabajar. El caso, es que nos asignan a una sustituta para que nos de clase durante ese tiempo, aunque no le veo necesidad, yo con una clase de guardia sin hacer nada estoy genial, y creo que todos opinan lo mismo que yo. Bueno, pues ayer el jefe de estudios, Jeff, nos dijo que la sustituta se llama Carolina, nombre al que yo asociaba a una chica joven, de pelo y ojos negros, delgada, divertida y con ganas de enseñarnos. Hasta que la vimos llegar por el pasillo, solo había acertado en que era chica. La escruté con la mirada, era, por decirlo de forma delicada, una vieja, gorda,unos ojos enormes como nueces combinados con unas gafas enormes, que le hacían lo ojos aun más grandes de lo que eran, un pelo que parecia un nido de pajaros, que supongo que en otro tiempo habría sido de color negro, pero ahora se veia de un polvoriento gris oscuro cubierto de canas recogido en un moño y a demás tenía una cara de amargada, pero no de amargada de, por ejemplo, venir a trabajar. No, no, cara de que al vernos a nosotros, los niños, se le amargase el día entero. Pero digo yo, que si te amargan los niños no seas profesora, ¿no?

Las tres la odiamos desde que la vimos, y creo que ella nos odió también. Cuando la vi, lo primero que odié fue su ropa, no solo que lo conjuntase todo mal,es que todo era horrible, lo que llevaba era como una blusa estampada de ranas y fondo rojo y pantalones anchos estampados con tigres. Sin olvidar las botas de vaquera, que no se que pintan allí.

Creo que ya os imagináis por qué digo que la ropa está fatal, ¿no?

Carolina, era todo un personaje, pero un personaje que espero que no esté con nosotros mucho tiempo, pero para mi desgracia, va a estar mínimo tres meses, mínimo. Se me van a hacer eternos. Le puse una cara de asco que dudo muchísimo que la hubiese pasado por alto, porque me había visto, y me había hecho cargo de que me hubiese visto, porque cuando alguien me cae mal, necesito que esa persona lo sepa, lo que pasa es que hago que lo sepa de la manera en la que lo pienso, mi madre me dice que soy demasiado sincera y que esa virtud me puede perjudicar algunas veces, pero creo que es mejor decir lo que piensas aunque a otros no les guste o no estén de acuerdo, a decir solo lo que otros quieren oír y mentir a cada rato. Me gusta ser sincera, y me gusta que sean sinceros conmigo, por suerte para mi, tengo unas amigas geniales que no me ocultaban nada. ¿Verdad?