Allison
Madre mía, estaba super agobiada y estresada, pensando en cómo decirle a Nia que me iba a desapuntar del ballet. ¿Se lo tomaría mal? ¿Se lo tomaría bien? ¿Se enfadaría? ¿No me volvería a hablar nunca más? Puede que le pareciese bien. Ella había hecho muchos sacrificios al cambiarse de academia conmigo para ir juntas y lo había hecho todo por mi. ¿Cómo podría yo de repente dejarlo sin más? ¿Y si solo es una etapa y luego me deja de gustar el baloncesto? Podría turnar. unos días ballet y otros baloncesto. ¡Qué gran idea! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? ¡No! Sí que se me había ocurrido antes, sí que lo había pensado, pero los horarios coinciden, son iguales, idénticos, exactos. Los dos son los lunes, miércoles y viernes de seis de la tarde a siete. Estoy acabada.
No dormí nada en toda la noche pensando en cómo decirle eso a Nia. No la podía mentir, a Nia le gusta que le sean sincera, que la mientan le sienta como una traición, de hecho, mentir cree que es una traición.
Sonó la alarma. Eran las siete de la mañana y no había dormido casi nada por la noche. Tenía unas ojeras increíbles, madre mía, si que se notaba que no había dormido. Me vestí rápidamente, un top negro y unos vaqueros, me puse corrector, desayuné un croissant.
Y salí de casa. Caminé un trecho hasta llegar a una rotonda donde me encontré con Sophie.
—Buenos días —Habíamos quedado para ir juntas al instituto a las ocho.
—Hola— dijo Sophie con un bostezo—. Qué sueño.
Me reí.
—¿Aún no ha venido Nia?— pregunté nerviosa.
—Qué va, ya la conoces, Nia es bueno... Nia. Es una tardona. ¿Por qué? ¿Te pasa algo? Te noto nerviosa.
—No, bueno sí, bueno no sé, es que...
De repente sentí la necesidad de contarle todo a Sophie, sobre todo porque sabía que podía confiar en ella.
—Es qué no sé cómo contarle a Nia que me voy a cambiar de extraescolar.
—¡Ah!
—¿Qué? Ya sé que he hecho mal en cambiarme. Pero, ¿tú por qué te enfadas? Si tu te has enfadado no me imagino la reacción de Nia cuando se lo diga, tal vez no deba decírselo, le digo que no voy porque estoy enferma y...
—¡Ali! ¡Para! No me he enfadado, solo me he sorprendido, porque parecía que te gustaba mucho el ballet, nada más. Me parece que lo has estado pensando demasiado, no pasará nada, Nia es una chica que sabe entender a los demás. Seguro que te entenderá, aunque al principio te aseguro que te costará bastante, pero por nada en el mundo la mientas, sabes de experiencia que no es bueno.
—Eso es cierto.
—¿Sabes? Cuando la mentí una vez de que no tenía golosinas de almuerzo porque no quería compartir, Nia se dió cuenta a la hora del recreo y casi dejamos de ser amigas porque se lo tomó muy mal. Ya había aprendido la lección. Pero tranquila, todo estará bien.
—Uff. Gracias gracias Sophie no se que haría yo sin ti.
—Ahora vamos a llamarla que si no, no llegamos a clase y dudo que quieras llegar tarde
Sophie sabe que odio llegar tarde, es una de mis manías, como las mentiras para Nia. ¡Cómo me conoce!
Sophie llamó a Nia con su móvil, cuando contestó, le arrebaté el teléfono de las manos y enfada la empecé a gritar. Espera, no puedo gritarla, necesito hacerle un poco la pelota, por muy mal que se me diese, para que no se enfadase tanto. (Eso ha sonado muy manipulativo). Pero ya era demasiado tarde, ya la había gritado y ella ya había colgado.
—Espero que no se haya enfadado— dije más nerviosa aún—. Por qué era lo que me faltaba.
—Tranquila, se lo merecía en parte. El día que llegué tarde a un trabajo y la despidan, entenderá lo que es la puntualidad.
Después de la llamada Nia tardó poco en venir, se disculpó y dijo que el móvil le iba mal.
No pude controlarme y le contesté, jolines, si que se me da fatal hacer la pelota a la gente.
Avanzamos y en pocos minutos llegamos al instituto, donde conocí a la peor profesora, o mejor dicho, sustituta, del mundo, que horrenda era, y no por el físico, si no de personalidad, seguro que Nia habría expresado su apariencia y falta de estilo de manera más exacta y sincera, y lo demostró genial con una cara de asco dirigida a la profesora. A mi, en cambio, no me gusta hablar del físico de otros, pero no negaré que esa señora es la cosa más fea que he visto en mi vida.
Cuando entramos me senté con Sophie, a pesar de que siempre me sentaba con Nia, pero necesitaba hablar con ella, y hablar de cómo decírselo.
—Es qué... ¿Qué le digo?
—Pues la verdad, sé sincera.
Vi como Nia me lanzaba una mirada de duda y de incredulidad, mientras se sentaba al lado de Lucy, no pude hacer más que apartar la mirada y centrarme en la mesa, en la que había dibujado una florecita.
—¿Pero qué le digo? "Hola, Nia, te quería decir que aparte de no hablarte bien hoy, gritarte y casi no dirigirte la palabra, te aviso de que he decidido que voy a dejar ballet, el deporte donde tú te has esforzado y sacrificado tanto solo para estar conmigo. ¿Amigas?"
—A ver, creo que obviamente así no.
— Wow, wow, wow.
Interrumpió alguien. No me hizo falta ni girarme para saber quién era el señorito que se sentaba detrás nuestra y que nos dirigía la palabra.
—¿A qué viene tanta preocupación nenas?
No, ese no. Cualquiera menos ese. El ligón estúpido. Con ese no pienso ir a ninguna clase, pero ¡oh, qué agradable sorpresa! El muy tonto se apuntó a sección bilingüe, tenía de seguro que no duraría mucho tiempo en despegar ese horrendo culo de las sillas de nuestra preciosa clase.
—¿Algún problema que no pueda solucionar con un beso?— Me guiñó un ojo.
—Sí, Steve. Todos— Respondí malhumorada.
—Qué agresivas estáis cuando tenéis la regla.
—Vuelve a decir eso Steve, y te juro que te irás corriendo más rápido que cuando juegas a fútbol, ¡oh! espera, que te quitaron del equipo porque no hacías nada, sólo presumir de los músculos que no tienes, ni tenías, ni tendrás.