2. Broken

❯── III ──❮

╰────────────────➤[La víbora increíblemente mortal ]

Siento mucho, muchísimo, haberlos dejado así colgados, pero, cuando estaba escribiendo la historia de los huérfanos, eché un vistazo al reloj y me di cuenta de que estaba llegando tarde a una cena de etiqueta que daba una amiga mía que se llama madame diLustro. Madame diLustro es una buena amiga, una excelente detective y una buena cocinera, pero se enfada muchísimo si llegas ni siquiera cinco minutos más tarde de la hora a la que ella te ha invitado, así que ya entienden por qué me he tenido que ir a toda prisa. Seguro que al final del capítulo anterior habrán pensado que Sunny estaba muerta y que eso era aquello tan terrible que les ocurrió a los chicos en casa de Tío Monty, pero les prometo que Sunny sobrevive a ese episodio. Desgraciadamente es Tío Monty quien pronto estará muerto, pero todavía no.

Violet, Klaus y Elena observaron aterrorizados cómo los colmillos de la Víbora Increíblemente Mortal se cernían sobre la barbilla de su hermana pequeña, los ojos de Sunny se cerraban y su rostro se paralizaba. Entonces Sunny, moviéndose con la misma velocidad que la serpiente, sonrió, abrió la boca y mordió a la Víbora Increíblemente Mortal, justo en la nariz diminuta y cubierta de escamas. La serpiente soltó su presa, y Violet, Klaus y Elena vieron que casi no había dejado marca. Los dos hermanos Baudelaire y la solitaria Winchester miraron a Tío Monty y Tío Monty los miró y se echó a reír. Su sonora carcajada rebotó en las paredes de cristal de la Habitación de los Reptiles.

—No es posible, ¿qué... qué —Elena no podía siquiera completar una frase coherente.

—Tío Monty, ¿qué podemos hacer? —dijo Klaus desesperado.

—Oh, lo siento, queridos —dijo Tío Monty enjugándose las lágrimas con la mano—. Supongo que deben de estar muy asustados. Pero la Víbora Increíblemente Mortal es una de las criaturas menos peligrosas y más simpáticas del reino animal. Sunny no tiene nada que temer y ustedes tampoco.

Klaus miró a su hermana pequeña, y se acercó a cargarla brazos, y ella le dio un cariñoso abrazo a la Víbora Increíblemente Mortal. Entonces, él comprendió que Tío Monty debía de estar diciendo la verdad.

—Pero, entonces, ¿por qué se la llama Víbora Increíblemente Mortal?

Tío Monty volvió a reír.

—Es un nombre impropio —dijo, utilizando una palabra que aquí significa «un nombre muy equivocado»—. Al haberla descubierto, puedo ponerle el nombre, ¿recuerdan? ¡No hablen a nadie de la Víbora Increíblemente Mortal, porque voy a presentarla a la Sociedad Herpetológica y a darles un buen susto, antes de explicarles que la serpiente es absolutamente inofensiva! Dios sabe que ellos se han burlado muchas veces de mi nombre. «Hola hola, Montgomery Montgomery», dicen. «¿Cómo está cómo está, Montgomery Montgomery?», pero en la conferencia de este año se las voy a devolver todas con esta broma. —Tío Monty se puso en pie y empezó a hablar con una voz ridícula de científico—. «Colegas», diré, «me gustaría presentarles una nueva especie, la Víbora Increíblemente Mortal, que encontré en la selva del sudoeste de... ¡Dios mío! ¡Se ha escapado!». Y entonces, cuando todos mis compañeros herpetólogos se hayan subido a las sillas y a las mesas y estén gritando aterrorizados, ¡les diré que la serpiente no haría daño a una mosca! ¿No les parece que será para partirse de risa?

Violet, Klaus y Elena se miraron y empezaron a reír, porque pensaban que la broma de Tío Monty era muy buena y porque veían, aliviados, que Sunny no había sufrido daño alguno.

Klaus dejó a Sunny en el suelo después de que Elena lo soltara con cuidado, y la Víbora Increíblemente Mortal la siguió, enroscando cariñosamente su cola alrededor de Sunny, como quien pasa el brazo por el hombro de alguien a quien quiere.

—¿Hay alguna serpiente en esta habitación que sea peligrosa? —preguntó Violet.

—Claro —dijo Tío Monty—. No puedes estudiar a las serpientes durante cuarenta años sin encontrarte con una que sea peligrosa. Tengo una vitrina repleta de muestras de veneno de todas las serpientes venenosas conocidas, y así puedo estudiar cómo actúan. Hay una serpiente en esta habitación cuyo veneno es tan mortal que el corazón se te pararía incluso antes de que te dieses cuenta de que te había mordido. Hay una serpiente que puede abrir tanto la boca como para engullirnos a la vez a todos juntos. Hay un par de serpientes que han aprendido a conducir un coche de forma tan temeraria que te atropellarían y nunca se pararían a disculparse. Pero todas estas serpientes están en jaulas con cerraduras mucho más consistentes, y todas ellas se pueden estudiar sin riesgo cuando se las conoce lo suficiente. Les prometo que, si dedican tiempo a aprender los detalles, no sufrirán ningún daño aquí, en la Habitación de los Reptiles.

Hay una clase de situaciones que ocurre demasiado a menudo, y que en este punto de la historia de los huérfanos está teniendo lugar, llamada «ironía dramática». En cuatro palabras, tenemos ironía dramática cuando una persona hace una observación inofensiva y otra persona que la oye sabe algo que hace que dicha observación tenga un significado diferente y, por lo general, desagradable. Por ejemplo, si estuvieses en un restaurante y dijeses en voz alta: «Estoy impaciente por comer el filete marsala que he pedido», y hubiese personas que supiesen que el filete marsala estaba envenenado y que morirías en cuanto probases el primer bocado, tu situación sería de ironía dramática. La ironía dramática es un acontecimiento cruel, inquietante, y siento que aparezca en mi historia, pero Violet, Klaus, Sunny y Elena tienen unas vidas tan desgraciadas que solo era cuestión de tiempo que la ironía dramática mostrase su horrible rostro.

Mientras escuchamos a Tío Monty decirles a los cuatro huérfanos que nunca sufrirán daño alguno en la Habitación de los Reptiles, deberíamos estar experimentando la extraña sensación que acompaña la llegada de la ironía dramática. Esta sensación no es diferente de la sensación de que todo se va a pique, cuando uno está en un ascensor que de repente cae a toda velocidad, o cuando está cómodamente acostado y de repente la puerta del armario se abre y descubre a la persona que se estaba escondiendo allí. Porque, por muy seguros y felices que se sintiesen los cuatro niños, por muy reconfortantes que fuesen las palabras de Tío Monty, ustedes y yo sabemos que pronto Tío Monty estará muerto y los chicos volverán a ser desgraciados.




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