╰────────────────➤[Espía de la Sociedad Herpetóloga]
Era tiempo de aceptar que nada era lo que parecía, además, lo único que esos niños querían era ser felices con lo poco que tenían: ellos.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó Klaus a Elena.
—Muy bien. Ya se me fue el dolor del viernes, ya pasaron siete días, Klaus. No llames al dolor otra vez —suplicó Elena.
Violet se sintió desolada al enterarse de la primera menstruación de Elena, ya que aún en sus catorce años, Violet no la había tenido. Se sentía defectuosa y rogaba, en sus adentros, poder tenerla y sufrir con su amiga; sin embargo, como había dicho el tío Monty: “Todos los cuerpos no son iguales”, así que Violet tuvo que esperar a cumplir dieciséis para enterarse de ese dolor horrible y detestable; ese día pidió al cielo que se llevará la menstruación y que se arrepentida por haberla perdido.
Aquella noche fue la más larga y horrible que los huérfanos habían vivido, y habían vivido muchas. Hubo una noche, poco después de que naciese Sunny, en que los tres sufrieron una gripe terrible y no pudieron pegar ojo en toda la noche, tenían mucha fiebre y su padre intentó aliviar su malestar colocando toallas empapadas en sus sudorosas frentes. La noche de la muerte de sus padres, los cuatro niños se habían quedado en casa del señor Poe y habían permanecido despiertos toda la noche, demasiado tristes y confundidos para ni siquiera intentar dormir. Y, claro está, habían pasado muchas noches largas y terribles viviendo con el conde Olaf.
Pero aquella noche en concreto pareció incluso peor. Desde la llegada de Monty hasta que se fueron a la cama, Stephano tuvo a los niños bajo vigilancia constante, una frase que aquí significa «los miró en todo momento para que no pudiesen hablar con Tío Monty a solas y revelarle que él era en realidad el conde Olaf», y Tío Monty estaba demasiado preocupado para pensar que ocurría algo fuera de lo normal. Cuando descargaron el resto de las compras de tío Monty, Stephano llevaba las bolsas solo con una mano, y la otra en el bolsillo de su abrigo donde ocultaba el cuchillo, pero tío Monty estaba tan excitado con las compras que había hecho que ni se preguntó por qué. Cuando se metieron en la cocina para preparar la cena, Stephano sonreía amenazador a los niños mientras troceaba champiñones, pero tío Monty estaba demasiado ocupado vigilando que no hirviese la salsa stroganoff para darse cuenta de que Stephano utilizaba el mismo cuchillo para amenazar a los niños y cortar los champiñones. Durante toda la cena, Stephano contó historias divertidas que solía ser el trabajo de Elena y alabó el trabajo científico de Monty, y Tío Monty se sentía tan halagado que ni siquiera se le pasó por la cabeza imaginar que Stephano sostenía un cuchillo debajo de la mesa, rozando ligeramente con la hoja la rodilla de Violet. Y, cuando el tío Monty anunció que pasaría la noche enseñándole a su nuevo ayudante la Habitación de los Reptiles, estaba demasiado ilusionado para darse cuenta de que los chicos se iban a la cama sin pronunciar palabra.
Por primera vez tener dormitorios individuales pareció más un infortunio que un lujo, porque, sin la compañía de los chicos, los huérfanos se sintieron todavía más solos y desamparados. Violet se quedó mirando los papeles pegados en la pared, e intentaba imaginar lo que estaba planeando Stephano. Klaus se sentó en su silla grande con cojín y encendió su lámpara de latón, pero estaba demasiado preocupado para siquiera abrir un libro. Elena estaba sentada en la silla de su escritorio sin tener su imaginación al cien, ni siquiera podía pensar más que en el conde Olaf. Sunny se quedó mirando sus objetos duros, pero no mordió ni uno.
Los cuatro niños pensaron en ir por el pasillo hasta la habitación del tío Monty, despertarlo y decirle lo que ocurría. Pero para llegar a su habitación tenían que pasar por delante de la habitación donde estaba Stephano, y este se pasó la noche montando guardia sentado en una silla ante su puerta abierta. Cuando los huérfanos abrieron sus puertas para mirar el oscuro pasillo, vieron la cabeza pálida y afeitada que, en la oscuridad, parecía flotar encima de su cuerpo. Y pudieron ver su cuchillo, que Stephano movía lentamente como si del péndulo del reloj de un abuelo se tratase. De un lado para otro, de un lado para otro, brillando a la débil luz, y la imagen daba tanto miedo que ni se les ocurrió salir al pasillo.
Al final, la luz de la casa adquirió el azul grisáceo del amanecer, y los niños, con ojos legañosos, bajaron las escaleras para desayunar, cansados y doloridos tras la noche en vela. Se sentaron a la mesa donde la primera mañana habían comido tarta, y picaron con desgana un poco de la comida que tenían delante. Por primera vez desde su llegada a casa del tío Monty, no estaban ansiosos por entrar en la Habitación de los Reptiles y empezar el trabajo del día.
—Supongo que deberíamos ir para allá —dijo finalmente Violet, apartando la tostada que casi no había tocado—. Estoy segura de que tío Monty ya ha empezado a trabajar y nos está esperando.
—Y yo estoy seguro de que Stephano también está allí —dijo Klaus, mirando taciturno su bol de cereales—. Nunca tendremos oportunidad de decirle al tío Monty lo que sabemos de él.
Elena bajó las escaleras bostezando y observando a sus amigos. Los saludó y se sentó a comer, era la única que podía probar bocado y estaba muerta de hambre.
—Lo siento, pero soy de esas personas que el estrés les causa hambre —confesó Elena con desgano.
—Yinga —dijo Sunny con tristeza, dejando caer al suelo la zanahoria cruda que ni siquiera había probado.
—Si Tío Monty supiese lo que nosotros sabemos —dijo Violet— y Stephano supiese que él sabía lo que nosotros sabemos... Pero Tío Monty no sabe lo que sabemos y Stephano sabe que él no sabe tampoco lo que nosotros sabemos.
—Lo sé —dijo Klaus.
—Sé que lo sabes —dijo Violet—, pero lo que no sabemos es lo que el conde Olaf, quiero decir Stephano, está tramando. Anda tras nuestra fortuna, seguro, pero ¿cómo puede hacerse con ella si estamos al cuidado del tío Monty?
#699 en Fanfic
#3362 en Otros
#846 en Relatos cortos
dolor desesperacion tristeza y alegria, desafortunada, desafios retos secretos aventuras
Editado: 01.09.2025