Jane estaba realmente asustada, agotada para lograr moverse y aunque lo quisiera no podría suceder. Ella se encontraba pegada en el suelo observándolo, observando como aquel hombre alto y fuerte se acercaba, desde lejos ella notó sus ojos. Unos ojos rasgados, azules como el mismísimo mar y logró notar también un gran misterio que los poseía.
Las manos pequeñas y delicadas de Jane comenzaron a temblar por el miedo que sentía por todo su cuerpo, pequeñas gotas de sudor caían de su frente al suelo. Las gotitas al caer hacían eco en los oídos de aquel ángel del señor que aún continuaba su paso hacia ella, él iba completamente decidido a matarla, a cumplir su deber como el ángel que es.
Ella al notar como al camino de él le faltaba mucho menos para llegar a ella cerró sus bellos ojos marrones, su rostro tenía un facción de terror y para ser justos así es como debería sentirse realmente. Él al llegar a su lado la olfateó como un perro de caza, como si esperará que ella abriera los ojos simplemente para verlo, para que pueda ver a su propio asesino. Eso no sucedió, Jane no abría sus bellos ojos.
Él como tal ángel que es al notar que ella no hacía ni un simple movimiento de defensa o algo para atacarlo a él comenzó a desvanecerse en el aire, fue demasiado lento. Jane sentía como el viento se levantaba, el olor a eucalipto entraba por sus fosas nasales y decidió abrir los ojos, los bellos ojos de Jane vieron como el joven ángel se estaba desvaneciendo entonces no lo pensó dos veces y tomó la mano de él antes que ésta desapareciera como el resto de su cuerpo, ella cerró sus ojos con miedo ya que no sabía lo que sucedería o a donde aparecerían. Jane claramente no había pensado con detenimiento cada detalle de su accionar, simplemente llevó a cabo su acción con miedo. El terror estaba apoderado de todo su pequeño cuerpo, ella al lado de éste ángel era evidente que era una pequeña mujer, muy baja a comparación de lo alto que él parecía a su lado.
Cuando ella abrió sus ojos y notó que el azul mirar de él se encontraba sobre sus ojos tragó saliva sonoramente tratando de soltar su mano, pero él antes de que eso sucediera la tomó con mucha fuerza de la muñeca acercándola hacia su cuerpo. En ese preciso instante Jane sintió como el cuerpo de él estaba realmente pegado al suyo. La joven puedo sentir los músculos fuertes de él y su delicado toque lo cual le resultó bastante extraño ya que él se veía como un fuerte guerrero pero sus acciones decían lo contrario, ella no comprendió la situación hasta que bajó la vista y se dio cuenta que ambos se encontraban en lo alto, en el cielo. Un gritó descontrolado salió de los labios de ella, su miedo se encontraba frente a ella, sus grandes miedos estaban allí. Un ángel y las alturas, aquello era lo peor que le podría suceder a la joven. Llevó sus manos pequeñas hacia los hombros grandes y fuertes de aquel ángel, logró sentir como sus hombros se encontraban duros y un tanto mojados por la llovizna que comenzó a caer. Ella observó como el suelo parecía estar mucho más lejos de sus pies y eso no era realmente de su agrado, es más le producía pánico.
— ¿Qué está sucediendo? —Murmuró ella con cuidado de no abanicarse demasiado y luego agregó con terror a la conversación o mejor dicho al monólogo que ella misma mantenía. — ¿Quién eres? Ya ¡Bájame! —Aquellas palabras salieron de sus labios como una gran orden para él.
Él al ser un ángel tenía que seguir las órdenes que le decían, no importaba lo tonto que fuera; él tenía que hacer sin negar nada.
Si la persona que le daba una orden moría por aquello simplemente a él no le importaba, no podía importarle aquello que tuvo que cumplir; era una de las muchas reglas angelicales que aún seguían vigentes para ellos, esos pobres ángeles que no lograban hacer lo que realmente querían y deseaban.
—Por supuesto. Cumpliré su orden. —Simplemente dijo él.
Los ojos azules del ángel parecían brillar con un gran destello luminoso del mismo color, él no dijo ni una sola palabra mientras oía lo que Jane con miedo y pánico preguntaba. El joven al oír lo que parecía ser una orden para él enmarcó su ceja izquierda con ímpetu y la soltó, cumpliendo así con la orden que Jane le había comentado; sin importarle el resultado de su accionar.
Jane al ya no sentirse sujeta de él comenzó a caer, parecía un pequeño pájaro volando en el gran cielo azul. Para ella la caída sería su final y aunque deseaba morir más que cualquier cosa en su vida supo que éste no era el momento adecuado para tal cosa. De sus labios salían gritos, gritaba lo más fuerte posible, cuando se dio cuenta que el suelo ya pronto sería su destino recordó lo que salió de los labios del joven y entre gritos desesperados de sus labios salió. — ¡Ayúdame! —Jane esperaba que él logrará oír lo que de sus labios salió.
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Editado: 10.04.2021