2. Oscuros: El poder del olvido

5. Roces de verdad

 

Theresa Wilmeroong sonreía con amplitud acoplándose con facilidad a su nueva vida. Estiró su mano tomando la de Luke y lo miró fijamente a los ojos con una pequeña sonrisa sobre sus labios. Él se acercó y la subió a horcajadas de él, sus labios se impactaron contra la piel suave del cuello de Tessa. Ella se separó rápidamente y se volvió a recostar junto al joven.

— ¿Todo está bien, Jane? —Preguntó.

Tessa miró los ojos de Luke con el ceño completamente fruncido y luego asintió.

—Todo está bien, solo quiero dormir un poco más.

Luke asintió con la cabeza tan solo una vez y cerró sus ojos.

Tessa imitó aquella acción, dentro de su cabeza se encuentra planeando una pequeña estrategia para conseguir su medallón y de ese modo poder destruir todo lo que tenga que ver con el mundo demoníaco.

Jane debía asistir a esa extraña reunión de la que no sabía de lo que sería capaz de hablar, ella ahora estaría perdida. Todos se darían cuenta de la verdad, que ella no era Tessa Wilmeroong. Ella creía que entrar en el cuerpo perfecto de Tessa sería una grandiosa oportunidad para saber como salir de aquí, pero ahora que se encuentra dentro de la joven Wilmeroong se dio cuenta con detalle que la vida de ella no era para nada buena y que quizás debería haberse quedado con su verdadero cuerpo, ese cuerpo que no le agradaba para nada pero era suyo y debía aceptarlo.

Las cosas no salían como Jane esperaba, simplemente de ahora en más debía encontrar su cuerpo y dejar de jugar a la niña rica ¿Dónde está su cuerpo? ¿Dónde está Theresa Wilmeroong? ¿Ya habrá despertado de su gran golpe? Esas preguntas carcomían la mente de Jane y no había respuesta alguna para ella, ella misma debía responderse y hasta que no encuentre aquel cuerpo no lo podrá hacer. Tiene que encontrar el cuerpo ya que seguramente a Tessa le iba a agarrar un ataque cardiaco al notar que ahora se encontraba en el cuerpo de un demonio.

Jane seguía sentada en la cama de la enfermería pensando aquellas interrogantes que no la dejaban en paz, cada vez la hora se acercaba aún más y ella no sabía que es lo que diría. Quizá lo mejor sería callar y dar la palabra a su esposo o a su hermano, ella se quedaría hablando con Camille sobre algún asunto que ambas sabían y que le ocultaban al resto de la organización. Jane sabía cada maldito recuerdo de la vida triste de Tessa y aquello la ayudaba para parecer que nada había sucedido, pero... ¿Cuánto tiempo más podría soportar ser una persona que no es? ¿Cómo callar los sentimientos de Tessa? ¿Cómo hacer para no escuchar sus propios sentimientos?

La joven se levantó de la cama con cuidado ya que aún seguía algo mareada por aquel gran golpe que recibió por el esposo, mejor dicho el supuesto esposo que ella tenía. Comenzó a caminar para lograr comenzar con la búsqueda, Jane quería creer que Tessa también estaría en busca de su verdadero cuerpo y una respuesta a su mayor interrogante: ¿Qué demonios hizo? ¿Quién hizo esto?

Jane se agarró con sus manos de las paredes para no caer, sentía dolor en todo su cuerpo. Su caminar se volvió mucho más lento, hasta que se detuvo llevando su mano hacia el plomo de la puerta. El plomo estaba realmente frío, pero ella no lo lograba sentir. No sentía nada, giró con cuidado para abrir la puerta y dio unos pasos hacia afuera, se dio la vuelta unos segundos y nuevamente tomó el plomo para cerrar aquella gran puerta de madera. Comenzó a caminar, su paso era lento, mucho más que antes ya que ahora tenía mucho más espacio para caer por el suelo y no había tiempo para eso. Su cabeza daba vueltas, los recuerdos de Theresa estaban siendo mucho más fuertes y lograban que Jane lentamente comience a desaparecer con lentitud. Su cuerpo tembló y sintió que caería, pero unas fuertes manos la tomaron. Una fragancia se impregnó en sus fosas nasales, era como si supiera a quien le pertenecían esas bellas y fuertes manos tan sólo por la fragancia. Una pequeña sonrisa se dibujó inmediatamente sobre sus labios, una de sus manos se dirigió hacia el rostro de aquella persona y con cuidado se dio la vuelta para lograr ver unos hermosos ojos azules, era él, era Alex. Ella acarició la mejilla de él con aquella sonrisa, las manos de Alex la sostenían lo suficientemente fuerte para que no caiga. El ceño de él inmediatamente se frunció al sentir la caricia que ella le brindaba, fue algo instantáneo, algo que ninguno de los dos logró medir. Ella miraba esos bellos ojos con la esperanza de que él supiera la verdad y que realmente lo amaba con todo su ser.

Se oyó un fuerte ruido, él miró los ojos celestes de ella y sonrió para comenzar a caminar hacia la habitación que ella tenía aquí. Al llegar, la soltó con cuidado y dejó que se alejará para que se fuera a arreglar para aquella gran cena. Él se acercó con cuidado y dejó un beso sobre la frente de ella, ella cerró los ojos con rapidez al sentir sus labios fríos sobre su frente, aquello fue realmente tierno y no dijo ni una sola palabra ya que lamentablemente no lograba sentir más la fragancia perfecta y singular que él tenía y que a ella o mejor dicho a Tessa tanto le gustaba. Ella abrió los ojos y se metió en su habitación con el ceño fruncido ya que realmente no quería que él se fuera de su lado, pero eso no podía suceder aunque lo deseara y amara tanto. Jane podía sentir todo, todo lo que Tessa sentía al ver a Alex, aquellas cosas eran demasiadas fuertes para resistir. Jane se sentía una niña al no saber como reaccionar a las situaciones o recuerdos que llegaban a su vida, claramente para Tessa sería mucho más fácil, eso esperaba.




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