2. Oscuros: El poder del olvido

7. Cena de horror

 

Jane no tenía ni la menor idea de lo que haría con la nueva invitada. Ni siquiera tenía idea de quién era esa nueva invitada y qué es lo que tendría que hacer con ella. Ella se encontraba completamente nerviosa y lo único que pensaba era en encontrar a Theresa Wilmeroong para darle su cuerpo de una vez por todas y ella regresar al suyo. Su ceño se frunció inmediatamente y se detuvo antes de entrar a su habitación, podía oír con claridad como Tood y Gonzalo se encontraban conversando sobre un extraño incidente cosa que ella no creyó. Los detalles que salían de los labios de Tood eran como si estuviera justo en el suceso que contaba, era imposible que supiera demasiado.

Una noche, una gran noche fría donde todos los habitantes de aquella casa se encontraban completamente dormidos, en realidad no todos. Los adultos se encontraban conversado sobre el embarazo de la mujer. Los hijos no tenían idea alguna y jamás la tuvieron, gracias a Tood.

Jane cerró sus ojos con fuerza, el simple hecho de oír aquellas atrocidades cometidas por el hermano de Theresa la hicieron realmente mal.

—Era una estúpida familia de demonios, dejé a la niña vivir. No me había dado cuenta que tenía un hermano, pero... Fue bastante fácil entrar y acabé con el trabajo, ¿Me entiendes? —Preguntó Tood.

Tood se encontraba apoyado contra la puerta, lo que hacía su voz se escuchará mucho más fuerte y que Jane logrará oír lo que salía de sus labios. Jane negó con la cabeza rotundamente al recordar el hecho de la muerte de su familia, tomó su cabeza y salió corriendo. Gonzalo comenzó a reír a carcajadas con lo que Tood le había contado, aquello le pareció bastante interesante y despiadado.

—Vamos, da detalles. —Dijo con una pequeña sonrisa ladina.

Tood lo miró.

—Bien ¿Qué clase de detalles? —Preguntó él.

Una pequeña sonrisa ladeada se dibujó sobre los labios de Gonzalo.

—Muy buenos.

Tood se estiró con esmero y subió su camisa para que el otro pudiera ver con detalle como había quedado marcado de por vida. Los ojos de Gonzalo se fijaron en la gran cicatriz rojiza y su ceño se frunció inmediatamente. — ¿Por qué no te curas? Sabes que con una runa que te haga la hermosura de Lohan no quedaría ni una pequeña mariquita. —Dijo él.

El ceño de Tood se frunció al oír lo que salía de los labios de su amigo. — ¿Hablas del idiota de Alexander? —Preguntó.

Una risa sonora salió de los labios de Gonzalo y negó. —Hablo de Camille.

Tood se miró al espejo y acomodó su cabello, llevó su mano a su barbilla y se guiñó un ojo. —No suena para nada mal, y así haré enojar al moquito. —Murmuró Tood refiriéndose a Alexander—. Mmm... Lo haré, no tengo que perder... —sonrió de lado y agregó: — Ganaré, me ganaré a la preciosura de Camille.

Gonzalo simplemente asintió.

—Iré a ella antes de la reunión, y después frente a moquillo le voy a coquetear, ya puedo ver la cara del estúpido engendro ese. —Tood se acercó al ropero y tomó una chaqueta, hacia frío—. Nos vemos luego, por cierto deberías estar buscando a Tessa, tiene trabajo que hacer. Una pequeña necesita del conocimiento o mejor dicho del medallón de Tessa. —Dijo él saliendo de la habitación.

Gonzalo al oír lo que su amigo le comento decidió que lo mejor que podría hacer es buscar a Theresa.

Tood comenzó a caminar hacia la biblioteca, Camille siempre estaba allí con todos los libros y siendo completamente feliz con ellos. Al llegar observó y la buscó con la mirada, su ceño se frunció inmediatamente al verla sosteniendo un libro sobre ángeles de la muerte.

— ¿Cami? —Preguntó él.

Camille cerró con rapidez el libro y sonrió ampliamente para acercarse a él, al verlo alzó una ceja esperando que le diga lo que estaba sucediendo ya que ella podía notar algo realmente extraño en su actitud.

— ¿Podrías ayudarme con una cicatriz? Es que me he dado cuenta que nadie se fijará en mi con ésto en mi pecho, y quisiera tener una vida, una esposa e hijos. —Dijo Tood con una pequeña sonrisa triste en su rostro y luego dijo—, nadie quiere a un monstruo como yo... —Camille al oír ésto se acercó inmediatamente a él y negó con comprensión y asintió.

—Por supuesto que te ayudaré, no te preocupes. Ven, vamos a la enfermería y te curo en un santiamén. —Dijo ella con una sonrisa amplia, cayendo en el juego de él.

Salieron de la biblioteca con una sonrisa amplia en sus rostros, Tood la miró con detenimiento por un instante. — ¿Irás hoy a la cena? —Preguntó.

Camille lo miró de reojo. —Si, por supuesto ¿Por qué? —Preguntó ella.

Él rió entre dientes y dijo: —Quiero ir contigo, tontita.

Camille al oír lo que dijo Tood lo miró fijamente y sus mejillas se tornaron inmediatamente de un color escarlata que hacía resaltar sus bellos ojos verdes.




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