2. Oscuros: El poder del olvido

8. Norma

 

La joven Jane se encontraba completamente dolida, ella sabía que Theresa Wilmeroong no amaba a Gonzalo, pero aún así no era para nada agradable la manera peculiar y ordinaria con la que él la trataba. Si fueran sus propias manos seguramente ya lo hubiera matado, pero lamentablemente eso no sucederá, no aún.
La joven llevó sus manos hacia sus costados para acordar el vestido y luego levantó la cabeza para comenzar a caminar con rapidez y eficacia hacia la cena, al llegar abrió las puertas de par en par tal y como lo había hecho el joven Alexander. Los ojos de él se fijaron en los celestes de ella, la cual al notar eso ladeó la cabeza para verlo fijamente a sus bellos ojos azules y luego se acercó a él. Tomó asiento en la silla de al lado nuevamente y lo miró por tan sólo unos pocos segundos, los cuales fueron completamente suficientes para él. Ella regresó la mirada fría hacia las fresas y tomó una pequeña para luego hundirla en crema y llevarla a sus labios para comenzar a saborear el delicioso sabor que aquella comida le brindaba, Alex sonrió ampliamente observando atentamente cada acción que la joven que él creía amar daba. Ella notó eso y dejó de saborear su aliento para comenzar a cortar con el cuchillo el filete que había dejado, cortaba pequeños pedazos para luego ir a alimentar a la bestia. Los ojos de todos los presentes se fijaron en ella, la cual levantó la mirada celeste que poseía de su plato y alzó ambas cejas.

— ¿Qué haces, Theresa? —Preguntó Gabriel sin comprender lo que estaba viviendo.

Tessa miró al hombre mayor con el ceño fruncido. —Cortando mis sobras, creo que soy lo bastante grande para saber qué hacer y con que hacerlo. No creo que usted, señor Lohan debe preguntarse por lo que yo hago, debería decirme ya mismo ¿Cuál es mi misión? —Dijo la joven.

Alex al oír aquellas palabras salir de los labios de ella no puede evitar soltar una pequeña risita divertida que la tapa con una tos fingida.

Gabriel al oír como ella le habló su ceño se frunció inmediatamente y negó con la cabeza, aún no podía aceptar que su hijo mayor una vez le había comentado lo mucho que amaba a esa joven petulante que hablaba con una voz tan especial y que no se preocupaba en lo absoluto por dichas palabras que salían de sus labios, labios venenosos como una pequeña serpiente. Los ojos marrones casi miel del hombre mayor se fijaron en los celestes de ella.

— ¿Disculpe? Lo sé, sé que no debo importunar. La misión como usted la llama será descubrir la verdad que oculta la invitada, está en la habitación 700. Ya sabe lo que tiene que hacer, y luego debe irse al trabajo con Alexander. Eso ya no me concierte en lo absoluto. —Dijo el.

Alexander al oír toda la conversación no emitió sonido, él continuó comiendo sus deliciosas fresas con chocolate hasta que vio como Tessa se levantó con rapidez de la mesa y se alejó sin dar explicaciones por sus acciones extrañas. Por ese motivo él se levantó con delicadeza de la silla y sonrió como todo caballero.

—Disculpen, espero que logren continuar con la cena sin nuestra presencia. Muy pronto recibirán novedades acerca del trabajo o... Misión, adiós y buen provecho. —Al decir esto Alex se retiró con pasos firmes y lentos.

Él al cerrar la puerta dejó de dar los pequeños pasos para comenzar a caminar con mucha más rapidez, cuando vio a Tessa su ceño se frunció inmediatamente y se escondió detrás de la pared que los lograba separar, él apoyó su cuerpo contra aquella gran pared para lograr escuchar mucho mejor lo que su amada decía en voz alta. Sabía bien que hacer eso estaba mal, pero necesitaba oírla. También tenía que preocuparse por el demonio que aún no había encontrado, él no sabe que no lo va a encontrar en ningún lado ya que se encuentra dentro del cuerpo de su amada ángel.

—No puedo seguir con ésto... Yo no puedo. —Decía Jane y luego agregó—, Jamás debí haber hecho lo que hice. —Negó con la cabeza.

Alex salió de su escondite y decidió actuar como si nada hubiera pasado, llegó al lado de la joven y tomó su hombro con una pequeña sonrisa en su rostro. — ¿Tessa? ¿Estás lista? —Preguntó.

Jane al oír y sentirlo se dio vuelta para verlo a los ojos y asentir. —Lo estoy. —Murmuró ella.

Se dio nuevamente la vuelta para ver la puerta, el gran 700 se encontraba algo despegado pero no le fue importante a ninguno de los dos y se adentraron a la habitación. Lo primero que sus ojos vieron fue un mecedor blanco y la niña sobre el, acostada soñando si es posible llamarlo de ese modo tan simple. Jane no tenía la menor idea de lo que tenía que hacer con ella y mucho menos como sacarle información con ese medallón que llevaba colgado sobre su cuello, su ceño se frunció inmediatamente al notar que la niña también tenía un medallón, pero éste era diferente, muy diferente que el que Tessa poseía. Ella no dijo ni una sola palabra y se dio la vuelta con dificultad al notar que las manos de Alex sobre su cuello que levantaban el cabello de ella, ella no hizo nada al respecto y sintió como él quitó el medallón de su cuello y luego dejó un delicado beso sobre su hombro; ella cerró sus ojos al sentir los labios de Alex. Él se alejó y le tendió el medallón, ella lo tomó con nerviosismo ya que no sabía como funciona dicho amuleto o lo que fuera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.