2) Revenge

Capítulo 9: Problemas

 

 

 

 

 

 

 

Dios

 

Ya en el cielo camino pensando en lo sucedido. Sé que aunque estuviera aquí los problemas que dejé en la tierra me seguirían, solo es cosa de unos pocos segundos.

 

Es algo de lo que no podré liberarme, no es por miedo, sino por algo mucho más confuso de lo que cualquiera podría conocer. No hay nada similar a lo que cualquiera podría imaginar, se acerca el fin y no se puede hacer nada.

 

En momentos como estos, es cuando me doy cuenta de que preferiría ser otro. Quizás pueda encontrar el modo de ser alguien más, así nadie podría venir a pedirme ayuda. Efectivamente, soy más egoísta de lo que me había imaginado.

 

Los problemas amenazan cada segundo, ya no hay mucho que hacer, debemos aceptar lo que va a venir, ya que está llegando. No puedo desaparecer como lo hago siempre, es tiempo de hacer la aparición.

 

La gente va a empezar a tener miedo de lo que pueda venir, pero nadie lo sabe ni siquiera yo. Quizás tenga que usar el jacaranda y ver el futuro, pero… ¿es correcto saber las cosas antes que los demás?

 

Creo que, por primera vez, me gustaría saber las cosas que pasan justo cuando van a pasar. Al menos ese es mi pensamiento, pero tal vez hay un modo de salvar a la humanidad y no lo podría saber si no me fijo en el jacaranda.  

 

El fin se acerca nuevamente, salimos de un problema, y luego entra otro mucho peor a nuestras vidas. No creo que eso sea justo para nadie.

 

Tengo que mantenerme al filo de la situación, no puedo perder a la gente que me quiere y mucho menos a los que yo quiero.

 

Por un instante, me siento mal por todo lo que está pasando.  

 

Giro al oír aleteos ruidosos.

 

Abel y otros ángeles se hacen presente frente a mí.

 

—Señor, ¿está bien? —Pregunta Abel con una sonrisa sobre su rostro al verme allí—. ¿Necesita algo, señor?

 

Una pequeña sonrisa se hace presente sobre mis labios al ver la bienvenida que mis hijos me otorgan. Casi al instante, me doy cuenta de que no esperaban mi llegada.

 

Me parece bastante peculiar, pero no digo nada al respecto, solo me decido a responder las preguntas que él me había hecho.

 

—Abel, sí. Estoy muy bien, ¿qué pasó en mi ausencia?

 

Necesito una respuesta real de uno de mis hijos, no quiero que me mientan, ya que tengo miedo de que me estén ocultando algo más.

 

—Nada, todo está en orden.

 

Alzo una de mis cejas, pero cedo ante la situación.

 

—¿Y tú misión?

 

—¿Rubby?

 

Aquella pregunta de su parte me deja pensando en lo que pueda venir después de eso. Tengo pánico en su respuesta, sé que lo que me dirá será una mentira.

 

—Así es.

 

—Ella está bien.

 

Suelto una carcajada sonora de mis labios ante aquella respuesta.

 

Claramente, no está bien.

 

Rubby tiene la marca del hijo de Lucifer.

 

—¿Así? ¿Y la marca?

 

—¿De qué marca habla, Señor?

 

Abel se queda pensando seriamente acerca a lo que yo me refería.

 

El ceño de aquel Ángel se frunce ante no tener una respuesta para mí.

 

—La marca. La marca que Luke debería dejar en Jenna, la marca de la bestia.

 

—No es posible.

 

—Pero así es. Debí dejar a Castiel en la misión, tú no sirves para esa responsabilidad tan grande como esta.

 

—Señor, yo...

 

—¿Qué hacías vos en ese momento?

 

—Yo... yo estaba en la tierra.

 

—Bien, vete de aquí.

 

—Pero, señor...

 

—Es tu culpa. ¿Estás desafiando mi palabra? —Pregunto con el ceño fruncido.

 

—No, jamás podría hacer tal cosa.

 

—Pero lo hiciste y desafiaste mi honor.

 

—Yo...

 

—Tú.

 

—Yo lo lamento.

 

Niego con la cabeza al oír sus palabras.

 

—No, no lo lamentas en lo absoluto. No digas más, ya no quiero oír tus palabras, solo vete.

 

Frunzo el ceño mirando el rostro de aquel hijo. Sé que la culpa no es de nadie, pero necesitaba un culpable para seguir adelante.

 

—Bien...

 

Puedo sentir como él me mira algo asustado por mi reacción, pero de igual modo, se va de allí. Observo como se dirige hacia el pasillo pensando de mala gana como subir de puesto, es lo único que él quiere y anhela con su corazón y gracia celestial.

 

—Ahora sí.

 

Comienzo a caminar hacia un estante y lo abro sacando un diario, agenda y abro… aquello. Observo la primera página tomando asiento en un escritorio.
 

 

 

 

 

 

 

Bueno, tengo recuerdos... ya es mi 1.5K de libros. Sé que a veces las cosas se vuelven confusas, lo sé, sé que todo lo que sucede, aunque sea bueno o malo sucede por alguna razón.

Si yo no lo detengo, sé que nadie lo hará.

Las personas me reprochan cada mini problema, como... "Se cortó la luz, ayúdame Dios." "La bañera se inunda, ten piedad de mí, Dios."

Escucho cada pedido, cada sonido y sé que algunas personas les fallé, sé que no respondí algunos pedidos y lo lamento.

Yo más que nadie sabe cuánto lo lamento, cuánto lo sufro.
 

 

 

 

 

 

Una pequeña lágrima cae lentamente de mis ojos hacia mis mejillas, respiro hondo para secar estas, llevo mis manos hacia mis ojos y refriego estos fuertemente. Debo calmar mis temores.



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En el texto hay: angeles y demonios, anticristo, dios

Editado: 11.04.2021

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