Luke
La situación no me agrada, no puedo creer que ella nos esté pidiendo eso, pero lo que más me llama la atención es que Castiel solo haya aceptado la situación. No voy a dejar que eso pase, no quiero nada de eso.
Yo no voy a aceptar eso, haré que lo hago, pero no pienso dejar que le suceda nada. Ella es muy importante para mí, no la puedo perder. Me da miedo dejarla ir y que el antiguo yo regrese de la nada, no quiero eso.
Tengo preguntas acerca de lo que me está ocurriendo, pero siempre hay algo que me frena y no las puedo hacer. Tengo miedo de que ellos no me puedan responder con lo que deseo que hagan.
Sé que está mal hacer esas cosas, pero no puedo dejar que ella salga herida una vez más. No puedo ver que estos seres terminan mal, aunque ellos no me quieran como yo a ellos.
Quiero que todo esto se termine, ya no puedo seguir jugando este juego sin saber hacia dónde voy. No quiero hundir a nadie conmigo.
No comprendo lo que está pasando en la cabeza de Rubby, no quiero que ella piense de ese modo, pero no puedo meterme en su cabeza para hacerla cambiar de opinión.
Sé que es un poco extraño, pero quiero que las cosas mejoren para ella y su familia. No me importaría morir por ella.
No voy a seguir mintiendo, no puedo hacerlo más. Cada vez que pienso en sus palabras, me agarra miedo de perderla y no puedo hacerlo.
—No voy a dejar que eso suceda, Rubby. Yo no te prometo nada, no puedo hacerlo. —Soy lo más sincero posible—. Si te pasa algo, no dejaré de intentar que todo mejore para ti.
Ella me mira con el ceño fruncido ante mis palabras.
—No seas tonto, Luke, déjame ir —susurra Rubby con seriedad—. Quiero confiar en vos, pero no voy a poder si me decís esto.
Niego con la cabeza y alzo los brazos al Cielo con brusquedad.
—No confíes en mí. Nunca debiste confiar, Rubby.
Ella niega acercándose hacia mí, se detiene para verme a los ojos, y su mano choca contra mi mejilla con brusquedad.
—Cumple con lo que te pido, Luke —dice como si fuera una orden.
Niego frenéticamente.
—No. Ya te lo advertí, yo no pienso hacer eso.
Miro a Castiel, pero él parece estar de acuerdo con lo que su hija le pidió, yo no puedo hacer eso. No lo entiendo, no comprendo nada de lo que está ocurriendo, pero sé que no voy a cumplir con Rubby.
—Luke, necesito confiar en ti. —Ella toma mis manos con delicadeza y me mira a los ojos—. Te quiero mucho, Luke, déjame confiar en vos.
La miro a los ojos con el ceño fruncido, no puedo creer lo que me está diciendo. No sé qué es lo que debería pensar en este momento.
También la quiero, pero por ese motivo, no puedo perderla.
—Y yo a vos, ¿no lo entendés? —Pregunto con mis ojos cristalizados—. Te quiero tanto, que no puedo perderte. Sos la única que me apoya, que me brinda amor, que está a mi lado y que me… —Me quedo callado.
Rubby alza una ceja ante mis palabras, se nota que las está pensando seriamente, no se esperaba que le dijera eso.
—¿Qué? —Es lo único que sale de sus labios.
—Ya me escuchaste, Rubby, yo no pienso seguirte ese juego —confieso con la seriedad que Dios me brindó—. No puedo perderte, porque si lo hago… me perderé a mí mismo otra vez.
Ella se queda seria, no puede responder, solo se queda ahí observando mis ojos. Deseo que Rubby me diga algo relacionado a mi confesión, pero en vez de eso, de sus labios sale otra cosa:
—¿Hay alguna novedad? —Se focaliza en su padre.
Castiel me mira y luego a su hija sin comprender lo que está ocurriendo.
—No, por ahora no —responde con tranquilidad.
A la hora, un extraño viento nocturno entra por la ventana, algo que da miedo en su presencia. Es algo oscuro y llamativo, pero de igual modo sé que no es para nada bueno; lo logro sentir en el aire, en el ambiente.
No puedo evitar observar hacia los lados, estoy en la búsqueda de algo, pero no sé de qué.
—Hola, chicos. —Jenna se hace presente.
Mi ceño se frunce inmediatamente al visualizar aquella abominación y niego con la cabeza tan solo una vez.
—¿Qué haces aquí, Jenna? —Decido preguntar—. Deberías estar haciendo de las tuyas.
—Lo mismo que tú, también porque quiero matar a Rubby. Aunque eso ya lo saben todos ¿no es así? —Cuestiona llena de seriedad en sus palabras—. Porque eso es más que obvio.
—¿Por qué quieres matar a Rubby? No te dejare. No te mestas con nosotros, yo maté a Lucifer, puedo hacerte papilla si eso es lo que quiero hacer contigo.
—No lo mataste —De los labios de Jenna se logran oír carcajadas sonoras.
—¿Qué? —Agrega Rubby a la conversación.
No me doy cuenta de que se ha hecho presente hasta que logro oír su hermoso tono de voz.
—Sí, lo maté.
—Claro que no, en realidad, mataste a Julieta, mataste a La Muerte.
—Pero era hombre... él era Lucifer.
—No, ellos se cambiaron de cuerpo y te hicieron creer eso, pero nada es real, Luke.
—Dime que es una estúpida broma, una simple broma que salió mal.
—Ay, no, Rubby. Todo es real.
Observo como Jenna se acerca a mí y acaricia con una de sus manos mi pierna.
—No lo toques... —Dice Rubby con el ceño fruncido sacando la mano de Jenna que se encuentra aún sobre mi pierna.
—¿Te dan celos? —Pregunta Jenna con una sonrisa maliciosa sobre su rostro.
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Editado: 11.04.2021