Cuando llegue a casa estaba tan feliz porque al fin encontré la persona que comenzaba a marcarme de una forma tan linda y única, pero a la vez confundida ya que tenía una sensación tan rara cada vez que llamaba y mandaba mensajes, llegue al punto de buscarlo tanto a tal grado de que me nacía publicar muchísimas cosas en su perfil, me sentía tan feliz que quería gritarle al mundo entero que tenía a una persona tan perfecta a mi lado. En ese momento me sentía la persona más afortunada del mundo por tener a alguien como él, me di cuenta entonces que estaba enamorada, si, ya no había dudas de lo que sentía ¡estaba enamorada! El corazón lo gritaba, mi mente lo afirmaba y mis ojos no podían ocultar lo que pasaba.
Días anteriores la poca o mucha gente que llego a conocer mi carácter y el cómo me comportaba noto algo diferente pero, esa sensación no tiene explicación, simplemente era algo que llenaba el alma por primera vez debido a que cada mensaje que él enviaba me hacía suspirar y sacar una sonrisa tan grande que la gente solía decir que esa no era yo -¿y cómo sabían que no era yo?- Simple, nunca me habían visto sonreír de esa manera a tal grado de suspirar después de ver el teléfono, jamás me vieron tan atenta con alguien a tal grado de ignorar todo aquello que me rodeaba con tal de prestarle más atención a otra persona que ni siquiera estaba a lado mío. ¡Dios! ¿Cómo esto crecía tan rápido? Me sentía tan feliz en ese momento por que todo era único y mágico, no había momento en el que no soltara el teléfono por estar contestando sus mensajes o atendiendo sus llamadas ¡hay! como me encantaba sentirme así, el definitivamente era más fuerte que cualquier droga común, claramente me visualizaba a futuro con él y en tan poco tiempo… Tal vez, ese fue mi gran error.
Eduardo- ¡vuelve a tus casillas mujer! ¡Pon atención en lo que estás haciendo!
Yo. - relájate, estoy dentro de mis cabales. -
Eduardo. - claro, entiendo… y ¿Cómo te fue? Te pedí que marcaras cuando estuvieras en casa y no lo hiciste.
Yo. - Bien, me fue bien…- tenía una gran sonrisa en mi rostro, un brillo peculiar en mis ojos y una emoción que hacia latir fuerte al corazón.
Eduardo. - ¿Por qué no marcaste? – me lo pregunto en un tono algo preocupado y molesto-
Yo. - porque estaba bien, no pasó nada… solo… solo estoy feliz.-
Eduardo. - Eso ya lo noté desde que le disté los buenos días a la que te cae mal.
Yo. - Todos me caen mal a excepción de tú y Rosa. - lo dije en un tono sarcástico.
Eduardo. - por eso mismo... Bueno y dime… ¿Si existe ese tal Gabriel?
Se dibujó una gran sonrisa en mi rostro al escuchar cierta pregunta tan peculiar. - Pues sí, fíjate que si existe y créeme que es como un sueño hecho realidad… Tiene todo lo que yo considero como hombre perfecto. -
Eduardo. - ¡vaya! Perderé más el tiempo en redes sociales para ver si encuentro una mujer que sea perfecta para mí. - se burló de mi sarcásticamente-
Yo. - Todo puede pasar en esta vida amigo… es más, uno nunca sabe que tan lejos está tu otra mitad de hilo, ya sabes, el destino.
Eduardo. - otra vez con eso… ya te dije que son coincidencias que nos da la vida, no es nada del otro mundo, solo eso, “coincidencias” o también podrías llamarlo “casualidades”
Yo. - ¡que idiota! - exclame- … pues, sea casualidad o coincidencia ¡que hermoso poder conocerlo! -
Eduardo. - si tú lo dices… en verdad me da mala espina ¿y si te lastima?
Yo. - Valdrá la pena salir herida en esta guerra.
Eduardo. - Hablo en serio… no me gustaría verte llorar, te aprecio como amiga y te considero como una hermana, pero, por favor no quisiera verte llorar ¿entiendes?
Yo. - ¿Cuándo me has visto llorar? ¿He? La única vez que llore fue en primer año y tu bien sabes porque fue.
Eduardo. - ¡Entiendo! Eres fuerte, pero, hasta los mismos héroes tienen su debilidad, por favor no quiero que te lastimen.
Yo. - Estaré bien… lo prometo, no me dejare caer si algo pasa eso tenlo por seguro.
Eduardo. - Por cierto… sé que es pronto, pero… ¿estás segura de que funcione?
Yo. - ¿lo que tengo ahora con Gabriel? ¡Claro que va a funcionar! - exclame- Se lo que te digo. -
Eduardo. -suspiro y me dijo: -Entiendo… me agrada saber que te hace feliz, aun que te cambio mucho, nunca te vi así de feliz en estos 4 años de facultad, supongo que debe ser sorprendente este tipo para cambiarte tan radicalmente. -
Yo. - Algún día lo conocerás y veras que es lo mejor para mí.
Eduardo. - esperemos que algún día...
A pesar de lo que me dijera las demás personas respecto a las relaciones a distancia yo y el seguíamos sin importarnos nada ni nadie. Cada 30 de cada mes recordábamos ese momento tan glorioso en el que nos encontramos y formamos algo de lo más hermoso. Solía verlo los fines de semana, por lo general los días sábados para poder estar con él; adoraba llegar, bajar del autobús y encontrarlo en el mismo sitio donde nos vimos por primera vez, llegar a abrazarlo y contarle todo lo que me pasaba en la semana, en verdad era hermoso estar a su lado por las tantas locuras que hacíamos ya que pareciera que fueron pocas las veces o días que nos vimos pero, estuvieron llenos de hermosos recuerdos… recuerdos los cuales con el hecho de evocarlos dibujaba una sonrisa en mi rostro.
Editado: 18.03.2020