Yo no necesitaba una mujer que se abriera por dinero
Yo necesitaba una mujer, no un objeto
Bien dicen que cuando pasa la tormenta, llega la calma
Pero mi calma se derrumbó, cuando yo pose mis ojos sobre aquella hermosa flor
La tormenta comenzó cuando me dejo ver su interior
El caos vino cuando toque su tallo y sus fieles espinas lastimaron mis manos
La paz se quemó, como se quema la gente al sol
Lento y sin preocupación
El color de mi rosa era más rojo que la pasión
Mas rojo que las dulces manzanas del sur
Y más roja que la sangre que ocupan mis manos.