Todo fue tan rápido, te diste cuenta que era esa chica con la que hablaste un verano y que gustó de ti todo ese tiempo. Me dejaste en claro que te gusté por ese lapso de tiempo igualmente y en el salón fuimos catalogados como la pareja nueva.
Me causaba pena que estuvieras cerca mío, yo siendo de una complexión horrible y tú irradiando una belleza única por todos lados, pero tú decidiste quedarte a mi lado aunque nunca lo exigiera.
Fue tan rápido el nacimiento de mi gusto hacia ti, cayendo en sonrojos internos -o externos- cada vez que me abrazabas, me tomabas de la mano o te me acercabas quedando a centímetros tus labios de los míos.
Habiendo demasiadas personas mucho más bonitas y más amigables, ¿por qué yo? es algo que siempre me pregunto. Nunca creí tener tanta suerte para caer en un cliché a tan corta edad.
Fue tan rápido el momento donde inicié a ingresar a tu mundo, a conocerlo y amarlo en la misma magnitud que tú, escuchando los acordes de tu corazón y alma danzando al mismo tiempo que los míos. Tan rápido que no me preparé para ninguna desgracia a tu lado.
Porque a tu lado no hay desgracias, solo batallas que luchamos hasta ganarles y seguir adelante; pequeñas lluvias que hacen que todo ese hermoso jardín de flores se mantenga vivo y el sol sea un ser natural; que amemos cuando vuelve a salir.
A tu lado solo hay cosas buenas y experiencias que nos hacen creer.