2:20 A.M Susurros De La Eternidad

Migrañas

"El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu".
Juan 3:8

Las náuseas, las palpitaciones en el pecho, las ganas de vomitar por las mañanas, la sensación de que alguien la estaba mirando todo el tiempo, el zumbido en los oídos y el miedo que de pronto le invadía completamente obligaron a Julia a buscar ayuda; el médico diagnosticó "crisis de ansiedad" ella quiso aislarse para no molestar, sin embargo, sus amigas y sus hermanas le brindaron el apoyo necesario para animarla y ayudarla a sobrellevar la patología, no es algo que pueda sanar de una sola vez, es algo que viene y va.

Se animó a inscribirse en el gimnasio y la estaba pasando bien, llegaba cansada a su casa, a realizar los quehaceres diarios, dedicar tiempo a su hobbies, continuar con su emprendimiento de bolsos bordados a mano, leer libros de detectives y una vez por semana ir a la playa, la brisa del mar y la sensación de la arena en los pies le hacían calmar aquella angustia producida por una patología que invade a cualquier persona en cualquier momento. Ahora estaba en calma y en paz; no había pasado mucho tiempo cuando de golpe comenzaron los dolores de cabeza, al principio un poco suaves que se calmaban con medicación sencilla, pero poco a poco la intensidad del dolor fue progresando haciendo que cada día fuera más difícil que otro, no encontraba medicina que apaciguaran el dolor.

La corazonada en el pecho de que algo está mal, una presión que ahoga lentamente hasta cortar por espacios de segundos la respiración, quince días esperando malas noticias, sobresaltos a horas inesperadas, la falta de apetito y explosiones de llanto en momentos inoportunos, pocas horas de paz y sosiego.

- ¿Qué me está pasando? -se preguntaba entre sollozos una y otra vez-

Visitó al doctor nuevamente, quien le recetó las medicinas indicadas para las migrañas, para los mareos y las náuseas y aún así no cesaban los dolores de cabeza. Una resaca continua día y noche, esa sensación de estar y no estar dentro de su cuerpo. Julia terminó por doparse con fármacos para dolores mucho mayores, el dolor dimitió un poco y decidió preparar algo de comida, chuleta de cerdo ahumada con arroz blanco, tajadas y ensalada mixta a base de tomates y lechuga con un delicioso jugo de guayaba que llevaba un poco de suplemento con colágeno en polvo para la elasticidad de su delicado rostro moreno. <<Un buen almuerzo>>

Ya en calma, considero que quizás las vitaminas le producían esos malestares, no es habitual pero existen casos de casos, nunca gusto de la oscuridad así que las ventanas de su casa siempre tenían las persianas corridas mientras la luz del sol estuviese encendida, alguien se asomó en la ventana, estaba friendo las tajadas, no pudo ver quien era, tal vez solo fue un vecino que pasó; siguió vigilando el sartén y volvió a sentir el peso de la mirada, está vez no giró la cabeza inmediatamente si no que esperó, esperó a que el dueño de esa mirada se confiara, un par de segundos mas y de reojo miró y se encontró con la nada, estaba segura de que una persona estaba ahí.

- Los medicamentos me están alterando -dijo en voz alta- Debo respirar en calma, debo serenarme.

Encendió la radio, de vez en cuando hay programas radiales muy buenos, cómicos, entretenidos <<genial idea>>
Una mujer estaba criticando a los hombres que se comportan como mujeres, esperando que los conquisten antes de conquistar; puso el plato en el comedor y tomo asiento para disfrutar de su almuerzo.

- Julia… -le pareció escuchar-
- Julia…. -era una voz masculina, suave, delicada, apenas audible-

Un susurro en el aire, detuvo el cubierto y prestó atención, solo escuchó la voz de la locutora, las risas de los compañeros de ésta y el fondo musica <<son ideas mías>>

- ¡Y ESTO ES TODO EN ESTE SEGMENTO! Mañana será el turno de las chicas que se creen hombres. (Aplausos y risas) Finalizando el programa.

Apagó el aparato y el mareo la obligó a recostarse, este día no podrá ir al gimnasio, los latidos de su corazón alteraban sus nervios y prefirió acostarse.

Ocho de la noche, el malestar no cesa, no tiene apetito, quizás un baño de agua fría le calme los nervios. Se adentró al baño, liberó la ducha, antes se mira al espejo, sus cabellos castaños y rizados están muy desastrosos, debe hacerles mantenimiento pronto.

Ya en el baño, con los ojos cerrados el toc, toc de la puerta principal, fuerte e incesante la obliga a salir con el cuerpo enjabonado y el cabello lleno de champú <<tal vez es una emergencia>> el ojo mágico no muestra nada, abre la puerta, <<tal vez sea un niño>> ¡Nada! Solo una ligera brisa le sopla el rostro, la corriente de aquella brisa fría entra a la casa, Julia sin prestar atención cierra la puerta para terminar de asearse.

Ya en su habitación suena el móvil
- ¡Hola mami! ¿Cómo sigues del dolor? -su novio-
- No me siento bien, estoy igual, va y viene, las medicinas no están ayudando.
- Debes tener paciencia, dale tiempo al organismo de absorberlos, descansa, te escribo luego, cualquier cosa avisa.
- Está bien mi amor, besos.
- Besos.

Avergonzada no le comentó lo que le estaba pasando, él incrédulo solo iba comentarle que estaba diciendo tonterías. Decidida a no molestar a más nadie con sus cosas prefirió callar. Mejor dormir. En su mente <<siento que algo está por suceder, ojalá sea bueno>> aunque la angustia vaticina lo contrario.




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