<<¿Qué hora es? >> Estirando su cuerpo y deshaciéndose de las cobijas Julia se sentó al borde de la cama, en su muñeca el reloj marcaba las nueve de la noche, el estómago casi tronando reclamaba algo de comer; en el refrigerador solo habían dos huevos, una lonja de jamón, tres lonjas de queso y un tomate que le sonreían <<la compañía perfecta para las rebanadas de pan que están en la alacena>> un vaso de leche tibia después le ayudarían a rescatar otras horas de sueño hasta el amanecer.
Hojear un libro media hora para hacer la digestión y, ¡Aquí no ha pasado nada! Todo está en calma, por los vientos que soplan la tormenta ya pasó, diez y cuarenta y cinco y Morfeo aún no abre sus brazos para recibirla, decide pues hacer sus oraciones y jugar en el móvil mientras espera; las luces en “off” y cae lentamente en el más profundo del los sueños.
El hormigueo en la piel y la opresión en pecho la despiertan, “2:20 a.m” <<otra vez, no puede ser>> el aire acondicionado está apagado y aún así Julia tiene los pies helados, se sube la colcha hasta el cuello y percibe como su respiración se convierte en una especie de bruma frente a ella, no está soñando, no son ideas de ella, no está medicada ni siquiera, el sueño se esfuma y comienza el dolor de cabeza una vez más, las náuseas vuelven, el mareo no le permite moverse demasiado, extiende la mano y enciende la luz, comienza a sudar y sus músculos de tensan como en los días anteriores.
- No puede ser, otra vez, no puede ser ¡Dios mío! ¿Qué me está pasando? ¡AYÚDAME!
Entre una oración y otra vuelve a dormir y despierta de nuevo sin despertar del todo, la alarma anuncia la nueva jornada.
Un día igual al anterior, el mismo empleo, la misma situación, las ojeras en su rostro demacrado por las noches sin descanso, el mal humor que debe ocultar detrás de una sonrisa para atender a los clientes <<mejor así, es mejor estar lejos de casa>> sonríe, sus compañeras comienzan a bromear.
- ¡Oye Julia! Tú amor no te está dejando dormir, andas de fiesta en piyamas que llegas tan agotada.
- ¡Para nada! Son las migrañas.
Suena el teléfono, es él, su amor, su dulce amor :
- ¡Hola mami! ¿Cómo sigues de los dolores de cabeza?
- Sigo igual. No tengo ganas de nada – se le quiebra la voz-
- ¡Tranquila mami! Vas estar bien, está noche me quedo un rato contigo y conversamos.
- ¿Por qué no te quedas a dormir?
- No puedo mami, después.
Un chico un poco o bastante ajeno a ciertas necesidades, muy amoroso y responsable pero poco apasionado e intenso. Nada es perfecto. Por lo menos hoy será un día diferente, la chica se llena de entusiasmo aún con el malestar, va al súper mercado en busca de los ingredientes para preparar algo especial. Unas chuletas de cerdo, patatas, lechuga para una ensalada César, unas frutas <<¿Velas? No, velas no>> solo será un rato nada más. Entre pasillo y pasillo escucha de pronto:
- Julia….
Gira en redondo, la palidez en su rostro la delata, se le seca la boca, se recuesta de un stand y la debilidad en las piernas pasa mientras ella se recupera, no hay ningún conocido allí y ahora puede reconocer la voz. La misma voz de días anteriores.
Toda la emoción que estaba sintiendo muere en escasos minutos, no quiere ni pensar en el tema. <<Pasará>>
En el autobús de vuelta a casa reflexionaba, no es la primera vez que vive experiencias así, desde pequeña a podido sentir hasta la muerte, algunos han venido a despedirse, otros llegan a sus sueños para pedirle que lleve mensajes, su abuela materna, su madre y sus tías han tenido por años el “don”, incluso algunas veces sus sueños predicen el futuro literalmente, grandes o pequeñas cosas ¿Qué es lo diferente?
Lo diferente es que está vez tiene miedo, se le erizan los vellos del cuello, los escalofríos en los pies y la sensación de la cercanía de algo que no puede ver la incomodan, la aterran, la asusta. Estar dentro y fuera de casa sintiendo que alguien respira en su espalda, esa presencia al lado y estar segura de que es masculina, alta, fuerte y sin edad. Primero en las ventanas y ahora dentro del hogar, ese frío repentino en un espacio determinado la angustia, la sobresalta.
En casa más tarde prepara la cena y espera, mira una y otra vez el celular que no hace ni un ruido, un mensaje, lo abre apresurada y es su madre saludando “hola mi amor ¿Cómo has estado estos días? No te has reportado” duda unos segundo antes de responder “todo bien madre, he tenido mucho trabajo y además estoy sufriendo de migrañas” minutos después “debes descansar, apaga las luces y mantente en silencio” ella de mal humor explota en sus adentros <<¿CÓMO VOY HACER ESO? ¡NO SÉ QUE ES PEOR, EL RUIDO O EL SILENCIO!>>
“Está bien madre, lo haré” por fin llega el mensaje que tanto esperaba “hola mami” ella sonríe con ternura “hola mi amor” le responde y se desvanece rápidamente su alegría al leer un nuevo mensaje “no iré, tengo muchas cosas que hacer y mañana tengo partido de fútbol, debo dormir temprano, lo mejor es que descanses y duermas” de manera inesperada las lágrimas ruedan por sus mejillas mientras ahoga un grito de rabia y desilusión.
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Editado: 01.11.2024