2:20 A.M Susurros De La Eternidad

Halloween

"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia".
Isaías 41:10

2:20 a.m el frío se apoderó de su habitación, una espesa neblina cubría a su alrededor, la inquietud insistente en los pies terminó por despertarla ¿para qué ver el reloj? ya sabía cuál era la hora; estaba más serena y sin miedo, hizo sus oraciones Y en voz alta afirmó:

- No tengo miedo, este es tu momento, dime ¿qué es lo que te agobia, qué necesitas que yo sepa ¿Por qué has venido a mí?.

Se acostó de medio lado, con cabeza sobre su mano izquierda, suspiró y no durmió pero cayó en un profundo trance justo en el momento preciso para que él se revelara.

Se vio a sí misma dirigirse hacia un edificio que quedaba detrás de una montaña de desperdicios de construcción, no sin antes darse cuenta de que frente a ella existía una edificación destruida, una estructura de bloques anaranjados picados por el tiempo, sus paredes pintadas con graffitis de color oscuro y rojo, una oración qué lograba apenas interpretar “tres X 13” refiriéndose así al cuidado de niños pequeños, en su interior ella lograba comprender, que eran las ruinas de una guardería, ofertaban el cuido de tres niños por el precio de uno; a esa distancia se vislumbraba como en forma circular existía un hueco en el que sus alrededores mostraban restos de humo, indicios de un incendio. Fue hace mucho tiempo por las características del derrumbe, todo en esa área se encontraba en ruinas, siguió caminando en compañía de personas desconocidas, un par de señoras harapientas y unos niños peleando por una golosina.

Al llegar al sitio donde se encontraban sus aposentos, lo observó lentamente, un edificio de cinco o seis pisos, estrecho, las paredes manchadas de dibujos inacabados, muestra de bandalismo, las luces en mal funcionamiento eran de bombillas de luz amarillenta, los pasamanos de las escaleras eran escasos y el ascensor obviamente se encontraba descompuesto, ascendió con los paquetes que llevaba en las manos con desgano por las escaleras, al parecer vivía en el último piso ¡no! en el último no, un piso antes, el sonido de risas de mujer en uno de los pasillos la distrajo, se asomó por el borde de la pared del descanso y ahí estaba una chica riendo en solitario, feliz, llena de picardías; sorprendentemente la reconoció ¡era una de sus compañeras de trabajo! una de las que estaba con ella compartiendo en la tarde, se veía diferente en aspecto físico, pero estaba segura de que era ella, risueña, escandalosa, aquí con el cabello cobrizo largo hasta los hombros, ondulado; blanca pecosa, no se parecía en nada a su compañera y aún así estaba segura, completamente convencida de que era ella; esta la miró, le sonrió con alegría y le mencionó:

- Esta noche es Halloween, debemos disfrazarnos y compartir. No importa que no nos conozcamos bien o que no compartamos muchas cosas, lo importante es salir a celebrar, mi nombre es Melody, estoy esperando a la chica de al lado para que seamos un grupo de tres y no estemos solas.

<< Que loca que está esta chica>> En ese instante apareció la muchacha número tres, Anway era su nombre, le pareció fabulosa la idea, entraron a el apartamento tipo estudio de la tercera, bajita, de rostro agraciado y de sonrisa traviesa, comenzó a sacar del clóset cualquier cantidad de atuendos y se colocó un sombrero verde trébol muy gracioso en la cabeza, se miraba al espejo y miraba a las chicas al mismo tiempo en espera de aprobación, ellas solo reian.

- Me combine o no, este me lo voy a poner. Parece de duende gordo -riendo con burlas-

Se midieron los trajes que encontraban de sus tallas, Melody finalmente se vistió de negro, medias de malla hasta la altura de los muslos, botas de cuero negras, de tacón alto, un capa pequeña negra cubría sus hombros, un corset que le pronunciaba el pecho y una mini falda acampanada con tul; estaba lista y se dispuso a maquillarse; Anway eligió un vestido verde brillante de la época antigua, de mangas abombadas y largas, cuello alto, dudó de pronto y continuó con la búsqueda; en el momento en que Julia iba a hurgar escuchó ruidos afuera, se dirigió a la puerta, la abrió la puerta y se asomó a ver, sus ojos de pronto se agrandaron a su máxima capacidad ¡gritó! frente a ella un muchacho alto, robusto, moreno de cabellos lisos con flequillo que le caía en la frente la tomó de la mano y la haló hacia el, sin tiempo a hacer nada nada Julia no podía zafarse, la arrastraba escaleras arriba, ella gritaba y las chicas con el sonido de la música no la podían oír, Julia observó que el chico estaba vestido con un sobre todo color mostaza y era todo lo que podía ver en relación a su vestimenta; sus piernas débiles tropezaban entre si y no podía resistirse, fijaba la mirada en las escaleras sin pasa manos, algunas solo estaban provistas de unas barras oxidadas y frágiles, si caía moriría.

Apenas alcanzó a articular:

- ¡Oye, suéltame! -Por favor.-

- ¡NO, no lo haré! Vendrás conmigo, ¿has hecho ejercicios hoy? Un par de escalones más y estaremos en el punto perfecto para lanzarnos al vacío.

- ¡Por favor, es una locura! Detente ¿por qué haces esto?

- ¿Quieres diversión? ¡TE DARÉ DIVERSIÓN! Estoy cansado de oír sus risas y sentir su felicidad, me harté de todo ¡Hasta hoy!

Una señora de asomó por una puerta y le ordenaba:




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