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¿Estás ahí? ¿Puedes vernos? Quizás hayas escuchado hablar de nosotros alguna vez, tal vez nos conoces como una leyenda urbana, déjame decirte una cosa, somos muy reales.
Después de un agotador día en el gimnasio y luego de una ducha se colocó su pijama, ese pijama holgado, su favorito, estampado con el firmamento nocturno. Y durmió plácidamente.
Más tarde esa noche un húmedo y constante cosquilleo en su mano derecha la llevó a despertar a media madrugada, no era otra más que su perrita zafiro. Con los ojos entre abiertos observó al animal y acarició su pelaje, esta se sacudió y se alejó de ella, situándose en un rincón de la oscura habitación.
Angie extrañada por el comportamiento de zafiro decidió encender las luces de su cuarto, dos palmadas fueron suficientes para encenderlas ya que el cuarto estaba equipado con ese sistema. Estas se encendieron en un fragmento de segundo y antes de ver a zafiro, con su vista un poco aturdida por el abrupto cambio, logró divisar algo parecido a una sombra con forma humanoide ocultarse a gran velocidad desapareciendo así de su campo visual, Angie no le prestó atención, tomó a zafiro le abrazó, y se dispuso a dormir por lo que restaba de noche.
— 5:40am —
El despertador comienza a hacer ese molesto ruido con el cual cumple su único fin, despertarme. Aún somnolienta me levante de la cama y fui al cuarto de baño, tome mi cepillo de dientes y al encontrarme colocando el dentífrico lo vi, reflejado en el espejo, en una esquina de la alcoba, fue justo como esa madrugada, una sombra que se perdía en un parpadeo.
— ¿quién anda ahí? — pregunté tímida, al no obtener respuesta decidí terminar de lavar mis dientes e ir a correr como todos los días.
Al llegar a casa encontré a zafiro herida en el suelo, con un gran rasguño en su costado, parecía hecho por un animal salvaje, aunque en la zona nunca se habían reportado casos de tales, algo en mí me decía que había sido esa cosa que yo lograba ver ocasionalmente.
Los días pasaban, zafiro ya no ladraba, ya no comía, dejé de ir al gimnasio para atender a mi amada perrita, pero todo fue en vano, al cabo de 13 días zafiro murió.
Muchas veces lo vi deslizarse por los pasillos de mi apartamento, siempre desaparecía rápidamente así que nunca le di importancia, pero las cosas cambiaron el día que decidió no huir...
Yo caminaba desde la sala de mi apartamento hacia la cocina cuando lo vi, estaba parado al fondo del pasillo, era una sombra espesa, larga, de un negro tan oscuro que solo puedes imaginar que proviene del alma de un ser demoniaco, estaba ahí parado, en ocasiones pasadas, eso habría intentado ocultarse o escapar, pero estaba allí frente a mí, acercándose lentamente, quise correr lejos de allí pero mi cuerpo no respondía.
Me vi acorralada, completamente inmovilizada, esa cosa subía por mis piernas, sentí como rozaba mis muslos, mi abdomen, lentamente subía por mi pecho y rodeaba mi cuello.
Sentía como apretaba mi cuello, intenté gritar y forcejear, pero no pude, mi cuerpo pesaba, como si fuera de plomo y mi voz no salía, solo gritos ahogados, tan imperceptibles que de haber alguien más presente nadie lo hubiera notado, de pronto un silencio se apoderó del lugar, fue allí cuando vi sus dedos largos venir hacia mí, era asqueroso, sus dedos entraban en mi boca llegando a lo más profundo de mi garganta...
Desde ese día no he vuelto a ser la misma, ahora vago por la casa de mi novio, ocultándome, no lo acecho, solo temo que si me ve me rechacé, puesto que desde ese día abandoné mi forma física y ahora soy lo que muchos conocen como una persona sombra.