Bajo la luna y un cielo lleno de estrellas me encontraba sentado acostado en la cubierta del barco pesquero más rápido de toda la isla de margarita, en medio de la calma de alta mar pude sentir la embarcación mecerse de lado a lado, me levanté y me asomé a estribor, pero no pude ver nada más que un leve oleaje.
La noche siguió su rumbo y pronto amaneció, con los primeros rayos de luz solar me dispuse a recoger la red de pesca y un gran número de peces en ella, tan pronto subí la red pude oír un grito pidiendo ayuda, rápidamente identifiqué el lugar de donde provenía, era a unos cuantos metros de mi barco por lo que tomé uno de los botes y me dirigí a auxiliar a esa persona, al llegar pude ver a una chica de unos diecinueve años luchando por respirar y salir de la inmensidad del mar, rápidamente me arrojé al agua y nade hasta ella, rodeándola con el brazo y llevándola al bote.
La chica se desmayó en el camino al bote y como pude le ayudé a recobrar el conocimiento, poco a poco abrió sus ojos y con la voz más dulce que hubiera escuchado susurró un gracias, su hermosa voz y su belleza parecían sacados de una pintura que retratara a una diosa, me quité la camisa y cubrí su cuerpo semidesnudo con ella.
Pasaron algunos días y Emily me contó un poco de su historia, del cómo las corrientes la llevaron junto a su tabla de windsurf fuera de la playa y terminó naufragando en mar abierto unas ocho horas antes de encontrarla, compartimos algunos momentos, comimos parte de mi pesca y poco a poco mi solitario viaje se hizo más ameno.
Esa noche veía nuevamente las estrellas cuando Emily se acercó por detrás rodeándome con sus brazos, besando mi cuello lentamente, me di vuelta y comenzamos a besarnos apasionadamente, ella simplemente mordió mis labios un par de veces haciéndome sangrar un poco en ocasiones, no presté atención y continué besándole.
Los besos se intensificaron y las caricias iban de parte de ambos, Emily enterró sus uñas en mi espalda arañándola con fuerza, mis sentidos estaban a tope, mi lengua recorría sus firmes senos, mis manos se deslizaban por su trasero y de pronto sentí algo tibio resbalarse por mi hombro, no pude ver en ese momento de que se trataba, pero al instante un leve gemido de Emily nubló mi mente, era como si los ángeles me susurraran al oído y un leve dolor proveniente de mi cuello se desvanecía.
El tiempo pasaba y era como si estuviese en una especie de trance donde solo sentía placer, mis otros sentidos simplemente se habían apagado, recobré la conciencia por un momento y pude ver a Emily con la boca goteando sangre, sus dientes abundantes y afilados como colmillos de tiburón los cuales no había mostrado antes, horrorizado traté de separarme, pero se acercó a mí susurrando algo que me sumió nuevamente en un profundo trance.
Al despertar nuevamente pude ver a quien creí que era una linda surfista era ahora una criatura de piel escamosa, largos y abundantes colmillos, garras y cabello como algas marinas que devoraba mi piel con furia desgarrándola pedazo por pedazo, en un festival de sangre y trozos de carne, solo pude escuchar un chillido y luego todo se puso negro.