Abrí mis ojos lentamente y dejé escapar un bostezo, —¿Dónde demonios estoy? — pregunté confundida mientras caminaba por un pasillo lleno de puertas con números, un pasillo largo, tan largo que parecía interminable, sin ventanas visibles, solo puertas, una tras otra.
Corrí desesperada intentando escapar de aquel lugar, pero no importaba cuál puerta abriera y que escalera subiera o bajara, siempre volvería al mismo pasillo, cansada de correr me eché en suelo a llorar cuando escuché una voz susurrar mi nombre, entonces desperté.
Tras quince días repitiendo el mismo sueño, desperté esa mañana agotada, sentía mi cuerpo pesado pese a haber descansado durante nueve horas, estaba molida.
Tomé mis pastillas en ayunas, me lavé los dientes, preparé unas tostadas, un vaso con jugo de naranja, un poco de yoga en el jardín y a las 8:26 am ya estaba lista para sentarme frente a la computadora a escribir otro capítulo de mi libro, sesenta mil vistas en esa página, diecinueve países, tantas personas leyendo mis pensamientos, una parte de mi alma en cada palabra plasmada.
9:34 am, el teléfono sonó y mi sonrisa se hizo evidente, ese peculiar tono de llamada que indicaba la llamada de mi novio Nick, separados por kilómetros, unidos por un sentimiento y una cámara.
—Hola lindura, como está la mujer más hermosa del universo— escuché esa voz que tanta calma y paz me transmite, pasamos hora y media hablando y luego tomé una ducha para ir al trabajo.
El día tomó su curso con normalidad y al llegar a casa mi novio volvió a llamar, sonreía como tonta al escuchar su voz, entre risas y bromas se hicieron las 11:55 pm y mis párpados pesaban, aún estaba en videollamada con Nick y como de costumbre me quedé dormida escuchando su voz.
1:08 am marcaba el reloj sobre la mesita de noche a un lado de mi cama, tomé el celular y me puse a ver vídeos mientras conciliaba nuevamente el sueño, tras deslizar vídeo tras vídeo pasaron alrededor de dos horas, el sueño me invadía y lentamente me quedé dormida.
Por algún motivo abrí los ojos y bajé la mirada hacia la puerta de mi habitación que se encontraba cerca de mis pies, iluminada muy tenuemente por el reflejo que entraba por la ventana y pude divisar una figura negra y alargada, como si de una sombra se tratase, intenté no prestarle atención y volver a dormir y por un segundo cerré los ojos en un pestañeo lento, al abrir nuevamente mis ojos me encontraba totalmente inmovilizada, “genial, de nuevo parálisis del sueño”, pensé sin poder articular ni una palabra, dirigí la mirada a un costado de la cama sin girar la cabeza y pude ver como una luz parecida a la del flash de un teléfono móvil iluminar por un fragmento de segundo toda la habitación.
Sorprendida pude girar la cabeza liberándome de aquella inmovilidad y tomando una gran bocanada de aire luego de unos segundos intentando dar un grito ahogado, desesperada me acurruqué en la cama, abrazando fuertemente mi almohada, cerré mis ojos apretándolos y de un sobresalto desperté de lo que ahora sabía fue un sueño.
Me quedé un rato mirando a la esquina de la habitación desde la que tomaron aquella fotografía en el sueño, insegura, aterrada, al borde de la locura, hasta que sin darme cuenta volví a dormir, al despertar ya no sabía si era la realidad o solo otro sueño.
Recibí como de costumbre la llamada de Nick, todo iba normal durante los primeros minutos, pero pronto su voz comenzó a distorsionarse, haciéndose cada vez más grave, hasta quedar solo sonidos guturales, aterrada por ello solté el celular dejándolo caer al suelo, dando unos pasos atrás para volver a despertar en mi cama con el reloj marcando 4:11 am