01 de Diciembre
Día 1 Intentando enamorar a Lu
Los recuerdos despiertan emociones. Si tan solo puedo reactivar el amor y cariño que teníamos en cada cita, recuperarla no sería difícil.
No pretendo ocultar lo que siento, realmente considero que nadie debería de hacerlo. Si, eso quiere decir, que nada de lo que diga y haga cerca de ella será fingido.
Mi madre me enseñó que el amor puro se transmite, se siente y se demuestra. También me enseñó que de los errores se aprende, así que, tomaré motivación de mi mayor error y cumpliré la profesía: Ella y yo seremos felices para siempre.
Atte. Alejandro…. Solo Lu me puede decir así.
Alex
Por más que intentaba ocultar mi nerviosismo, nunca he sido bueno en esconder mis sentimientos y menos con las personas que me conocen.
Me estaban observando y con ello me refiero a mi padre y mi hermana. Por más que lo disimulaba, parecía que no era suficiente, además, creo que me delaté yo solo al utilizar mi mejor perfume y una camisa de botones, admito que eso fue bastante obvio.
Las horas pasaban lento, llegamos al restaurante y lo primero que revisé fue mi celular, tontamente, porque ni yo le di mi número ni ella me lo pidió, aún así tenía la esperanza de poder recibir su mensaje. Digo, si íbamos a comenzar a fingir una relación, al menos esperaba que ella se esforzará tanto como yo lo haría.
En efecto, el mensaje no llegó en toda la mañana y preferí concentrarme en lo que debía hacer para no pensar en ella.
Miré mi reloj y eran la 1 de la tarde, fuck, tenía una hora para cruzar la frontera y llegar antes de que ella saliera de la escuela culinaria. Era casi imposible que llegará a tiempo y Lu era capaz de castrarme, porque la señorita puntual es muy estricta en su horario.
El tráfico hizo imposible la misión de llegar a tiempo, era mi primer día de intentar conquistarla y ya había fallado.
En el instante, en que llegué a la esquina de la calle en donde se encontraba la escuela, mi celular sonó.
Oh no, era el diablo hablando.
—Alejandro, ¿Dónde demonios estás?. —sabía que estaba enojada y su tono de voz me lo confirmaba.
—Tranquila, doña enojos, estoy llegando.
—Apúrate que llegaré tarde a mi primer día de trabajo. —volvió a renegar.
Ja, lo que no se imaginaba es que no iríamos directo a la posada.
—Te calmas, tuve que salirme de trabajar para cruzar solo por ti.
Llegué a donde estaba y se subió al carro mientras colgaba la llamada.
Estaba vestida con su filipina blanca de cocina y unos jeans que aunque estaban ajustados a su cintura, en la parte de los pies estaban sueltos. Estaba seguro que no era lo más apropiado para la escuela, pero la hacían lucir hermosa.
<<Cualquier cosa la hace lucir hermosa>>
—Que tanto te enojas de salirte del trabajo si tú eres el dueño.
—Soy el hijo del dueño. -la corregí-. No puedo estar haciendo esto.
—Y aún así cruzaste la frontera solo por mí.
Cruzaría el mundo entero por ti, linda. Pensé, pero no fui valiente para decirlo.
—Recuerda que venir por mí es parte del trato.—añadió, enmarcando su sonrisa.
—Yo no firme ningún trato.—le dije retándola.
—Imagínate si existirá un papel firmado. —me respondió sarcásticamente.
<<El único papel firmado será el de nuestra futura boda>>
Ambos permanecimos en silencio, en espera que la larga línea fronteriza llena de carros comenzará a fluir. Por suerte para mí, como un pequeño regalo que el destino me mandaba, estábamos atrapados en el tráfico, solos, ella y yo.
Discretamente, eso me gusta creer que estaba siendo, cambie la playlist de mi teléfono, a una un poco más romántica, con la esperanza de que ayudará en algo.
Esperando en la larga línea, la canción Que más puedo pedir amenizaba la tardanza.
<<Dios mío, era poner romántico el ambiente, no delatarme y describirle mis sentimientos>>
Cuando la volteé a ver, ella se estaba peinando, quitándose el chongo alto que traía, dejaba caer su cabello ondulado. Comenzó a quitarse la filipina y desvíe rápidamente mi mirada hacia el otro lado para no parecer irrespetuoso.
Ella soltó una pequeña carcajada, riéndose de mí por ser el menos disimulado.
—¿Qué haces, qué haces?. —le dije al ver que tomaba mi teléfono.
—Poner música. Ya que la música se está poniendo muy personal y la estás disfrutando tanto, mejor pon la de Ni me debes ni te debo. Queda mejor con nuestra situación.
!Auch! Evidentemente conocía la canción y me sorprendió que ella lo hiciera. Supongo que en este tiempo, Lu también me dedicaba canciones y por lo que veo eran más de desamor, enojo y rencor que de amor.
Preferí quedarme callado y doña enojos me exigió.
—Quiero escuchar a Matisse.
—No sabes que no puedes tocar el estéreo de un hombre, es pecado. —la reprendí.
—Solo quiero escuchar otra cosa.
—Pues te aguantas y escuchas a Carin León.
—Quiero escuchar a Matisse, a Reik, a Humbe. No sé algo más, llevamos 15 minutos escuchando lo mismo. —continuaba renegando.
Su gusto musical me confirmó que se refugió en el desamor.
—Y los que faltan preciosa.
—Alejandro, a veces eres tan insoportable.
—No me digas Alejandro, siento que me regañas.
—Siempre te he llamado así. Es tu nombre.
—Sí, pero antes me llamabas de una forma linda y enamorada.
Lu solo se cruzó de brazos y dirigió sus ojos a la ventana para ignorarme. Suspiró tan fuerte para hacerme notar que estaba enojada. Parecía una niña haciendo un berrinche y muecas con su boca. Simplemente trataba de evitarme como si fuera tan fácil.
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Editado: 20.11.2024