24 días para enamorarme

Capítulo 6. Ser fuerte no quiere decir que este mal ser visto destrozado.

Todos hablan de lo difícil que es avanzar sin las personas que amas, pero nadie te prepara para volar del nido. Nadie habla de lo complicado que es separarte de alguien porque te hace daño a ti y a lo que más amas.

Y mucho menos nos preparan para mentirle a nuestros hijos por el bien de ellos. No me arrepiento de alejarla del peligro. Me arrepiento de alejarla de su amor.

Los ojos delatan al alma y se iluminan al ver al amor. En los últimos días, los ojos de Lupita manifestaban el reencuentro de aquel amor verdadero.

Encontró a su persona correcta, al indicado, ahora solo falta que esta vez si perdurará.

Atte. Alicia

Lupita

Después de ese día pacífico, magnífico, especial, increíble, wonderful, unbelievable, magic y todos los sinónimos que mi cerebro conoce para describir este día tan hermoso, llegué a casa.

Mis ánimos eran los mejores, no podía contener mi emoción por haber pasado el día con él.

Me llevé una gran sorpresa al ver a mamá en la cocina, llorando. Sus lágrimas caían sobre la comida que había preparado.

Sin percatarse de que yo estaba allí, corrí hacia ella y la abracé tan fuerte como pude. No sabía qué pasaba, ni conocía las razones de su llanto, odiaba verla así, aunque la mayoría de las veces era buena ocultándose, verla destrozada era el sentimiento más horrible que podía existir.

Mamá accedió a mi abrazo y por unos segundos nos quedamos calladas.

—¿Extrañas a Yareli?, ¿por eso lloras?. —la cuestioné con la intención de que se desahogará, que hablará conmigo.

Me gustaría que tuviera la confianza de hacerlo.

Mi hermana se había mudado solo hace dos días y mamá ya se sentía vacía, en parte la entiendo, yo también la extrañaba más de lo que me gustaría admitir.

—Si, por eso y por más. —contestaba mi madre, limpiándose las lágrimas y separándose de mi abrazo.

—¿Qué es lo que te tiene así?. -me subí a la barra, como solía hacer cuando era niña y mamá solo me dedicó una sonrisa -. Sabes que puedes confiar en mí. —añadí.

Asentó con su cabeza sin confesar lo que pasaba, así que, le di su tiempo para que pudiera sentirse más cómoda.

—¿Sabes por qué volvimos a Mexicali por segunda vez?. —preguntó un poco más tranquila.

—Dijiste que porque aquí en la estética te daban un mejor trabajo y que así podrías cuidar mejor de nosotras.

—Si fue por eso. —me respondió, sin embargo, esta vez sentía que ocultaba algo. Sus palabras no me resultaban sinceras del todo y era aún más confuso que preguntará eso.

No era el momento de iniciar un interrogatorio, mamá no se veía bien, sus ojos de tristeza me preocupaban y no deseaba presionarla.

Conocía muy poco del pasado de mi madre y eso era suficiente. No me cuestioné si eso era lo que la estaba afectando.

—¿Hay algo más por lo que estés así, ma?. —pregunté un poco nerviosa.

—Es por tu hermana. Me siento sola sin ella.

La entiendo, ella y mi hermana siempre fueron unidas, siempre juntas. Aunque, sabía su amor hacia mí, por alguna razón yo prefería estar apartada, era más cómodo no ser vista. Por ello, nuestra relación era un poco más separada.

—Está bien, no soy como ella, ni estoy cerca de serlo.

—Cada una tiene algo especial.

—Si, lo sé, no puedo llenar el lugar de ella, Yareli es especial como tú dices a su manera, pero nunca podré ser tan perfecta como ella lo es, no podré resaltar como ella lo hace.

—No te pido que lo hagas, tú tienes tu lugar aquí. Cada una lo tiene.

—No planeo reemplazarla, Yareli sólo se mudó, volverá algún día y todo será igual, yo seré exitosa en lo mío y ella en lo suyo.

Hoy podía decir eso. Antes no lo hubiera entendido, toda la vida pasé siendo la segunda, comparada constantemente con mi hermana, por un tiempo las personas me hicieron culparla a ella por ser tan perfecta, por ser mejor que yo, siendo que ella solo deseaba salir adelante y ser el orgullo de mamá.

—Si, pronto todo será igual. —verbalizó mi madre con desesperanza en su voz.

Se fue al comedor y se quedó sentada en silencio.

Yo permanecí en la barra sin decir nada más por un tiempo y después decidí dejarla sola para ir a mi habitación.

Mi madre había pasado por mucho o al menos eso era lo poco que conocía de ella.

Las malas rachas se presentan en la vida de todos, por desgracia por un tiempo mi madre no fue la excepción, una vida con muy pocos momentos bellos que no eran suficientes ante la gran avalancha de cosas horribles que sufrió.

Como toda una guerrera cada reto y cada problema, poco a poco los superó. Una de las grandes cualidades, que siempre he admirado de mi madre.

Sin embargo, mamá nunca superó decirle adiós a la abuela y por ello, juro que nunca la veríamos destrozada. No de nuevo.

La vida suele ser complicada, lastimosamente para algunos es más que para otros, pero por eso es vida ¿Qué no?, diferente para cada alma, mismo sentimiento para cada humano. Todos luchan por avanzar, la cuestión es ¿Qué esperamos a cambio?, otra gran pregunta y aunque muchos deseen contestar nadie tienen la respuesta, porqué sencillamente no lo sabemos.

La enorme responsabilidad de ser madre soltera, orilló a mi mamá a salir al mundo a buscar un mejor futuro para nosotras.

Por más que lo intentará las circunstancia del país no la ayudaban, trabajando día y noche o incluso horas extras si era necesario, nos perdimos de momentos importantes y especiales juntas.

Mi madre sabía que no habría futuro para nosotras en el rancho, si deseaba que saliéramos del mismo ciclo que ella y sus hermanas vivieron, era necesario salir de nuestro hogar, con todo el dolor de su corazón, con miedo y ansiedad iniciamos nuestra gran travesía teniendo como objetivo lograr llegar a Estados Unidos.




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