Mis cumpleaños no son especiales, y espero que se queden así. Estas palabras habían condicionado cada 3 de diciembre durante años .
Rápidamente me tragué mis propias palabras. Solo hacía falta una persona para descontrolarlo todo y cambiar toda mi realidad.
Vale la pena cambiar de perspectiva por ti. Y si esa es la condición para estar contigo, sé que lo puedo soportar.
Puedo soportar esto en mi cumpleaños, solo que me hubiera gustado que me avisaran con anticipación para prepararme mentalmente.
Si lees esto, Lu, si me gusto la sorpresa, solo avísame para la otra. Asumo que fue venganza por todas las sorpresas que te di.
Atte. Alejandro
Alejandro
No quería ser grosero con todos, pero todos conocían desde hace años que nadie podía mencionar nada acerca de mi cumpleaños.
Estaba seguro que nadie diría nada al respecto de este día; sería normal como cualquier otro. Nunca tomé en cuenta que Lu iba a estar en este cumpleaños.
Tiene un gran corazón y siempre desea hacer sentir especial a todos, aún más sabiendo que es el cumpleaños de alguien. Ama los cumpleaños.
Creo que me pude haber imaginado todo esto, cuando fui por ella a la escuela, se subió a mi auto, me dio un abrazo y fue todo. Pero la conozco: sus manos temblaban y se mordía el cachete, señal de su nerviosismo. Algo planeaba, algo iba a hacer.
Por más que intenté prepararme mentalmente, en efecto no lo logré.
No quería hacerla sentir mal, y sé que lo hice. Entiéndanlo: hace 5 años, en este día, tomé la peor decisión de mi vida. Y, en este mes, perdí a mi mamá. No era el mejor recordatorio.
Después del último abrazo y beso que me dio Lu, me sentí culpable por haberle dicho, prácticamente, que había arruinado mi cumple, cuando sé que solo quería hacerme sentir feliz.
Mis pensamientos de culpa me comenzaron a abrumar, así que preferí salir de la oficina a la puerta de la bodega.
Sentada en los escalones, la vi de espaldas, con sus manos sobre sus cachetes. Sus lindos y redondos cachetes.
Dudé en acercarme; no quería incomodarla. Se miraba triste, sus ojos estaban rojos. Era obvio que había llorado. Me acerqué y le hice una seña para pedirle permiso de sentarme a lado de ella. Ella solo encogió los brazos. Asumí que era un sí y me senté.
—¿Qué pasó? —pregunté.
Sin tener respuesta, decidí no preguntar otra vez. Cuando iba a intentar hablar, sentí su cabeza recargándose en mi hombro.
—¿Necesitas algo?.
Sentí como negaba con su cabeza.
—¿Quieres que me vaya?
—No —respondió de inmediato—. Mamá me contó que no tuviste opción.
—¿En qué?.
—Conmigo. Me dejaste porque te obligaron.
Suspiré tan fuerte que sentí como mi pecho se llenó de aire. Parecía momento de contar la verdad.
—Si, alguien me lo pidió.
—Entonces, ¿tú sabes quien es mi padre?
—¿De qué hablas?.
—Me dijo que mi padre te obligó.
—Ah, sí, claro.
Por un momento, creí que me contaría como su madre me pidió aquel 2 de diciembre que la alejara de mí porque su padre las había encontrado.
Por nuestra culpa las encontró, al vernos un día en el parque.
Nunca creí odiar a un hombre por algo que me habían contado, pero él era la excepción.
Había lastimado físicamente a Lu cuando era una niña. La golpeaba y maltrataba; por ello, habían huido de su hogar. Ahora que la había ubicado de nuevo, Alicia temía que salieran heridas ella y su hermana.
Le tenía total admiración a Alicia. No se preocupaba en absoluto por ella misma; su mayor preocupación eran sus hijas.
El 03 de diciembre de aquel año, me propuse ayudarlas a que volvieran a Mexicali. Lejos de mí, pero también lejos de él. No me despedí de ellas porque no quería que Lu viera mi cara golpeada por haberme peleado con ese monstruo.
Me equivoqué al no decirle la verdad. Sin embargo, era real, solo el hombre tenía la culpa de que nos separáramos.
—Si, el señor ese me... —trataba de explicarle y de contarle solo una parte de la historia. Lu me interrumpió, tomando mi mano y sujetándola con ambas manos.
—No me hables de él, por favor —me pidió con súplicas.
—Está bien —accedí, deshaciendo su agarre y estirando los brazos para poder abrazarla. Ella lo aceptó sin ningún tipo de reclamo.
Sentía su calidez, y estoy seguro que ella sentía la mía. Era un abrazo con una sensación diferente: se sentía comodidad, templanza. Amor.
Lupita
<<Me sentía en mi lugar seguro, solo él y yo. Nada más importaba, solo él y yo>>
Alex
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Editado: 04.12.2024