06 de Diciembre
Día 6
La posibilidad de volverme a enamorar era casi nula. No por la simpleza de hacerlo, debido a que, todo mundo lo hace; sino, porque es algo que existe en nuestra vida y por más que huimos de el, es inevitable y siempre terminará alcanzándonos.
Me dispuse a no enamorarme porque me retrasaba en mis planes. Ahora que lo entiendo desde otra perspectiva, creo que esos planes eran con Lupita.
Existían muchas cuestiones del porque no entendía mi amor hacia ella. Tal vez, era una obsesión por no tenerla cercas. Tal vez, me gustaba ponerla de pretexto ante mi indecisión hacia el compromiso. Tal vez ella era la correcta. O simplemente me gustaba la adrenalina y el peligro que ella significaba en mi vida.
Un peligro que estaba dispuesto a correr.
Atte. Alejandro
Alejandro.
—Alicia, investigué lo que me pediste. —le comenté después de colgar la llamada con mi primo.
Un sentimiento de miedo recorría mi cuerpo. Había confirmado lo que tanto temía.
Por supuesto, no le iba a decir a Alicia toda la información que tenía. Debía ser cuidadoso, tenía que arreglar las cosas solo, aunque pudiera llevarme hasta mis límites. Todo por protegerla, todo valdría la pena si Lupita estaba bien.
—¿Está aquí otra vez?. —La preocupación invadió sus ojos. Moviendo sus manos y pasándolas por su cabello, podía notar el sentimiento de miedo y enojo que ocultaba .
—Si. —solo logré decir.
—Alex, ¿está cerca de ella, la localizó?. —me preguntó con gran seriedad.
Me quedé callado pues la respuesta era clara, ese sujeto había vuelto y ya había estado en el restaurante. ¿Cómo no me di cuenta?.
Aquel día de los buñuelos, el hombre llegó al restaurante y la vio. Mi ira se intensificó al saber que el hombre pidió conocer al chef que creaba los mejores buñuelos de la vida. Estaba claro que el sujeto sabía quién era, la reconoció y ahora estaba en peligro.
—No podemos dejarlo entrar al restaurante. —escuché decir a Alicia, antes de que las lágrimas la consumieran.
Me tragué la información de esa visita espantosa. Me tragué el miedo de no saber qué hacer y me intenté convencer de poder protegerla.
—Se lo prometo.
—Quédate al lado de Lupita en todo momento. Sufrió una vez cuando la alejé de ti. No sé si mi niña podrá soportarlo otra vez.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, al pensar en la posibilidad de perderla de nuevo. Mi corazón se quebró al pensar que estaba en peligro.
Esta vez yo estaba allí y no iba dejar que mi Lu cayera en las manos de ese hombre.
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Lupita me pidió permiso para salir del trabajo e ir con Noemy para que poder irse a arreglar. Yo seguía siendo su jefe, así que, debíamos por lo menos pretender profesionalismo en el trabajo, además Noemy me rogó que la dejará ir con ella, tenían que ponerse al corriente de lo que había pasado estos últimos días.
Le comuniqué a Yareli la visita de este hombre y me recomendó quedarme callado hasta que encontráramos una solución.
Aún cuando la solución era clara: Debía acabar con Dan antes de que él acabara con nosotros. Se había vuelto un enemigo en mi vida y tenerlo cerca era una amenaza segura.
La tarde llegó y me fui directo a mi casa para poder arreglarme para el evento. Con suerte podía tener un poco de distracción.
Ambas estaban encerradas en el cuarto de Noemy, debido a que, mi hermana insistía que era de mala suerte que yo la viera antes de la fiesta.
Traté de hablar con ella a través de la puerta, pero Noemy me regañó. Sin tener más opciones, entré a mi cuarto, impaciente por verla. Habían pasado unas horas y yo ya extrañaba sus enojos, sus berrinches, sus risas y sus tonterías.
—No dures tanto en arreglarte o llegaremos tarde. —escuché decir a Lu en la nota de voz que me había enviado.
—Tranquila, exagerada. Ya casi termino y voy a buscarla a su puerta, princesa.
Era hora de irnos y mis nervios se disparaban a mil por hora.
Al verla salir del cuarto de mi hermana, no podía creer lo que veía; El vestido rojo encajaba a la perfección en ella, delineaba sutilmente sus curvas, su cabello suelto y sus tacones le agregaban a su imagen un aspecto de seguridad y elegancia.
Me quedé boquiabierto ante tanta belleza, era un diamante en bruto, un rubí.
Su cara, su piel, su cuerpo, su aura, todo relucía y hoy, solo hoy, yo tenía el placer de tenerla.
—Sorprendente, día a día me convenzo más de que eres lo más hermoso que mis ojos han tenido el privilegio de ver. ¿El vestido es perfecto o perfecta es la que lo usa?. —logré vocalizar.
Una sonrisa de satisfacción o de pena se dibujó en su rostro. Destacando su linda cara y sus bonitas mejillas.
—Exagerado, ya me habías visto con este vestido puesto.
<<Y también sin el>>
Por unos segundo me quedé mirándola, no más bien, admirándola, era dicha de eso y más.
Salí de mi burbuja del amor, al sentir que me apretaba el brazo, dispuesta a dirigirnos a la fiesta.
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Verla tan concentrada en la carretera me hizo sentir culpable, al mentirle sobre su vida y sobre nosotros.
Me había acostumbrado a estar con ella, a verla en el trabajo, en mi casa, en nuestra casa y en mi auto. Ella ya estaba en mi vida. Ya había probado lo que era una vida junto a ella y ahora debía hacerla realidad.
Le ayudé a bajarse del auto, ya que, el vestido estaba un poco entallado y eso le dificultaba caminar. Entrelazó su brazo al mío y pude sentir su imponente presencia.
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Editado: 20.11.2024