10 de Diciembre
Día 10
El recuerdo de un amor especial no permanece para siempre en la mente, pero el corazón se encargará de traerlo de vuelta para contrarrestar la dolorosa realidad.
El dejar ir también es amar.
El miedo es el mayor enemigo de nuestros sueños. Y nuestra mente al creerle, se vuelve el mayor enemigo de uno mismo.
El amor no debería ser complicado o doloroso, sino, no es amor.
Decía mi madre cada vez que me veía llorando ante el recuerdo del amor. Al pasar toda la vida limitada por el miedo, mi madre se encargaba de traer a la luz frases que me mantuviera con los pies sobre la tierra y detuviera esta cabeza llena de inseguridades. Sin entender la mayoría, compartía las emociones con las que las mencionaba.
Atte. Guadalupe.
Lupita
Después del catastrófico día de ayer. La incógnita de por qué Alex hizo lo que hizo me causa ansiedad, incertidumbre, miedo y preocupación.
Toda la noche pasé con las dudas: ¿Qué lo orilló a actuar así?, ¿Yo fui la culpable?. ¿Quién era ese hombre?. ¿Por qué sus ojos se parecen a los del hombre con el que sueño?, ¿Por qué ahora me da miedo que ese extraño se acerque a mí?, ¿Por qué siento que debo seguir averiguando, aún cuando le tengo temor a esa persona?, ¿Le tengo miedo a Alex por lo que hizo o estoy agradecida de que estuviera allí?.
Mi pesadilla me atormentó toda la noche, así que, preferí levantarme temprano. Fui a correr como me es de costumbre, con la intención de sacar todo mi estrés en forma de ejercicio.
Corrí una vuelta y todo estaba perfecto.
Otra y me comencé a sofocar. Lo cual, era raro, llevo más de un año entrenando, el cansarme no debía ser una opción.
Para la tercera vuelta no podía más. No podía sentir mi respiración y mi corazón se sentía a mil por hora.
¿Qué rayos estaba pasando?
Me detuve rápidamente en una esquina y mis lágrimas fueron inevitables. Estaba confundida, tenía miedo de ese sujeto, de Alex, de perderlo o inclusive quedarme con él.
Me dolía la cabeza por el golpe de ayer y aún así eso no era comparable con el dolor que sentí ante las mentiras y acciones de Alex.
Caminé en vez de correr. Caminé y caminé hasta más no poder. Mis piernas dolían y mis lágrimas no cesaban.
Solo quería volver al día en que bailaba lentamente con Alejandro. Sin golpes, sin personas desconocidas. Sin nadie más que él y yo.
Solo 10 días llevábamos juntos y éramos un desastre andando. 10 días y ya habíamos hecho tantas tonterías. Ya había personas golpeadas, secretos, enojos, peleas y miedos.
¿Era todo esto necesario?. ¿Tan difícil era poder estar juntos?
------
La hora de ir a la escuela llegó. Era mi último día de clases, así que no podía faltar.
Toda la práctica estuve distraída, por suerte para mi era una práctica donde nosotros podíamos elegir qué hacer y no era necesario seguir instrucciones del maestro, de otro modo, eso hubiera sido una catástrofe porque yo no supe de que había sido la clase. Comencé a preparar diferentes tipos de cupcakes para llevar a los del restaurante. Como despedida.
<<Si yo estaba metiendo en problemas a Alex, era más fácil mantenerme alejada de él y con ello ya no se haría daño y no le haría daño a alguien.
Prefiero irme a tiempo antes de que uno de los dos terminé en problemas mayores.>>
Con una caja de pastelitos, mi especialidad: los de plátano con chocolate, me subí al carro de Alex y traté de ocultar la tristeza de que fuera mi último día con él.
—Para tú buena suerte, hoy es el último día en que tendrás que cruzar la frontera por mí. —lo dije muy feliz, cuando en realidad por dentro la idea me disgustaba de una manera horrible.
<<Extrañaré estar a solas contigo, te extrañaré>>
—Me alegro no tener que verte la cara por mucho tiempo. —respondió sarcásticamente, bueno, espero que eso haya sido sarcasmo.
<<Puede que ya no me veas nunca más>>
—Mentiroso.
—Espera, si ya saliste de vacaciones, eso significa una sola cosa.
—¿Cuál?.
—Que ahora serás mía por más tiempo. —me guiñó el ojo y me tiró un beso.
—En tus sueños. —le respondí con una mueca de disgusto.
—Ni te puedes imaginar todo lo que haces en mis sueños. -enarcó una ceja y yo abrí mi boca de la impresión. Entrecerré mis ojos intentando intimidarlo y supo que era tiempo de parar con sus cosas-. Me refiero a que trabajarás desde la mañana.
—No.
—Si, como tú jefe yo elijo tu horario.
—No puedo trabajar por las mañanas.
—¿Por?
—Es la hora en que voy a correr.
—¿A las 8 de la mañana corres?. —me cuestionó juzgonamente, como si fuera increíble creer que yo hiciera ejercicio.
—No. Salgo a correr a las 5 de la mañana.—le corregí.
—Estás más loca de lo que creí, pero eso explica muchas cosas.
—¿Cómo cuáles?.
—La fuerza en tus piernas y brazos. El contorno trabajado de tus piernas y la definición de estas mismas.
—¿Cómo te diste cuenta de eso?.
—Tú fuiste la que se subió a mis hombros ayer, recuerdas. Cuando te bajé de ellos, tal vez, sentí la dureza de tus piernas. Además no es como que sea ciego. Puedo... —sin dejarlo terminar lo golpeé en el hombro por irrespetuoso y no por vergüenza al saber que me ponía tanta atención.
Puse mis ojos en blanco en señal de desaprobación y miré hacia la ventana.
—Al menos ya no corro el riesgo de que dañes a mi precioso bebé.—balbuceó Alejandro.
#2954 en Novela romántica
#142 en Joven Adulto
romance acción drama reflexión amistad, navidad feliz amor eterno, amor navidad chefs peleas secretos
Editado: 20.11.2024