24 días para enamorarme

Capítulo 19. Lo que me falto decir.

11 de Diciembre

Día 11.

Las palabras me fallan cuando la incertidumbre de nuestra separación se adueña de mi mente.

Mis sentidos no reaccionan ante tu presencia. Y mi corazón dicta ante mi razón cuando se trata de ti.

Pudiera escribir y escribir sobre ti. Acerca de tu belleza. Tu personalidad. Tus características. Tu amor. Tu tristeza. Tus temores. Tus gustos. Todo lo que esté relacionado contigo. Sin embargo, todas esas son palabras que se quedan cortas ante la maravillosa mujer que eres.

Prefiero guardar en mi memoria cada rasgo tuyo que me demuestra lo suertudo que soy al poder llamarte mía.

Atte. Tu Alejandro.

Podrían imaginar la sensación de un corazón roto al encontrar en la basura esta, mi última nota que le había entregado a Lu.

Alex

Notar la indiferencia que Lu tenía hacía mí, no me gustaba en absoluto. Ni siquiera una cara de desagrado me dedicaba. Simplemente sólo dirigía su mirada hacia cualquier lugar donde no estuviera yo.

Parecía como si el día de hoy fuera de no hablarle a Alejandro.

Mi mejilla dolía y mi cabeza igual. Aunque dolía más mi ego después de la regañada de Noemy y de mi papá. Si, estuvo mal que actuará así. Si, debí calmarme. Si, debí decirle a Lu lo que pasaba. Si, debí decirle quien era. Si, debí controlarme.

Muchas cosas que debí hacer y que no hice. No podía cambiar los golpes que había dado, ni borrar los golpes que había recibido.

Ayer presencie como Lu abrazaba a Alicia, como una mujer vulnerable que necesitaba a su madre. Que necesitaba a alguien que estuviera allí para ella.

Me guarde preguntarle acerca de su desmayo. Al notar que no supo que yo la había cargado hasta la mesa. Me sentí aún más culpable al verla desvanecida en mis brazos. Y mi mente me consumía con la incertidumbre del por qué su desmayo.

No iba a decirle lo de su padre. Menos al ver lo que había pasado ayer.

Tenía más de 24 horas de no estar junto a ella y no soportaba un segundo más.

Visité más de lo normal la cocina y en todas mis visitas Lu nunca apareció.

—¿Trabajarás como cocinero o a qué debo el placer de que estés aquí?. —me cuestionó mi tío Juan—. Ya, estás buscando a la novia.

Afirmé con mi cabeza bastante apenado.

—Me pidió no trabajar hoy aquí, porque sabía que la buscarías y me dejó muy en claro que no te quería ver.

—¿Eso te dijo?. —pregunté con la cabeza abajo.

—Te estoy endulzando un poco sus palabras. Porque te sorprendería todo lo que me dijo, impresionante como una muchachita puede maldecir tantas veces a mi sobrino.

Solté una carcajada al imaginarme lo enojada que podía estar Lu. Sobre todo lo hermosa que se ve enojada.

—¿Dónde está?.

—Mira, mijo, ya sabes que no te quiere ver por lo de ayer, nada más andas buscándote otro golpe.

—Los de ella me van a doler más. Pero, valen la pena cada uno.

—Ay muchacho, si me acusas de que yo fui el soplón, te quedarás sin almuerzo.

Al ver mi cara súplica y mis manos entrelazadas como si estuviera rezando implorándole más información, mi tío se apiadó de mí.

—Se fue con Alicia, debe de estar limpiando.

Le agradecí con un abrazo y salí de la cocina con la esperanza de encontrarla y con los nervios de saber su reacción.

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—¿Qué haces en el baño de mujeres?, no puedes entrar aquí. Además estoy ayudando a mamá con la limpieza, deja de desconcentrarme. —se puso de nuevo los audífonos y me ignoró.

—Lu, quiero saber que pasa. —le quité un audífono

—Estoy trabajando y no puedo distraerme. —me informaba, mientras seguía barriendo el piso con gran fuerza.

—Ni siquiera, es tu trabajo.

Continuaba ignorando, cantando una canción a todo volumen. Como si yo fuera un completo fantasma.

Me harté de su comportamiento infantil y le quité los audífonos. Lu muy enojada intentó pelear por ellos, pero la alcancé a detener con mi brazo.

—Me has estado evitando todo el día. ¿Por qué?. —pregunté.

Desvió su mirada e intentó deshacerse de mi agarre y la sujeté aún más fuerte.

—He estado trabajando y no tuve tiempo de ver como estabas.

Alcé mis cejas al no creerle eso y le di un poco de tiempo para que hablará. Al no decirme la verdad, la enfrenté.

—¿Lu, qué pasa?.

—Trabajo. Creo que es algo que no está en tu vocabulario.

—Quiero respuestas.

—Curioso que yo también quiero respuestas.

De acuerdo cómo me atrevía a exigirle algo que yo no le daba. Entonces, por eso ha estado evitándome. Quiere la verdad y yo no puedo dársela en este momento.

—Noemy ya me regañó. Por favor, tú no lo hagas.

—Mis audífonos. —estiró su mano para que se los diera.

Negué con mi cabeza. Y fue el último impulso que necesitaba para que Lu se desahogará.

—No me gusta sentirme indefensa o expuesta. No me gusta estar en peligro y que la situación se salga de mis manos me desespera. Odio sentirme débil, que el mundo se derrumbe, lo acepto, pero siempre buscaré la manera de levantarme. Solo que no lo puedo hacer si tú, mi mundo es el que se cae y no me dejas hacer nada para ayudarte.

—¿Tú crees que a mí me gusta hacerte sentir así?. Verte desprotegida, exponiéndote al peligro.

—Toda la vida he querido probar de lo que soy capaz, demostrar que yo puedo con todo. ¿Cómo lo hago si las personas más importantes en mi vida no hacen más que mentirme, más que frenarme?

—Para poder demostrar de lo que eres capaz necesitas estar viva, ¿Cómo lo vas a hacer si sigues exponiendo ante personas que te pueden hacer daño?.




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