14 de Diciembre
Día 14.
Aunque vemos la misma noche percibimos diferentes estrellas.
Mis cualidades fueron insignificantes para mi misma toda mi vida y para ti fueron tatuajes plasmados en el alma. Asumo que aunque veamos a la misma persona, observamos cosas diferentes.
Mis signos de guerra son mis mayores recordatorios de lo grandiosa y única que soy. Desearía que eso no me jugará en contra algunas veces.
Atte. Lu
Lu.
— ¿Puedo escaparme unas horas del trabajo para ir a tomar un café con Alex?. —le pedí permiso a Julián, puesto que él también era mi jefe.
—No porque Alex sea mi hijo, quiere decir que te puedo dar permiso cada vez que quieras dejar el trabajo para salir con él.
—¿Eso es un no?.—pregunté confundida.
—Claro que te doy permiso e incluso te daré lo que resta del día libre, pero no porque Alex sea mi hijo, sino porque te lo mereces. Has hecho un gran trabajo los pocos días que llevas aquí.
—Ahora solo falta que Alex acceda.
—Créeme linda, cualquier cosa que se relacione contigo, estoy seguro que él accederá.
Agradecí al señor Julián por el permiso y decidida a irme di un pequeño salto de la emoción por tener un día más para estar con el fastidioso de Alex.
Repentinamente me detuve y abracé sin pensar al señor Julián. Un poco sorprendido y extrañado accedió a mi abrazo.
Más de lo que me gustaría admitir, tenía esa energía paterna y formaba parte de mi vida como una figura de la misma forma.
—Gracias. —susurré en su oído mientras su perfume me envolvía. Era como un padre para mí, estando con él me sentía protegida y escuchada.
—Siempre estaré para ti, como amigo, padre o suegro.
Dibujé una pequeña sonrisa y él me devolvió una igual. Dando un beso en mi frente me dejó pasar unos minutos abrazada a él.
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La puerta estaba abierta y Alejandro estaba concentrado sin apartar su vista consumido por papeles.
Silenciosamente lo observé, llevaba puesto una camisa de botones de color gris claro y sus mangas estaban dobladas. No sabía lo mucho que me gustaba verlo en camisa de botones, hasta que lo volví a ver con una puesta.
<<Siendo sincera siempre me gusta verlo, aún no me decido si disfruto mas verlo con camisa de botones o sin una puesta.>>
Saqué mi teléfono de mi bolsillo y le tomé una foto no tan discretamente, pues escuchó el sonido de la cámara.
Inmediatamente alzó el rostro y me dedicó una sonrisa coqueta.
—Seré un buen novio y dejaré que conserves esa foto. Aunque si deseas, puedo intercambiarte esa foto por una donde yo esté sin camisa.
<<claro, acepto>>
Tranquila urgida, no vas a acceder tan fácil, su propuesta me agrada, solo si, yo soy la que toma esa foto. Sin juzgarme a mí misma, necesito un nuevo fondo de pantalla. Además las fotos mentales ya no me son suficientes.
—Ah sí, ¿a qué se debe tanta amabilidad de tu parte?. —pregunté, pasando mis ojos desde sus pies hasta su cabeza al verlo pararse y caminar hacia mí.
—Sería injusto pedírtelo.
—¿Por?.
—Porque entonces yo también tendría que borrar las que tengo en mi teléfono
—¿Tienes fotos mías?.
—Claro, ¿Qué tipo de novio sería si no tuviera fotos tuyas?. -quitando el cabello que cubría mi oreja y parte de la cara, se acercó a mi odio y con un tono suave, agregó: —Pero, insisto, podemos intercambiarla por unas mejores, sin esto, -señalando mi blusa y luego su camisa-. Solo es cuestión de que lo digas y yo estoy a tus órdenes, mi amor.
<<dile que si, dile que si>>
Nuevamente me gustaba bastante esa propuesta, sabía de lo que era capaz Alejandro y quien era yo como para detenerlo de demostrar todo su potencial.
—¿Son fotos actuales las que tienes?. —seguí con su juego.
—Si.
—¿Cuerpo entero o solo rostro?
—¿De verdad quieres que te dé detalles?. -insinuó y yo afirmé con mi cabeza-. Puede que sean de cuerpo entero o de partes específicas que me gustan bastante, si te soy sincero.
—¿Te gustan bastante en todas las chicas?
—No, solo en ti. Puedo describir cada parte de la que soy fan de tu cuerpo. Por ejemplo. -bajó su mano a mi pecho y yo levanté mi ceja-. —Tú corazón. Me encanta tu corazón.
—Si, eso creí.
Quitó sus manos y las levantó en forma de rendición.
—Te iba a decir que si quieres ir por un café, pero en vista de que estás muy ocupado. Veo que es imposible
—Guadalupe, ¿me estás invitando a una cita?
—No.
—Entonces, si estoy muy ocupado. A menos de que me lo pidas.
—¿Me crees tan desesperada como para pedirte una cita?.
—No, solo digo que podías por primera vez ser tú la que me lleve de cita.
—No.
—Lu, solo pregúntame. Quiero sentirme como alguien importante y relevante en tu vida, solo por una vez.
<<Eres más que importante, eres mi todo, mi motivo, mi razón, mi locura, mis ganas. Eres perfecto y mío>>
Tomé su rostro con mi mano y lo acerqué al mío.
—Oh lindo, guapo, carismático, fuerte, fornido, musculoso, Alex.. Alejandro, ¿me concederías una cita?, ¿aceptarías una salida por un café a esta humilde plebeya que no merece tu amor?.
—Si, a todo lo que me pidas, si.
<<¿A todo?>>
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También había olvidado cuánto me encantaba estar en su carro a solas con él, peleando por el tipo de música que escucharemos, riéndose de mi gusto musical y de mi horrible voz al cantar, y lo varonil y sexy que se miraba manejando.
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Editado: 20.11.2024