20 de Diciembre.
Día 20
Nunca imaginé amar a alguien tanto que mi vida dependiera de ello. Solo deseo que algún día me necesites tanto como yo lo hago.
Tu corazón fue el único que le dio rumbo al mío. Y tu razón fue la única que pensó en mí, incluso antes de que yo lo hiciera.
Te lo suplicó y te lo ruego. No me hagas esto, no me dejes sola en este mundo lleno de dudas y miedos.
El primer amor nunca se olvida, ¿cierto?. Entonces, ¿Si nuestras almas nos volvieron a unir, ese mismo amor nos salvará?.
Por favor vida. Si el hilo rojo nos unió, no seas las tijeras que rompen éste amor.
Atte. Lu
Alex
Podía sentir su presencia a mi lado. Su aroma calmaba mi ansiedad al estar en los hospitales, desde lo de mamá no había pisado este lugar.
Lo poco que recordaba fue estar tirado con sangre en mi cuerpo, verla a ella a mi lado y luego mágicamente despertar en un hospital.
Estuvo conmigo toda la noche y aún así no tuve ni el valor ni las fuerzas para dirigirle la palabra. Mi decisión estaba tomada: Ya no habría un nosotros, no si yo la detenía de ser su mejor versión. No si yo la enfrascaba en mi mismo miedo.
Me la pasé fingiendo estar dormido, lo que yo creo que fue toda la noche; ya que, no tengo noción del tiempo.
Por momentos sentía el dulce y suave toque de sus manos, acariciando mi pelo, mi cara y mis manos. Quería memorizar cada una de sus caricias al ser las últimas que tendríamos. Quería un último abrazo que calmará el remolino de sentimientos que venía viviendo.
—Alex, sé que me escuchas. —hablaba muy bajito Lu y acariciaba mi rostro—. Solo espero que no estés fingiendo estar dormido, porque ahora si se te va armar.
<<Diablos, la bruja me conocía perfectamente>>
Continué mi actuación de dormido, porque la intriga me consumía. De verdad, quería descubrir qué me diría.
Ambas de sus manos se entrelazaron en mi mano derecha y cuando medio abrí mis ojos la noté sentada a mi lado; su cabello estaba despeinado y sus ojos lucían cansados. No sé qué tanto tiempo estuve dormido.
Mi cuerpo dolía, en especial mi hombro. Y ella tenía vendado uno de sus brazos. La habían herido a ella también.
—Ay Alex, cuando dijiste que serías mi príncipe azul, nunca imagine que lo decías literal. No tenias que recibir una bala por mí.
Ahora recordaba de dónde provenía ese dolor. Pero, si ella estaba a mi lado significaba que era libre y que todo el peligro se había esfumado.
En mi mente pequeños fragmentos de lo que había sucedido me confundían; habíamos caído los dos al piso y yo estaba tirado. Solo que no recuerdo qué más pasó.
Si sobreviví a ese balazo y ella estaba bien, eso me confirmaba que su padre ya no la podía lastimar. Así que, ya no me necesitaba.
—No me voy a ir a Europa, ni a hacer las prácticas ni a trabajar.
<<Lo sabía, yo la estoy deteniendo, es mi culpa que no esté logrando sus sueños>>
— Te amo, no quiero perderte, no quiero alejarme de ti. No quise aceptarlo durante todos estos años, porque supuestamente estaba enojada, pero no; solo te necesitaba a ti para poder estar completa. No necesito irme a ningún lugar, necesito estar contigo.
Las lágrimas de sus ojos caían en la cama y su voz se quebraba. Besó mi mano y limpió su rostro.
No estaba seguro de lo próximo que iba a hacer o decir. Sin embargo, en mi interior sabía que eso me dolería más a mí, pero la terminaría lastimando más a ella.
<<Te amo, Lu. Te amo. Siempre lo supe, pero no puedo hacer esto. No puedo con la idea de que sacrifiques todo por mi. No valgo lo suficiente para que te quedes.>>
—Despierta, si. Dime que me amas, quiero escucharte. Quiero que me abraces y me digas que todo estará bien, quiero que me digas te lo dije. Si, tenías razón, ese hombre era peligroso. Si, solo soy una niña berrinchuda que te necesita. Que necesita que la salves.
Abrí mis ojos y Lu se incorporó de inmediato.
Las lágrimas brotaron de mis ojos. Su corazón por fin me correspondía, por fin lo había aceptado. Solo que mi razón me decía que la debía dejar ir. Tenía que terminar con esto.
—¿Cómo estás?¿Te sientes bien?¿Llamo a la enfermera?. —me cuestionó aún con sus ojos llorosos.
—Estoy bien, Lu. —logré decir y respirar profundo al saber lo que ya se avecinaba—. Solo que no quiero verte. —dije con mi voz quebrada y bajando mi mirada.
No la podía ver a los ojos y no podía ver su cara llorando. No, porque sé que no la dejaría ir.
—¿Qué?.—inquirió acercándose a mí y yo solo la rechacé.
No podía dejar que me tocará, porque si accedía a su abrazo jamás la soltaría. Al contrario, me aferraría a ella de por vida.
—Vete.
—¿Por qué?.
—Lárgate, no ves lo que me pasó por tu culpa. —recalqué haciendo referencia a mi hombro vendado y a su brazo.
<<Podría recibir mil balas por ti y aún así no merezco tu amor>>
—Alex.
—Vete, que no escuchas, no es bueno que estemos juntos. La próxima vez, ¿Qué va a pasar?. Me van a matar. —brame con gran impotencia en mi voz.
Nuevamente diciendo mentiras y palabras que no quería decir, sin embargo, ella tenía que irse.
—Pues, no me voy. —se sentó cruzada de brazos en la silla y volteó hacia la pared. Aún así, podía ver sus lágrimas caer.
—Recuerdas, todo fue fingido. Nunca te ame. Nunca lo hice y no puedo hacerlo. No me hagas odiarte más. —señalé a la puerta y agaché mi cabeza.
La mirada de Lu estaba fija en mí y sus ojos lloraban a mares. La historia se repetía. Pero, esta vez Lu estaba callada, en shock. No hablaba, solo lloraba.
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Editado: 04.12.2024