24 días para enamorarme

Capítulo. 30 La segunda. No soy tu destino

22 de diciembre

Día 22.

¿Por qué estoy haciendo esto?

¿Por qué le dije eso? ¿De verdad, era momento de una despedida?.

La confusión se presenta en la vida de todos y empeora cuando el arrepentimiento se vuelve su aliado.

Las segundas oportunidades existen solo para confirmarnos que, muchas veces, no las merecemos. Si desde un inicio no lo hicimos bien, ¿qué nos hace creer que lo haremos correctamente en la segunda vez?.

Atte. Julián Alejandro

Alex

Esperaba abrir mis ojos y encontrarla a ella a lado mío. Dormida, cuidando de mi o simplemente allí, existiendo.

Curioso cómo el ser humano siempre espera que las personas hagan algo bueno por uno, aun cuando yo mismo le dije que no la quería aquí. Yo la corrí, le dije que no la amaba y, con todo eso, deseo que esté a mi lado.

¿Había sido un sueño? ¿Lu estaba a mi lado, no? ¿Soñé que estaba aquí?.

Hasta en mis más hermosos sueños se presenta, y yo no tendría ninguna queja, si no fuera el recordatorio de un amor perdido.

Las maravillas de la vida: de la noche a la mañana, había perdido el amor que tanto me esforcé en recuperar. Ni siquiera yo me entendía. Si tanto la necesito, ¿qué gano con alejarla de mí? ¿De verdad creo que nuestro amor no podría soportar una relación a distancia?.

Mi mente dice una cosa: “No” a todas mis preguntas

Mi corazón me responde: “Si su amor ha superado las fronteras, también podrá superar los continentes”.

Por eso estoy furioso conmigo y decepcionado, porque la confusión y el arrepentimiento nublan mis decisiones. Y lo peor, no puedo tomar ni una copa de vino o una simple cerveza que me ayude a desbloquear mis posibilidades.

Es hora de ir a casa. Ya no podía pasar más tiempo en este hospital o me volvería loco. Ni siquiera sabía que tantos días habían pasado; solo quería estar en mi cama y en mi casa.

Noemy me trajo ropa para cambiarme, así que me apresuré para salir lo antes posible de este lugar. Estaba terminando de ponerme mi suéter cuando mi hermana volvió a entrar a la habitación.

—Alex, te buscan —me avisó mi hermana.

—¿Quién? —pregunté ansiosamente, con la esperanza de que fuera Lu.

Rápidamente traté de peinar un poco mi cabello que se había despeinado cuando me puse el suéter, todo para parecer más presentable para ella.

—Tu novia—respondió, con su cara tensa y sus labios en línea.

Antes de salir mi hermana de la habitación, se detuvo unos segundos para detener la puerta para que ella pasara. Y la vi moviendo su cabello negro y rizado de lado a lado. Su postura erguida y confiada no cuadraba tanto con su tierna cara ovalada y sus cachetes rosados.

—¿Qué haces aquí? —inquirí, bastante confundido.

No estaba feliz por tenerla frente a mis ojos. No era la persona que esperaba ver, y mucho menos con la que quería lidiar en estos momentos.

Ya habíamos pasado por esto, ya habíamos hablado, y no estaba en las mejores condiciones para volver a hacerlo.

Ella se abalanzó para abrazarme, y yo solo pude ver su lindo y cuidado rostro. Su perfume, con olor a vainilla, invadió cualquier olor alrededor, casi eliminando por completo el aroma a hospital.

La separé unos centímetros de mí para poder volver a respirar.

—Si ya estás libre, quiere decir que podemos estar juntos de nuevo —habló Yoss eufóricamente, volviendo a abrazarme.

—No —respondí, quejándome y fingiendo que me había dolido el hombro como pretexto para que me dejara libre, alejándola de mí.

Como deseaba que hubiera sido Lu la que me abrazaba.

—¿Por qué no? Tú y ella ya no están juntos. Mira dónde te dejó solo; yo jamás haría eso.

—No hables de ella como si la conocieras —la reprendí—. No quiero herirte o decirte algo irrespetuoso. Mejor vete.

—No entiendo.Simplemente ella ya no está aquí; podemos intentarlo.

—Dije que no —levanté mi voz—. No te amo; la amo a ella. Nunca podrá funcionar lo de nosotros porque tú no eres ella. —agaché mi cabeza y Yoss me sujetó la barbilla para levantar mi cara.

—Al menos déjame estar aquí para ti, como una amiga —su mano acarició mi mejilla y se acercó a mí lentamente—. Prometo solo cuidar de ti, como una amiga —susurró y me dio un beso lento en mis labios.

Tal vez fue mi necesidad de tener un poco de dopamina la me llevó a reprimir cada deseo de mi corazón. Sin pensar más, solo rodeé con mis manos su cintura y la jalé para corresponder de una mejor manera.

Nunca quise aceptar esto, pero los besos de Yoss no me hacían sentir nada en mi interior. Ahora resulta que esos besos no se comparan ni un poco a los que realmente deseaba.

—Julián Alejandro —me llamó mi hermana desde la puerta.

Al separarme de Yoss, me di cuenta que Lupita estaba a su lado, mirándome fijamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.