24 días para enamorarme

Capítulo 31. Un día antes de Nochebuena.

23 de diciembre

Día 23 l Parte 1

Puede que, sí. Si estoy esperando algo que tal vez nunca llegue a mi vida, o que no volverá.

Estoy ilusionado con que pase y muy en el fondo me aterra que no vuelva a suceder. La diferencia es que me dolerá y muy posiblemente me destruirá, más de lo que imaginé que podría llegar a ser.

He aprendido que con miedo tengo que hacer las cosas. Solo que está vez me frenó, el maldito miedo me detuvo de seguir luchando y el único enojo es conmigo. Tal vez, debí hacerle caso a los demás cuando decían que no eras para mí, pero me aferré.

Sabes, me rehusó a creer que este es el fin, no voy a parar hasta que funcione. Si el destino no quiere, yo haré que suceda y si no sucede, le doy a dios todo el permiso de llevarme. Porque yo no permaneceré aquí si no es a mi manera.

Atte. El corazón de Lu perdidamente enamorado.

Lupita

Me pregunté toda la noche: ¿Cómo me sentía?. ¿Qué es este sentimiento?. ¿Cuál emoción tiene que comandar en las decisiones de mi vida?. ¿Qué haces cuando tu corazón esta demasiado roto ,que ya no existe manera de recolectar las piezas?.

Rota, triste, triturada o derrotada. No importaba, porque la vida sigue y si no continuas con ella, te quedas atrás. No importa que tan triste éste, tengo que salir de esto que pasa en mi interior. Ahora me cuestiono: ¿Qué si la que no es buena para el mundo soy yo?. ¿Qué tal si no me destruyeron, solo me demostraron el reflejo de lo que en realidad soy?

Es bastante obvio, que era mala idea aceptar estar hoy aquí en el restaurante. Solo estaba aquí, porque el señor Juan me pidió ayuda, no más. No habrá distracciones.

—Me escuchaste corazón. Nada de Alex. Nada de amor.

Además, el susodicho apenas había salido del hospital, no tendría por qué presentarse hoy.

—¿Estás tomando café, caliente?.—me cuestionó Noemy, haciendo evidente que llevaba un vaso de café humeante.

Moví mi dedo anular de arriba a abajo para confirmarle y mis labios se tensaron, dibujando una línea fina.

—Que la adicta al café frío, esté tomando uno caliente. Preocupa. —tocó mi frente con su mano , dramatizando sus palabras, para "revisar" si estaba enferma— Esto te afectó más de lo que creí.

Levanté mis hombros y volteé mis ojos. Pues no deseaba hablar y ella lo entendía.

—Me haces un favor. —solicitó mi ayuda, aunque su constante movimiento de jugar con su cabello y su sonrisa traviesa me daban mala espina.

Enarqué mi ceja y la juzgué con mi mirada. ¿Qué podría estar pensando esa cabecita?. Suspiré, para de todos modos ceder a hacer lo que mi excuñada necesitará.

—Ve a la oficina antes de que llegue Alex y me traes la caja que dejé en el escritorio.

Entrecerré mis ojos, pues entendí su plan.

—No estoy haciéndolo a propósito, yo tampoco quiero hablar con Alex y José está por llegar. ¿Me ayudas, por favor?.

Rodeé mis ojos y asentí con mi cabeza.

Me fui a la oficina, rogándole a la suerte de que no estuviera él allí. Y no solo porque no quería verlo, también, porque ya no sé como actuar cuando él esta cerca. ¿Me hago la enojada, la triste, la nerviosa o simplemente lo ignoró?. No. lo. sé.

Respiré y me tranquilice cuando no lo vi. Gracias, dios.

Me tomó unos minutos encontrar la caja que me pidió Noemy, ya que, estaba bastante escondida o puede que ella la haya escondido a propósito. No importaba, solo debía tomar la caja y salir.

Rápido, sencillo y fugaz. Casi como el amor entre Alex y yo. Mi verdadero: mi trauma, mis chistes.

Al estarme escabullendo y esculcando la oficina, escuche el sonido de la puerta acompañado de la voz de Alex, que parecía estar tarareando una canción.

Que a gusto él, cante y cante. Y uno aquí sintiéndose miserable y triste cada vez más.

A los segundos de quedarme pasmada por saber que él estaba aquí, me di cuenta que yo iba a parecer como una esculcona y una invasora de su espacio.

¿Qué pensaría de mí?. Va a creer que estoy aquí por él y sobre todo que me sigue importando mucho. Lo cual, no es mentira. Sin embargo, juro que estaba aquí solo por la caja.

Debía hacer algo. Y esconderme no iba a ser una opción. ¿Qué hago? ¿corro?¿salto por la ventana?¿me escondo debajo del escrito?.

Alex

Llevaba un día en mi casa y acababa de salir del hospital. Tuve suerte de que la herida de bala solo fue superficial. Suerte para seguir viviendo. Salado para estar junto al amor de mi vida.

Me fui al restaurante, ignorando toda indicación del doctor y obligando a mi hermana a que me llevará. Ya que, sino, yo iba a manejar y todo saldría peor.

No voy a negar que quería ir a La posada con la esperanza de verla. A lo lejos, solo necesitaba una pequeña mirada de ella y sería suficiente.

Cuando entré a mi oficina, la encontré sentada en mi silla con los pies sobre mi escritorio, jugando con una de mis plumas.

Un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo, al verla usando uno de mis antiguos suéters. Me quedé parado en la puerta con los brazos cruzados esperando una explicación.

—¿A qué debo tu visita?. —le pregunté al no tener respuesta. Ella solo fijó su mirada en mis ojos y siguió jugando con mis plumas—. Lu.

—Guadalupe. —me corrigió—. Voy a ir a tu fiesta familiar navideña, porque en primer lugar así era el trato y segundo se lo prometí a tu abuela. Y yo soy una mujer de palabra.

Quité sus pies y me recargué en mi escritorio.

—No tienes que hacerlo, no hay necesidad de seguir engañando a mi abuela, es una tontería lo que estás diciendo. —expresé, mientras ella sólo cruzó sus piernas e inició a jugar con su cabello—. No puedo, me siento mal por hacer esto, por mentirle y por mentirte a ti. —admití avergonzado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.