24 días para enamorarme

Capítulo 34. Feliz Noche Buena

La tarde del 24 de Diciembre

24 días nos llevó para que nuestros padres nos presentaran. 24 segundos me tomó darme cuenta de que me gustabas. 24 días tardé en pedirte que fueras mi novia y en 24 horas te perdí de mi vida.

2 días duramos enojados y 4 días enamorados. 24 días me diste para enamorarte. Y 24 veces lo arruiné.

Las personas asocian al número 24 con respecto a las horas del día y el tiempo que la tierra dura en girar. Otras lo relacionan con la religión como representación del orden y la plenitud en los planes de ese ser poderoso. Y otros lo entiende en la espiritualidad y la numerología como número de la buena suerte, que habla de la intimidad emocional, lazos, prosperidad o su misión de vida.

Para mí, es un recordatorio del tiempo en que me llevó en darme cuenta de mis errores. Somos grandes átomos que se partieron en dos y que, gracias a ello, construimos un gran lazo en nuestros corazones.

Atte. Alex

Lupita.

Una sensación de vacío consumió parte de mi energía festiva. Extrañaba algo que duró muy poco en mi vida.

El hecho de que hoy se acabara el trato era un peso más a lo sentimental que ya estaba. Puede que imaginaba el día de hoy de una manera diferente. Fantaseaba como una adolescente en espera de su primer beso.

Tenía que verle la cara a mi primer amor y a mi primer corazón roto.

La primera vez que te permites ser amada es la que más te marca de por vida. Más allá de eso, le entregué mi alma y me recordó que algunas personas no nacemos para ser amadas.

Como buena familia latina, al menos mexicana, la celebración navideña inicia desde el día 24. Mi celebración favorita siempre ha sido Navidad. Por nada en particular, solo por ser Navidad y porque me puedo atragantar de toda la comida que quiero.

Yareli y yo llegamos a Mexicali para arreglarnos e irnos las tres juntas a Calexico.

—Vamos a llegar tarde a la fiesta de Julián, y todavía tenemos terminar con los bocadillos —anunciaba mi madre desde la cocina.

Habíamos pasado todo el mediodía cocinando y estábamos exhaustas.

—¡Ya vamos! —gritamos Yareli y yo desde mi cuarto.

—¿Segura que no te pondrás el vestido que te dio Alex? —me cuestionó, tratando de que cambiara de parecer.

Negué con mi cabeza; pues no quería hacerme falsas ilusiones. Estaba harta de esperar a que las personas cambiaran por mí. Harta de que ellos no creyeran en mí y que fingieran que yo era alguien relevante en sus vidas.

Mi hermana sujetó con sus manos el vestido rosa, aquel que tanto había deslumbrado a Alex, y lo miraba detenidamente, examinándolo.

—Si lo quieres usar, adelante —le propuse, al ver el interés en sus ojos—. Yo no lo quiero.

En silencio, movió sus manos y puso el vestido pegado a mi cuerpo, como si estuviera imaginándome con el puesto. Enarcó una ceja y me observó de pies a cabeza.

—No soy vengativa, pero ese día dijiste que habías impresionado mucho a Alex con este vestido —me comentó mi hermana, dándome ideas para hacer que se arrepintiera—. ¿Qué tal si lo usas y pretendes estar bien, por lo menos en tu exterior? —acercó más el vestido hacia mi y me sonrió.

Lo pensé por un segundo y, al inicio, creí que no podía hacerle eso. No tenía caso seguir haciéndonos daño.

No iba a ser algo bueno incitar a que Adán mordiera la manzana que Eva le ofrecía.

O tal vez sí. Era mi vestido de la venganza, por así decirlo. Sabía que me miraba majestuosa con él puesto. Era hora de mostrarle todo lo que se perdió o, tal vez, convencerlo de volver.

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Alex

Su entrada triunfal a la cena de nochebuena.

Nunca esperé menos de mi exnovia falsa. Claramente, ese vestido rosa se lo había comprado la primera vez que fuimos juntos a la plaza.

Su cabello lacio y oscuro caía en su cintura, y no me hubiera percatado de él de no ser por la manera en que enfatiza sus caderas al caminar y cómo lo mueve de lado a lado, despidiendo de ella ese aroma floral que tanto me vuelve loco.

No iba a pretender, y mucho menos ocultaría la sonrisa que me causaba volverla a ver.

Sabía lucirse y no era necesario ese vestido para describir lo hermosa que es. A la vez, tenía un deseo extraño de ir a entregarle mi saco para cubrirla. Tal vez no quería que nadie más la pudiera apreciar, nadie más que yo.

Era un tormento tenerla tan cerca y no tenerla para mí.

No sé qué tanto me gusta la típica reunión familiar en esta época de fiestas. Arreglarnos tanto solo para estar todos sentados en la sala, en este caso, sentados en el restaurante, esperando para poder atragantarnos de la comida y los postres. Es raro, navidad siempre ha sido de mis fiestas favoritas, pero creo que las circunstancias no me ayudan a que lo disfrute.

Sumándole que ver su indiferencia y decepción era mi mayor martirio de la noche. Todo el rato estuvo a lado de Noemy y Yareli, como si estuviera huyendo de alguien.




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